MADRID.- El periodista y escritor Francisco Reyero (Sevilla, 1971) repasa en Trump, el león del circo (Editorial El Paseo) las claves del éxito político-mediático del candidato republicano. El autor disecciona la insólita aventura política del magnate y su todavía aún más insólita victoria poniendo el foco en el papel jugado por los grandes medios de comunicación.

A toro pasado es muy fácil echar mano del recurrente si ya lo decía yo, pero el caso es que Reyero presagió que no era para nada desdeñable una hipotética victoria de Trump en las presidenciales. Vaya, no solo lo presagió sino que tuvo a bien argumentar sus malos augurios. “No era ni mucho menos una percepción estadística, pero vi un tratamiento mediático preferente por parte de las cadenas de televisión”, confiesa el autor.

En efecto, es imposible entender el fenómeno Trump sin atender a la influencia que ha podido tener las cadenas de televisión en una sociedad tan eminentemente catódica y atomizada como la estadounidense. “Yo no sé qué tipo de entramado financiero tiene detrás, lo que sí sé es que él apenas ha rodado anuncios o encargado encuestas”, explica Reyero, para quien el magnate ha tenido la habilidad de sacar tremendo provecho a la sentencia que en su día esgrimió el presidente de la CBS Leslie Moonves, a saber; “Es posible que Trump sea malo para América, pero es muy bueno para la televisión".
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Así las cosas, el show de Trump fue tomando cuerpo y ganando en telespectadores hasta llegar a convertirse en una suerte de teleserie. En otras palabras, si lo que se buscaba era espectáculo, Trump lo ha garantizado, y si para ello era necesario polarizar a la sociedad hasta límites preocupantes, el magnate y su equipo han sabido hacerlo.

En cuanto al debate sobre los posibles paralelismos entre populismo de izquierdas y populismo de derechas, Reyero concede ciertas similitudes pero siempre con matices. “Yo creo que comparten algunas estrategias, lo que cada uno quiera hacer con el poder ya es otra cosa. No tanto a nivel de gestión, pero sí de estrategia; hay un cierto mesianismo, una búsqueda por polarizar la opinión pública y una espectacularización de la política”.

En ese escenario en el que se premia lo desmedido, el ruido y el conflicto, Trump ha sabido moverse como pez en el agua, o quizá deberíamos decir barro. “Lo importante —y lo triste— aquí es que la ficción se ha convertido en realidad”, zanja Reyero.