Este artículo se publicó hace 13 años.
"Queremos recuperar a la industria del cine español"
José Luis Rebordinos, director de Zinemaldia. Se estrena al frente de San Sebastián, con retos como el bajo presupuesto o conseguir más peso del cine latinoamericano
Los últimos han sido años revueltos para el Festival de San Sebastián. No ha sido fácil sobrellevar el tijeretazo al presupuesto de un certamen que se aleja cada vez más de los grandes (Cannes cuesta cuatro veces más, Berlín tres, Venecia, dos). Los últimos tiempos de Mikel Olaciregi fueron también los de las espantadas públicas del ex director del Instituto de Cinematografía y de las Artes Audiovisuales (ICAA), Ignasi Guardans, que enfrentó Donostia a Málaga por la cuestión de dónde colocar el mercado de venta del cine español. Mientras, la competencia festivalera con Roma y Londres aumentaba y las críticas por la programación crecían.
En ese contexto, pero con todas las ganas de revitalizar el festival más importante de España, acaba de aterrizar en la dirección de Zinemaldia José Luis Rebordinos (San Sebastián, 1961). Lo hace sin sentirse (ni ser) ningún extraño. Lleva 15 años en el equipo directivo de San Sebastián y los mismos al frente del área de cine del ayuntamiento donostiarra, dirigiendo la Semana de Cine Fantástico de San Sebastián y el Festival de Cine y Derechos Humanos. Dice que su gestión será "de continuidad pero no continuista", y que quiere impulsar un certamen con mayor peso del cine latinoamericano, con presencia anual en la ciudad y que se dedique a producir y promocionar a los nuevos talentos.
El año pasado el presupuesto fue de 6,7 millones de euros, un millón de euros menos que hace dos años. ¿De qué manera puede competir San Sebastián?
El presupuesto será parecido este año. Vamos a intentar aumentarlo un poco vía patrocinios, pero no es fácil en el contexto de crisis. Sabemos que esto supone una dificultad añadida a la hora de competir con otros festivales como Berlín o Londres, que coincide en fechas con nosotros. Así que es muy dificil hacer un modelo que se les parezca. Dicho esto, creo que con el dinero que tenemos se puede hacer un buen festival, siempre que no queramos imitar lo que hace Venecia o Cannes. San Sebastián nunca podría tener la presencia de artistas de EEUU que tiene Berlín. Porque aunque pudiéramos conseguirlos, que no es fácil, no podríamos pagar los gastos. Es un tema que sabemos que tenemos que manejar con inteligencia. San Sebastián no debe sentir ningún complejo. Somos el festival de habla hispana más importante del mundo.
"Vamos a producir cine de nuevos talentos, como la Cinéfondation de Cannes"
¿Donde van a gastar el presupuesto?
Queremos ser la puerta para el cine latinoamericano en Europa. Y está claro que el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva puede seguir existiendo, pero a la hora de presentar el cine de América Latina en Europa no puede competir con Donostia en presencia de medios y acreditados. También queremos que el festival recupere y amplíe la presencia de la industria, empezando por la española y siguiendo por la latinoamericana y la europea. Vamos a trabajar para crear actividades, como foros de coproducción, para que el sector se reúna y nos tome como punto de referencia.
¿Reforzar el área industrial era una asignatura pendiente?
Sí, creo que durante años ha habido una presencia de la industria por inercia. San Sebastián ha tenido siempre una presencia de la industria pequeña, y estos tiempos complicados han hecho que se note más. Queremos unir en la causa a los productores para que entre todos consigamos que San Sebastián sea un punto de encuentro. Pero no queremos hacer un mercado. No tiene sentido, con los que hay es suficiente, y nosotros coincidimos en fechas con el gran mercado de Toronto.
Entonces, ¿aquel enfrentamiento, que alentó Guardans, entre Málaga y Donostia, por el mercado del cine español está ya zanjado?
Creo que no tiene ningún sentido, y creo que Guardans en sus últimos momentos cambió un poco ese discurso. San Sebastián no podía renunciar al cine español ni al latinoamericano. Málaga y Donostia pueden convivir sin ningún tipo de competencia, podemos cubrir espacios y momentos diferentes. Ahora bien, San Sebastián pretende ser el gran festival del cine español y de la industria.
¿Cómo se vinculará con los nuevos directores y la vanguardia del cine?
Estamos trabajando en un proyecto ambicioso con un conjunto de instituciones vascas y un festival extranjero. La idea es aunar formación, producción y exhibición. Es un proyecto que arrancará en 2015. Está ligado a los nuevos creadores y a las nuevas corrientes del cine actual. Es algo parecido a la Cinéfondation de Cannes, donde se da la posibilidad a directores jóvenes de presentar un proyecto, se les beca para que escriban el guión y luego se producen y promocionan sus filmes. También arrancaríamos un programa para exhibir películas a lo largo del año, vinculado con los nuevos formatos y las nuevas maneras de entender el cine. Nos permite trabajar con cineastas que son cantera, y que serán los cineastas de mañana. Iríamos más allá de En Construcción, nuestro programa para apoyar la posproducción. Nos involucraríamos desde el principio.
¿Ve cine por internet?
Poco, la verdad. Pero quiero aclarar que no sé si es necesaria la ley Sinde, pero lo que sí sé es que bajarse una película por internet no puede ser gratis. La piratería está acabando con el cine, eso lo comparto. Y lo que sí creo es que la ley debería ir acompañada de una serie de medidas con nuevas fórmulas de negocio y exhibición.
Usted era el director de la Semana de Cine Fantástico cuando se suspendió la proyección de A Serbian Film', ¿cree que sienta un precedente para el Festival de San Sebastián?
Me preocupa especialmente porque creo que el público adulto tiene derecho a decidir qué ver, qué leer, qué escuchar, como dijo el Oshima de El imperio de los sentidos. Si la película fuera una apología de la pederastia, nosotros la hubiéramos denunciado. La pregunta es qué hace diferente a España si la película ha pasado por festivales de todo el mundo. Me preocupa mucho como director de San Sebastián. Me pregunto si ahora, cada vez que haya un festival, una asociación católica puede denunciar las películas que considere violentas y un juez decretar una suspensión cautelar, aunque luego se vea que no había delito. Inauguramos un precedente muy grave y es un signo inquietante de la grave situación que estamos viviendo en España con lo políticamente correcto.
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