Este artículo se publicó hace 13 años.
"A la poeta se la saluda con vítores y luego se la olvida"
Entrevista a Juana Castro, poeta
Desde que era pequeña, Juana Castro (Villanueva de Córdoba, 1957) fue consciente de su ser como mujer. También de las dificultades de todas ellas en un ámbito como el rural tan dirigido por el hombre. Por eso desde Cóncava mujer (1978) en su poesía siempre han estado presentes ellas con una voz que bebe de Rosalía de Castro, de Rosa Chacel y de los místicos. Ayer la poeta, que ha participado en el último festival de Cosmopoética, fue premiada con el Premio Nacional de la Crítica por su poemario Cartas de Enero, incluido en su antología Heredad (Vandalia), y Público se reunió con ella junto a un lugar tan simbólico como la mezquita de Córdoba.
¿Qué diferencias hay entre Cartas de enero y el resto de su obra incluida en la antología Heredad?
Vuelvo a incidir en los mismos temas, pero con una novedad: la poesía ha ido cambiando la forma y he introducido la cuestión del envejecimiento. Por eso son cartas (poemas) dirigidos a mi madre, a mi hermano...
En su poesía destaca la temática feminista. Las mujeres son las protagonistas. ¿Por qué ha tenido siempre esa inquietud?
Es que la mujer soy yo. Desde pequeña es algo que he tenido muy claro. Me interesaba esta temática porque nunca me parecieron justos los roles que se les adjudicaban al hombre y a la mujer en el mundo rural. Al escribir lo que yo quería es que el mundo cambiara. Siempre intenté ajustar el desconcierto que tenía ante el mundo escribiendo.
Usted se ha alegrado por este premio porque también reivindica la voz de una poeta.
Es que la voz de las poetas no está en ninguna parte. Me sorprende que las jóvenes que escriben encabecen sus textos con citas de hombres. Si yo no me hubiera encontrado con la voz de mujeres como Rosalía de Castro o Santa Inés de la Cruz no hubiera podido escribir. Creo que faltan modelos.
Pero esto ha cambiado desde que usted empezó a escribir en 1978.
Sí, ha cambiado, porque ya se reconoce cada vez más a las mujeres, pero lo que sigue ocurriendo es que las mujeres no tienen repercusión. No permanecen. Se habla de ellas durante un tiempo y luego su nombre se olvida. Por ejemplo, las Fundaciones tienen todas nombre de hombre. Y el Reina Sofía hasta ahora sólo se ha entregado a dos mujeres, Sofía de Melo y Dulce María Loynaz.
¿Qué mujeres están en sus poemas?
Las del mundo rural, porque yo vengo de allí. He intentado crear un mito que deje de lado lo reivindicativo, porque también me cansa. He ido a un modelo de mujer que ya estaba en la antigüedad, que es el de la diosa madre.
¿Su visión de la situación de la mujer no tiene un cariz político?
Si hablamos de política como una ideología para estar con las mujeres y hacerlas visibles, sí. Yo tengo unas inquietudes políticas grandes. Asistí a la Transición con mucha ilusión, y siempre desde la izquierda, aunque ahora estoy un poco desencantada. Por eso para las elecciones municipales de Córdoba me presento por un partido que se llama Ecolocórdoba.
Usted es también una enamorada de la poesía mística. ¿Qué encuentra en Santa Teresa o San Juan?
Su relación entre el amor y lo divino es la más pura que hay. Y, por ejemplo, San Juan tiene una relación muy femenina con lo divino.
¿Cómo ve el futuro de las poetas?
Me asombra la madurez y la formación que tienen ahora las chicas veinteañeras que escriben. Si tienen sensibilidad pueden llegar lejos. Pero desconfío porque se las saluda con vítores pero luego se las olvida.
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