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Rubén Alves: "Ahora salen ingenieros para ir a limpiar. La emigración hoy es psicológicamente peor"

BEGOÑA PIÑA

La comunidad portuguesa en Francia asciende a unas 800.000 personas. Muchas de ellas encontraron allí el refugio que buscaban cuando escaparon de la dictadura de Salazar. Allí se casaron y tuvieron hijos... y allí construyeron un tópico que todavía hoy perdura, el de que los portugueses son todos porteras y albañiles. 'Mis padres lo eran', dice Rubén Alves, guionista y director de La jaula dorada, una comedia que retrata este caso concreto de emigración, pero que sirve de reflejo de cualquier otro, y con la que ganó el Premio del Público de los premios del Cine Europeo.

'Mis padres se fueron jovencísimos, dejando atrás el fascismo portugués. Emigraron por la dictadura, buscando la libertad que no tenían y también mejores condiciones económicas. Hoy, por la crisis, los jóvenes se van de Portugal con mucha formación, allí no hay trabajo para ellos, pero siguen trabajando en Francia en la limpieza y como albañiles. Ahora la emigración psicológicamente es peor, de Portugal y de España salen ingenieros que se van a limpiar', explica este hijo de portugueses nacido en París, un actor que ha debutado como director con esta película, con la que ha conquistado al público francés (más de 1,2 millones de espectadores) y portugués (800.000).

Aunque novato, Alves ha demostrado mucha resolución y coherencia con su ópera prima. De producción totalmente francesa, el reparto de personajes portugueses de La jaula dorada está formado por intérpretes lusos, la mayoría de ellos emigrantes o hijos de emigrantes en Francia. El internacional Joaquim de Almeida encabeza este cartel, en el que le acompañan Rita Blanco, Barbara Cabrita, Jacqueline Corado da Silva y Maria Vieira, entre otros. El lado galo lo lideran Roland Giraud y Chantal Lauby.

El filme cuenta la historia de un matrimonio, José y María, que lleva media vida en Francia, donde ha formado una familia. Portera y albañil, un día reciben la noticia de que han heredado una gran casa y un negocio de vino de Oporto. Es el momento de volver. Los franceses para los que han trabajado no quieren prescindir de ellos, sus hijos son franceses y no tienen nada claro eso de querer irse a Portugal, ellos tienen también su vida allí... La situación permite al director, siempre desde la comedia, retratar la personalidad lusa, callada y sumisa, y la francesa, mucho más condescendiente y altiva.

'El francés tiene una arrogancia vital, natural, que es una cosa muy buena para vender, pero no lo es para los demás', sentencia la actriz Jacqueline Corado, que ha acompañado al director en su viaje a Madrid. Hija de emigrantes, como Alves, la intérprete asegura que esta película es un reconocimiento a los que ella considera 'los héroes modernos'. 'Los franceses son bastante clasistas y xenófobos', admite Rubén Alves, quien, a medio camino de ambos países, se siente en la obligación de decir que no son los únicos y que 'nadie se libra del todo'.

'Antes eran los emigrantes portugueses los que estaban en lo más bajo, a los que nadie conocía, ahora los nuevos son los rumanos, los de los países del Este. Pero hay que mirar en positivo, la gente evoluciona -dice el director-. Antes a los franceses les parecía que los marroquíes no eran muy limpios, ahora su plato favorito es el cus-cus'.

'Es la primera vez que uno de nosotros hace una obra de arte en Francia y lo hace sin amargura', sentencia la actriz Jacqueline Corado, que destaca que con esta película se ha hecho más por la comunidad lusa que con ninguna otra acción. Desde el estreno en Francia de La jaula dorada la comunidad portuguesa, silenciada durante decenios, ha empezado a existir públicamente. 'Invitan a cantantes de fados a los programas de televisión y se hacen debates también en televisión sobre la emigración portuguesa', reconoce el director, que cuenta como 'muchos franceses en las proyecciones han venido luego a decirnos que es verdad, que llevan veinte y treinta años trabajando con algún portugués y que no saben nada de su vida'.

'En Francia  no conocen casi nada de la cultura portuguesa, se quedan en generalidades. Con la película se ha empezado a hablar, eso es muchísimo', concluye Alves, que prepara ya su segundo largometraje. 'Quiero hacer cine de lo que me toca, de lo que me rodea. Lo próximo será sobre un tema muy fuerte relacionado con la identidad, pero quiero, como aquí, contarlo sin demasiada gravedad, porque la mejor baza que tenemos para todo es el sentido del humor'.

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