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Risas contra el mangoneo del poder

Animalario estrena 'El montaplatos', de Harold Pinter, su esperado regreso a la comedia política

PAULA CORROTO

Animalario ha vuelto a la comedia política. Casi como en aquellos tiempos de Alejandro y Ana, obra con la que dieron el salto mediático y se convirtieron en la compañía ácida con el poder por excelencia. Era el año 2003, un momento bastante especial: guerra de Irak, el Prestige y manifestaciones en la calle. Ahora, en otra situación social y política señalada, vuelven con El montaplatos, un texto político lleno de humor (y dureza) de Harold Pinter, un Premio Nobel que tampoco se mordió la lengua. Estrenan este jueves en la nave dos del Matadero de Madrid.

'Aunque fue escrita en los años sesenta podría ser de hace seis meses, ya que cuenta cómo el poder está empeñado en despojarnos de lo único que nos queda y reírse de nosotros', señala a Público Guillermo Toledo, que junto a Alberto San Juan da vida a un texto dirigido por Andrés Lima. Fue San Juan quien les puso sobre la pista de Pinter: 'Es una de sus obras que más me gusta y teníamos ganas de meterle mano a un Pinter. Además, es una comedia y llevábamos mucho tiempo haciendo dramas'.

Andrés Lima define este montaje como 'una pesadilla cómica'. Muestra a dos hombres encerrados en un sótano en una situación comprometida: tienen que relacionarse entre ellos mientras el poder, en el texto bajo la metáfora de un montaplatos, les sube y les baja la comida de forma arbitraria, juega con ellos. Ese montaplatos 'son los bancos, los empresarios o incluso Dios', puntualiza Lima. 'Hay una mirada crítica hacia el ser humano y sobre todo hacia esa estúpida relación de obediencia y servidumbre hacia el poder con un cuestionamiento: a veces somos estúpidos porque no queremos abrir los ojos. Se admite todo lo que venga del poder aunque esto sea absurdo, que lo es', añade el director.

En la obra, el humor juega un papel de herramienta combativa. Contra la solemnidad, risas. Ni pesadumbre, ni lloros, ni mucho menos, resignación. Como dice Toledo, 'el humor es un mensaje político y de rebelión'. Un instrumento que, además, evita el enfrentamiento entre las personas, puesto que, como añade San Juan, 'el poder siempre envilece las relaciones humanas. Nos traslada la relación enferma y criminal que él mismo establece con las personas'. Pinter intuye ese trasfondo de sociedad feudal a la que parece ir abocada la sociedad occidental con el despojo del Estado del bienestar. 'Y no podemos quedarnos así. ¿Vamos a hacer algo cuando estemos como en Indonesia o Marruecos?', se pregunta Toledo.

Además de las ganas de agarrar un Pinter y volver a la comedia, las razones de este montaje de dos actores sobre un escenario desnudo con un par de camas son también económicas. Hasta una compañía como Animalario, con varios premios Max y representaciones continuas, tiene hoy sus deudas. 'Necesitábamos recuperarnos económicamente porque los ayuntamientos contratan a las compañías, pero no pagan. Necesitábamos una comedia, que es más comercial y con pocos actores', asegura Guillermo Toledo.

Un síntoma más de una situación en la que, como define San Juan 'la financiación pública de la cultura está en peligro de extinción, ya que, no es que haya una crisis, es que vivimos un momento de asalto del poder a la comunidad, a lo que es de todos'.

Con este montaje Animalario no ha querido cercenar su sello. El espectador lo notará en cuanto entre en una sala cuyas butacas han sido cubiertas con bolsas de basura. Una idea de Beatriz San Juan que busca la identificación con los sufridos personajes. 'Cuando llevas media hora entiendes por qué hemos hecho esto. Este es un sitio que se llama matadero y precisamente esta era la sala degüello de cerdos', apunta Lima. En definitiva, todos quedamos como objetos sin alma dispuestos a ir al basurero.

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