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Rodrigo García: “El diablo puede ser la sombra que está dentro de nosotros”

El cineasta Rodrigo García, hijo de Gabriel García Márquez, elige al hijo y el padre más famosos de la Historia –Jesucristo y Dios- para reflexionar sobre las relaciones patero-filiales en ‘Últimos días en el desierto’.

Ewan McGregor, un escocés de ojos azules que encarna a Jesús y al Diablo en 'Últimos días en el desierto'

Rodrigo García ha elegido lo extraordinario para tratar un tema ordinario. Ha apostado por el hijo y el padre más famosos de la Historia, Jesucristo y Dios, para reflexionar sobre las relaciones paterno-filiales. No es el único riesgo de Últimos días en el desierto, una película financiada por inversores privados, con muy pocos diálogos y un reparto que ha levantado cierta polémica. Protagonizada por Ewan McGregor, un escocés de ojos azules que interpreta a Jesús y al Diablo, los otros intérpretes de esta ficción son el irlandés Ciarán Hinds, el texano Tye Sheridan y la israelí Ayelet Zurer.

“Después de diez años en los que en cada entrevista me preguntaban por mi padre, llegó un momento en que los periodistas pensaron que yo no quería hablar de él. En las entrevistas que hice por mi anterior película, Albert Nobbs, nadie me preguntó por él. Me sentí triste porque no me preguntaban por mi padre. A lo mejor he hecho esta película para que me pregunten por él”.

Últimos días en el desierto narra la salida de Jesús del desierto después de sus cuarenta días de ayuno y meditación. En ese recorrido de vuelta se encuentra con una familia: una madre enferma, un hijo que quiere irse a Jerusalén y un padre que quiere mantenerle allí. Jesús, Yeshua en la película, lucha contra las tentaciones del Diablo, que le propone desaparecer si él es capaz de solucionar ese conflicto familiar.

Repetir actor para Jesucristo y el Diablo ¿es una manera de decir que la tentación está dentro de nosotros mismos?

Aunque no me lo planteé así, el Diablo se puede ver como un ser externo, opuesto a Jesús, o se puede ver también como una expresión de ese otro yo, de esa sombra que está dentro de cada persona, de la parte oscura, pero no es necesariamente metafórico, lo dejo a la interpretación del público.

¿La muerte de su propio padre le hizo reflexionar sobre las relaciones padre-hijo?

No, yo había escrito este guion antes de que muriera mi padre. Esta película trata un tema que me interesa y, por supuesto, hay cosas personales y autobiográficas, pero nunca de manera literal. Ningún personaje soy yo, ningún personaje ha vivido lo que viví yo ni nada por el estilo. Pienso en estas relaciones porque soy hijo y porque soy padre, y porque creo que el impacto de los padres y las madres en los hijos es tremendo y la influencia de los hijos sobre los padres también.

Y ¿qué hay suyo personal o autobiográfico aquí?

La sensación de la fortaleza, el cemento, las cadenas que atan una persona a otra, las relaciones que no se pueden deshacer… Siempre está atado uno a sus seres queridos, aun cuando no son queridos, o cuando uno no es querido. Entonces esa relación simbiótica me apasiona y es importante, pero nada de eso se relaciona directamente conmigo.

Los dos hijos de la película dudan en algún momento de sus padres. ¿Usted dudó alguna vez?

No, nunca tuve esa duda.

La mención de Jerusalén, corrupta y viva, ¿se puede aplicar literalmente a esa ciudad? o ¿estaba usted pensando en otros lugares?

Es una idea bastante común sobre todo en tiempos lejanos, aunque existe todavía ahora, que el campo, la montaña, el desierto son lugares donde la vida se puede vivir más simplemente y que las grandes ciudades son lugares de pecado, de corrupción, de demasiada vida. En particular me refería a Jerusalén porque era la ciudad de ese momento del mundo de esas personas, pero no porque fuera particularmente corrupta y viva. Creo que desde el punto de vista, por así decirlo, de la gente de provincias, creo que históricamente es gente que ha pensado que las ciudades son lugares peligrosos donde existe el riesgo de cruzarse con el diablo, el mundo o la carne.

Rodrigo García durante el rodaje

Rodrigo García durante el rodaje

Aquí se ha apartado del universo femenino, muy presente en otros de sus trabajos. Sí hay una mujer, pero ella es madre y esposa, y cuando ya no puede ayudar más a su hijo, pierde el deseo de vivir, ¿por qué? ¿no queda un poco limitado así el personaje femenino?

Queda limitado el personaje femenino en esta historia porque es una historia de padres e hijos, el personaje femenino es un personaje secundario. No creo que pierda el deseo de vivir, sencillamente el marido murió, el hijo se va, ella se sabe muy enferma y decide bajarse ya del mundo. Creo que es el personaje femenino que me hacía falta para contar esta historia de hombres, pero en general no me preocupa que sea limitado.

¿Cuál es su relación con la religión y con Dios?

Como todo ser pensante me interesa el misterio. No estoy por encima del misterio de quiénes somos, de dónde venimos y si hay o no un plan, pero no soy una persona que se suscriba a una religión particular.

A pesar de que el episodio de los días de Jesús en el desierto es muy conocido, usted no pone especial énfasis en los problemas de la fe, ¿qué significa la fe para usted?

No sé hablar en términos de fe religiosa, porque no soy una persona religiosa, pero en cualquier caso lo que me interesaba aquí era el lado humano de Jesús, no el lado divino. Quizás hay un paralelismo entre este muchacho que se quiere ir de su casa y su padre que no le deja, y Jesús que le gustaría también escoger su propio destino, pero a lo mejor siente que su destino está ya prescrito. Me interesaba ver a estos dos hijos que les gustaría tratar de escribir su propio destino.

El desierto es un personaje más, para un padre es el espacio en que se siente seguro y donde quiere que esté su hijo, mientras que para Jesús significa la soledad. ¿Eso indica diferentes miradas del mundo que nos rodea?

Todas las miradas coexisten. El desierto es interesante porque es sumamente bello, desde siempre ha atraído a los individuos, porque es un lugar de contemplación donde se puede uno sentir conectado e identificado no solo con la inmensidad del tiempo y del universo y con la unidad de todas las cosas, sino que también invita a una introspección. Es un lugar donde se puede ser muy universal o muy individual. Puede ser un lugar donde alguien se siente seguro y un lugar que signifique la soledad y el aislamiento, la subjetividad, la relatividad del individuo.

Con esta película ha dejado atrás su zona de confort, no hay universo femenino… ¿ha sido un reto?

Esta historia en sí me interesó, se me ocurrió tal y como la conté. Fue el mismo reto de siempre. Por otro lado, es difícil de pensar en las mujeres como una zona de confort, es más bien para mí una zona de interés, de obsesión, de pasión… Todo guion es y tiene que ser un reto. Toda película debe ser un reto que asuste, si no, no vale la pena. Uno tiene que enfrentarse a algo que le atemorice.

En un mundo convulso y hostil como el que tenemos hoy, ¿no le tienta hacer una película apegada a los problemas de hoy? ¿un cine más político?

No me gusta abordar una idea, una película o un proyecto desde un punto de vista conceptual, si tengo una idea sobre personajes y situaciones que me interesen desde el punto de vista humano, de pasiones, de frustraciones, de necesidades humanas y se le puede dar un contexto político, entonces sí lo haría, pero no me plantearía hacer una película política.

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