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Salmos y poemas para un Dios a medida de Leonard Cohen

Visor recupera 'El libro de la misericordia', donde el músico buscó y creó a su propia deidad. Además, la editorial ultima una gran antología con toda su poesía y canciones, compuesta por dos vol&uacu

PEIO H. RIAÑO

Escribió desde la herida, desde la espera de la verdad, desde la oscuridad que le rodeaba completamente.

Escribe al 'nombre muerto que a través de su misericordia habla al hombre vivo'. Pero Leonard Cohen, encerrado en su caravana por la Provenza en los ochenta, se dirigía a la misericordia que escucha y cura la voz doblegada. La voz rota que le había dejado la separación, en 1979, de sus hijos, cuya custodia pasaba a ser de la madre y ex esposa Suzanne Elrod, que se marchó a Francia a vivir.

El libro de la misericordia, que ahora rescata la editorial Visor en una traducción corregida, revisada y mejorada por su primer traductor al castellano, y amigo de Cohen, Alberto Manzano, es el diario de la creación de un Dios, sin forma ni nombre. Son las alabanzas a una divinidad hecha a su imagen y semejanza, a la medida de sus frustraciones.

Publicado en EEUU en 1984, es su visión hecha a retazos de varias religiones

Cohen se pregunta dónde ha estado metido, adónde va. Responde: 'Voy a pedir perdón al Altísimo'. Publicado en EEUU en 1984, y en España en una pequeña edición dos años después, El libro de la misericordia es la construcción del músico de una visión cosmológica de una divinidad hecha propia y a retazos de otras tantas religiones. 'Aunque no crea, acudo a ti, y alzo mi duda hacia tu misericordia. Bajo el desprecio de mi propio orgullo, abro la boca para pedirte de nuevo: acaba con estas rigurosas preparaciones', escribe en uno de estos poemas.

Manzano recuerda que desde finales de los sesenta el camino espiritual de Cohen pasa por el zen, el hinduismo y culmina con la lectura del Talmud y las Sagradas Escrituras, en aquella rulot, con su guitarra y sus libros, mezclando visiones no teístas con monoteístas, releyendo y troceando la tradición judeo-cristiana con el método budista, para describir una divinidad que gobierna el mundo sin cara ni mando. 'Se refiere a un Dios espiritual, a la energía cósmica. Al innombrable', detalla su traductor.

Cohen se dedicó en soledad a levantar poemas como salmos, y viceversa, contra el descaro de la alegría, contra el olvido de la muerte, procurando evitar el lugar 'donde las chispas se apagan'. Es decir, este no es un canto al pesimismo, es un tributo a la humildad.

'No me olvides en mi satisfacción', escribe el músico a su divinidad

Tampoco es una novela para leer del tirón, es una referencia para ir y venir. Cohen trataba de librarse, como fuera, de los excesos que le hacían errar el camino: 'Cuando no siento ira ni pena, y te alejas de mí, es cuando siento más miedo. Cuando el vientre está lleno, y la mente empieza con sus refranes, entonces temo por mi alma; corro hacia ti igual que un niño en la noche irrumpe en la habitación de sus padres. No me olvides en mi satisfacción'.

Desde la fortaleza de sus decepciones se flagela contra una vanidad excesiva. 'Soy demasiado magnífico para pedir ayuda', escribe. Pero hay en su renuncia a la actitud altiva más miedo al ruido que al éxito, porque por entonces el músico todavía no era reconocido como se le aplaude hoy.

Por eso en este particular trayecto por el desierto, apela a la misericordia, para agradecerle a esa voz que le ha salvado. 'Diste a la herida una lengua con la que sanar. Cubriste mi cabeza con el cuidado de un maestro, sujetaste mi brazo con la fuerza de mi abuelo. Oh amada voz, oh consuelo susurrante en el terror, indecible explicación del humo y la crueldad, desarma la conspiración contra uno mismo, deja que me atreva con el descaro de la alegría', pide para ser otro de nuevo. O un nuevo otro.

Su poesía completa tendrá inéditos y las nuevas canciones de 'Old Ideas'

Todavía faltaban diez años para que, tras la promoción de su álbum The Future, se retirara seis años al monasterio budista en Mount Baldy, un centro de meditación zen próximo a Los Ángeles, pero ya pasaba tanto tiempo fuera del monasterio como dentro, en sus retiros espirituales anuales.

Así que, en 1982, y de manera autodidacta, creía haber entendido las enseñanzas de su maestro, que le dio 'todo lo que no necesitaba' y le dijo 'todo lo que no necesitaba saber'. 'Me remitió a los grillos cuando tenía que cantar, y cuando intentaba estar solo, me ató a una congregación. Cerró sus puños y me machacó hasta mi propia forma. Vomitó de asco cuando me hinché sin llenarme. Hundió sus dientes de tigre en todo lo que era mío y yo me negaba a reconocer'.

El editor Jesús Visor anuncia que en las próximas semanas editará una antología llamada a ser la referencia forzosa de la obra lírica de Leonard Cohen, bajo el título A mil besos de profundidad (tomado de uno de sus poemas). Compuesta por dos grandes volúmenes, que reparten sus poemas y letras de canciones entre 1956 y 1978, y un segundo libro dedicado a su obra entre 1979 y 2011, la obra separa su primera etapa creativa de la última, en la que se entrega y desarrolla su inspiración espiritual.

Tal y como adelanta su traductor a este periódico, en este tomo se incluirán, junto a fragmentos de su novela Los hermosos vencidos, canciones inéditas del disco Old Ideas, que publicará el próximo año con diez temas nuevos. También se incluirá el poema Una calle, desconocido hasta el momento y en el que Cohen escribe sobre el 11-S.

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