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Rosario, 'La Tremendita': "Soy una mujer poco terrestre; me implico en política a través de mis letras"

La artista, en esta entrevista con 'Público', defiende la libertad de creación en el mundo flamenco y en los demás: "Si un artista no puede hacer lo que siente, ¿dónde está la obra del artista? ¿Dónde queda?"

Rosario, la Tremendita.
Rosario, 'La Tremendita'.

Rosario, La Tremendita, la hija del Tremendo, es una exploradora que, por un lado, usa el canon flamenco, mamado en casa, en Triana, como linterna; y, por otro, lleva a Patti Smith –"es mi ídolo", dice– por sombrero. La Tremendita mezcla en su obra tradición, inevitable en un arte de raíces tan jondas como el flamenco, y modernidad –bases electrónicas, ambientes sonoros que remiten al jazz...–. Y todo ello acaba por envolverte en una atmósfera propia y original: una voz.

Su último disco, Tremenda, Principio y Origen, es aparentemente dual, como Sevilla, donde nació en 1984, como el corte de pelo que lleva, rapada la parte derecha de su cabeza, larga melena en la izquierda. Sin embargo, hay mucho más: "He aprendido que no soy mujer de etiquetarme en nada. En mi cabeza conviven bastantes mundos y todos son complementarios entre sí", afirma a Público.

En el álbum –el cuarto desde Al Tiempo, publicado en 2010, hace doce años– disecciona sus cantes con la ayuda de grandes del flamenco. Sobre este trabajo, dice: "Me he encontrado dos discos completamente diferentes. Es un viaje diferente. Está vestido con un traje totalmente diferente. Es como si a ti te vestimos de esmoquin o te ponemos un chándal por la mañana. No tiene nada que ver".

Durante la conversación que, obviamente, se produce en Casa Cuesta, en Triana, su barrio, el de su familia, un raro día de lluvia en Sevilla, La Tremendita, poco a poco, cita algunos de sus referentes creativos.

Uno es Enrique Morente y Omega. "En el disco de Omega, Enrique abrió un camino a toda mi generación de libertad absoluta, y además desde el conocimiento. Enrique era un gran conocedor del flamenco. Pasó muchos años de su vida estudiando el cante. ¿Por qué ese hombre no iba a hacer lo que le diera la gana con su arte y con su música? Si un artista no puede hacer lo que siente, ¿dónde está la obra del artista? ¿Dónde queda?".

La Tremendita cree que las cuitas del flamenco, las peleas de ayer y de hoy, deben alejarse del conflicto. "Aquí hay mucha llamada de atención por parte de todo el mundo, de los ortodoxos, de los contemporáneos. Creo que el arte y la música y el flamenco van por otro sitio. No se trata de conflicto. Siento por primera vez con este álbum doble que pone de acuerdo. He sentido en la bienal de Sevilla [donde lo presentó] que los críticos más ortodoxos y los más modernos no estaban discutiendo".

"Yo tengo –añade– la coña en casa, que digo: ¿Tú qué eres más de principio o de origen? Tengo amigos que me dicen a mí me gusta más la guitarra. Otros dicen: A mí, Tremenda, me gusta más la electrónica. Porque no vienen del flamenco. Otros dicen que no conciben una cosa sin la otra. Es cuestión de gustos. Yo estoy experimentando y hago mi búsqueda como artista y voy a respetar todos los gustos. Una cosa no elimina la otra. Lo bueno que tiene el flamenco, y está más vivo que nunca, es que todas las corrientes son necesarias. Hace falta un José de la Tomasa, un Juan Villa, un Pansequito y hace falta gente en otra búsqueda. ¿Quién quiere eliminar caminos? El que tenga miedo. Yo no lo tengo. Yo hago esto por una necesidad vital y además me lo he ganado a pulso. No tengo respaldo detrás".

Política y familia

Otra de sus referentes es Patti Smith, de quien dice, con pena, que no la pudo ver actuar hace unas semanas en Sevilla porque estaba fuera de la ciudad. "Pero estoy muy segura de que va a ocurrir ese encuentro muy pronto. Es mi ídolo. La afición al café que tiene, yo la tengo también por ella. He leído todos sus libros. Es una mujer que ha luchado mucho. Tiene una cabeza admirable, alucino con ella", dice.

Smith es una mujer implicada en diferentes causas políticas. También gente como Manuel Gerena, "un supercantaor", lo define. ¿Y La Tremendita? ¿Le gusta implicarse? "En el mundo del flamenco ha habido gente con mucha implicación política. A mí me cuesta. Soy una mujer bastante soñadora, bastante poco terrestre y me gusta estar en el estudio. Reconozco que a veces debería implicarme más, porque tenemos voz. Pero lo hago a través de mi música. De alguna manera me implico en la política a través de mi música y de mis letras. Creo que me expreso mejor que hablando".

Oye mi voz, que abre su último trabajo, se puede leer en efecto y por ejemplo como un muy potente y crudo alegato feminista. "Es un disco con un discurso muy social, muy feminista, y del empoderamiento de la mujer. Y esa es mi manera de expresarme. No me veo entrando en política. Hay profesionales que se dedican a eso. Lo mío va por otro lado más romántico", asegura.

"Estoy metida en el estudio 24 horas, me lo tenéis que explicar todo", dice cuando se le pregunta por alguna cuestión concreta, como la polémica con la ley Trans. Cuando se le dan algunas pinceladas, afirma: "No estoy en el detalle, pero está claro que estoy a favor de los derechos humanos, de respetar cómo se sienta cada uno. Si un hombre se siente mujer, que sienta, viva, ame en todo su esplendor. Y si el resto de la sociedad podemos ayudar a que se sienta mejor, hagámoslo".

Sobre el machismo y si ella misma lo ha sufrido, abrocha esta reflexión: "Existe en la sociedad. Afortunadamente, yo no me encuentro en la situación de mi bisabuela Enriqueta, que era una gran cantaora. Se dedicó a criar niños y a ser ama de casa, trabajadora, tenía un puesto en el mercado de Triana. La conocí hasta los 20 años. Aprendí mucho cante de ella. Cantaba mejor que todos nosotros juntos. Ella no tuvo la oportunidad que tuve yo. Ella no tuvo voz y yo la tengo. Pero tenemos aún un largo recorrido, no solo en el flamenco. En el flamenco estamos como está la sociedad". "No he vivido personalmente episodios extraños y raros porque vengo de estar en una casa donde me he sentido muy apoyada. He ido con mi padre a todos sitios. Era la niña del Tremendo y luego la niña del Tremendo se crio y tiene mucho carácter. Es de la escuela del Tremendo. La niña del Tremendo respeta y quiere ser respetada. Fin. Ante eso, es difícil que haya episodios extraños. Estoy segura de que las oportunidades a día de hoy no son las mismas siendo mujer y siendo como soy [paya y lesbiana]. Si yo fuera un hombre y más morena de piel y viniera de otro sitio, tendría que luchar menos", añade.

Otro referente creativo, fundamental, es su familia. "Nunca he sido de pedir perdón. No soy de pedir permiso. Ni en casa, ni en la música, ni en la vida, por hacer lo que realmente siento. Tuve suerte de vivir el flamenco en mi casa desde el respeto, desde el conocimiento. Me inculcaron mucho la responsabilidad de estudiar, de conocer. Cuando aplicas conocimiento, respeto, conciencia y libertad...".

"El flamenco –añade– es nuestra forma de expresarnos. Mi padre es cantaor, mi hermano es cantaor. Ellos sí se dedican a la tradición. Ellos piensan que yo hago tradición también. No se sienten diferentes a mí ni yo tampoco a ellos. Es curioso porque yo no entiendo que no esté cantando lo que he mamado en mi casa, canto por seguiriyas… Lo que pasa es que, por supuesto, si tengo que cambiar la estructura de un cante o el acompañamiento, o me nace un cante de invención propia como en Fatum [su segundo álbum], basado en la taranta en la malagueña, ¿por qué no hacerlo si lo han hecho otros cantaores anteriormente?".

Rosario nunca quiso ser otra cosa que música y nunca ha hecho otra cosa que música. "Llevo en el escenario desde los cinco años. Me he criado en las peñas, festivales y concursos hasta los 18 o así. Luego estuve combinando hasta los 28, 29 y 30 con la danza. He dirigido musicalmente espectáculos de danza. Y en 2010 saqué A tiempo, mi primer álbum. Y hasta hoy. Lo miro con mucho cariño. Todo forma parte de mi evolución y crecimiento. Hay cosas que a veces digo ay, pero gracias a ese recorrido estoy aquí hoy. Vengo de una silla, de un mantón, de una flor y de una peña, de un concurso, de un festival. Estoy orgullosa de eso".

Su primera vez en un escenario fue esta: "En la plaza Anita [en Triana]. Tenía cinco años. Llevaba un traje de bata de cola que me hizo mi tío Antonio de color rosa fucsia. Estaba mi maestro al piano, Moradiellos, y recuerdo que vino mi familia. Y está grabado en vídeo. Y desde entonces me lo tomé súper en serio. Me he tomado la música muy en serio y nunca pensé ni en modas ni en pelotazos. Siempre he admirado la carrera de Enrique Morente. Mi padre me inculcó la carrera de fondo: no puedes dedicarte a esto un año; tienes que dedicarte a esto 50, 60, 70 años. Imagínate todo el tiempo que tienes para aprender, pero tómatelo en serio y estudia. Fue conmigo muy exigente".

Los ingresos

Los ingresos de La Tremendita vienen sobre todo de los conciertos. El próximo 26 de octubre está en Madrid en los Teatros del Canal y va también a Barcelona el 28 de noviembre, al festival de jazz. 

"El otro día –agrega– leí una entrevista de Tomatito, al que adoro y admiro. En ella dice: Me hice solista porque cuando murió Camarón, nadie quería que le tocara, ningún cantaor. Yo me siento un poco así. Me he hecho independiente porque no he tenido nunca el apoyo de la industria detrás. No he sido un producto fácil, ni soy una artista de sí a todo. Los discos se levantan con el esfuerzo del equipo. Los músicos tienen mucha importancia en mi trabajo, el productor, este trabajo es tan suyo como mío. Pablo Martín Jones. Tengo un equipazo detrás en la oficina. En diseño, prensa, fotografía... Son muchas cosas un álbum, a fondo perdido. Imagino que si hablamos de un producto de millones y millones de visitas ahí sí hay dinero. Pero en el flamenco no estamos ahí".

"Yo hago discos –continúa La Tremendita– porque lo necesito. La gente espera a que le hagan las cosas. Tengo compañeros que dicen: a ver si viene alguien y me hace un disco. Eso no va a pasar en la vida. ¿Por qué va a venir alguien a hacer eso? Me he criado entendiendo que nadie tiene por qué darme nada. Cuando pude ahorrar un poco, cantando, me hice el disco. Ese disco me costó a mí caro. La gente se compra casas. Yo no me compro casa. Nunca he trabajado de otra cosa. Como yo deje de cantar, mal. No sé hacer mucho más. Si hago un balance de la aportación psíquica, física y económica, he entregado mi vida al arte. Tengo 38 años, no tengo familia, no tengo casa propia. Tengo un coche que pago todos los meses. Hago muchísimos kilómetros. Los hago yo, conduzco yo. No me arrepiento de nada".

Remacha: "Lo hago porque necesito respirar. Es que yo me dedico a la música para respirar".

Lleva en los últimos meses más de 50 conciertos, en grandes escenarios, como el Teatro de La Maestranza, en Sevilla, y en más pequeños, como el castillo de El Real de la Jara (1.500 habitantes, en la sierra norte de Sevilla). Ya va siendo momento de parar un poco, piensa. A veces le duele la espalda de tanto llevar el bajo eléctrico parriba y pabajo. ¿Tenía mono de conciertos tras la pandemia? "No tenía tanto mono de escenario. Lo que pasa es que ha ocurrido así. Me siento superafortunada de que existan tantas propuestas.

¿Qué hizo durante la pandemia? "Al principio deprimirme, luego cogí la guitarra, hicimos un vídeo con mis músicos. Pero no me apetecía como estaba todo el mundo en internet. Me dediqué a seguir dándole forma al álbum, la pandemia me pilló en medio. Por un lado, me vino bien, porque pude reflexionar lo que sí, lo que no. Por otro lado, como todo el mundo: acojonada, con lo familiar y callejera que yo soy. Estoy criada aquí en Triana. En la casa estoy lo justo. A mí me reñía –dice con humor– todos los días la Policía. Me iba al supermercado y me pasaba por el balcón de mi abuela, de mi tía, de mi sobrino. Afortunadamente, no tuve ningún episodio familiar malo. Soy una persona positiva. Fue un momento para reflexionar".

Salud mental y composición

Ella, durante la conversación, saca el tema de la salud mental. "En mi casa hasta lo malo se cuenta riéndose. Cuando voy a la psicóloga, me lo dice: A ti te salva que hasta el drama más drama del mundo lo cuentas riendo". Al respecto, La Tremendita apuesta por ocuparse de uno mismo para "crecer": "Llevo yendo al psicólogo desde adolescente. No voy constantemente. Empiezo un trabajo, luego otro. Decidí ir yo porque quiero crecer. Esto [la vida] es muy difícil. Te traen al mundo. Te echan así, ahí, te ponen matemáticas, lenguaje, sociales, pero no te enseñan a vivir, a gestionar las emociones. Al final, siempre hay alguna cosa".

"Soy hija de padres divorciados, con padres muy especiales. Vengo de una tradición con muchas reglas y prejuicios. Mi cabeza también estuvo dividida y quería salirme de la silla y quitarme el mantón y coger un bajo eléctrico. Nos tienen que enseñar a vivir y a gestionar nuestras emociones y a relacionarnos con los demás y a intentar dar el menor por culo posible a todo lo que nos rodea. Debemos aprender a responsabilizarnos de nosotros mismos. Y para eso hay que ir a gente que sabe. Y hay mucha gente que lo que hace es dar por culo al resto. Yo creo que es mucho más interesante responsabilizarse de uno", agrega.

¿Cómo hace Rosario para escribir y componer? "Escribo en el ruido. Te puedo engañar y decirte que me voy a la montaña, que me pongo en una chimenea con una libreta, pero te estaría mintiendo. Yo me crie en una casa donde hay mucho ruido, donde mi padre me despertaba a las tres de la mañana porque venía con un cantaor para que le escuchara la letra al cantaor. La realidad es que me he criado en el caos. Y funciono bien ahí. Muchas veces, cuando voy conduciendo, se me ocurren letras. Y me paro y las grabo. O a veces estoy en casa, y tengo a mi sobrino corriendo y la abuela diciendo que va a poner el puchero o lo que sea y yo estoy con la letra. Siempre están en mi cabeza".

"También –prosigue– me surgen ideas leyendo. Leo mucha poesía. Ahora estoy con Ángel González. Y he terminado con la trilogía de Pedro Salinas. Una de mis poetas favoritas es Anne Sexton. Me gusta también Valente. Y Lorca, que es nuestro, para los flamencos, es... Me encanta coger poesías de autores contemporáneos que nada tienen que ver con la métrica del flamenco y darles vueltas y convertirla en algo que suene a flamenco. Y otras las escribo yo. También –añade– colaboro con otra gente. Por ejemplo, este disco tiene mucho de Laurent Berger, un poeta que vive en París, con el que tengo mucha amistad y me ayudó a darle forma".

Pongamos que Rosario habla de Triana. ¿Cómo está el barrio? ¿Le ha afectado el turismo? "El turismo ha arrasado Triana. Hay edificios que debían haber mantenido la esencia de como eran. A veces me encuentro un edificio gris, minimalista, liso en una fachada de Triana y digo: ¿esto qué hace aquí? Pero mi esencia sigue siendo la misma. Mi familia sigue viviendo aquí. Mi abuela sigue viviendo aquí. Mi otra abuela vive arriba. Me gusta todo lo de mi tierra, soy sevillana, soy andaluza, me gusta la semana santa. La tienda cofrade más famosa de toda Triana la tienen mis tíos. Me gusta la feria, me gusta todo lo que signifique una reunión, una celebración y juntarme con mi familia. Triana no es bonita ni fea, es una forma de ser y un carácter muy particular y o lo odias o lo amas. Eso es así".

¿Y Andalucía? ¿Qué es para La Tremendita? "Andalucía es mi identidad, es mi esencia, es mi familia, es mi casa. A cada provincia le encuentro su encanto. Andalucía para mí es perfecta, clima, gastronomía, un carácter diferente en cada provincia, montaña, mar. más que tenemos que cuidarnos un poquito los unos a los otros". ¿Y el calor? "Adoro el calor. Yo funciono a partir de los 45 grados. ¿No ves que yo nací el 1 de julio de 1984 en Sevilla?", cierra con sentido del humor.

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