Así eran los salones y burdeles auténticos de la serie 'Yellowstone' y de las miniseries '1923' y '1883'
Taylor Sheridan, el creador de la exitosa saga de wésterns, reescribe la historia de los pueblos nativos y de las mujeres que colonizaron el Oeste. Estas fotografías reflejan los escenarios reales de la época.
Madrid-Actualizado a
Hollywood construyó, tabla a tabla, el Oeste. Una ficción maniquea de buenos y malos: vaqueros civilizados versus indios salvajes. Una tierra prometida, una promesa de igualdad, una pradera sin dueño defendida a tiros cuando se convierte en propiedad privada. La ley del más fuerte y el mito fundacional de Estados Unidos. Un hombre blanco de una sola pieza, obstinado, duro y viril. Un espacio de libertad, como este Madrid que nos ha tocado vivir, pero polvoriento y sin terrazas.
La conquista de aquel lejano, antiguo o salvaje Oeste fue protagonizada, entre otros, por miles de colonos, como se refleja en la miniserie 1883, precuela de la exitosa Yellowstone. La familia Dutton emprende una travesía desde Tennessee hasta Oregón y se suma en Texas a una caravana de emigrantes centroeuropeos en busca del sueño americano. Durante semanas, atraviesan pueblos donde confluyen mineros, trabajadores, buscavidas, cuatreros y mujeres empoderadas como las que protagonizan la producción de SkyShowTime.
En esos cruces de caminos proliferan los salones y los burdeles —donde corren el alcohol y las enfermedades venéreas— e impera una doble moral que desprecia a las prostitutas al tiempo que las considera un mal menor para evitar el acoso de los hombres a las mujeres de buena reputación, todo esto entre comillas. La hipocresía y el cinismo contribuyen a modelar el estereotipo, que 1883 y 1923 —el eslabón que une la primera miniserie y Yellowstone— se empeñan en destrozar con sus audaces y sufridos personajes femeninos.
Sufridos porque el creador de las series, Taylor Sheridan, ofrece una visión diferente de los pueblos nativos y de la represión que padecieron, sobre todo las mujeres, así como las consecuencias de su aniquilamiento y su confinamiento en las reservas, donde ahora se alzan los casinos. Su perspectiva se aleja, pues, de los wésterns clásicos, cuya responsabilidad a la hora de erigir un hombre, una tierra y una nación no es exclusiva, pues a lo largo de los años la fotografía y la prensa también colaboraron a fijar los clichés.
Si estas producciones de SkyShowTime, accesibles a través de Movistar Plus+, desmontan algunos mitos y tópicos al reescribir la historia oficial —o sea, la de los vencedores—, ¿qué decir de sus ambientaciones? Quizás 1883 peque de ensoñadora y pulcra, pues uno de los fuertes de la miniserie podría ser, al mismo tiempo, uno de sus defectos, pero no conviene ahora destripar el asunto. ¿Acaso son realistas los decorados de los burdeles, los salones y los hoteles?
Aunque la tarea de justicia histórica llevada a cabo por Taylor Sheridan era más complicada y necesaria, por si hubiese alguna duda sobre la recreación de los establecimientos de ocio, esparcimiento y explotación sexual, aquí va una muestra de cómo eran en la vida real. Teniendo en cuenta que Yellowstone se desarrolla en la actualidad, las fotografías tendrían que ser de bares de música country, como los que pueden encontrarse en el estado de Montana, donde está situado el rancho de la familia Dutton.
Sin embargo, si nos atenemos al guion de la serie protagonizada por un inspirado Kevin Costner, ya no son lo que eran —un abrevadero para vaqueros de las ganaderías de la zona donde la montaban en sus ratos libres—, sino un pasto abonado para los turistas gentrificadores.
A continuación, algunas imágenes de los saloons de la época, pertenecientes, entre otros archivos estadounidenses, a la Biblioteca del Congreso y tomadas a finales del siglo XIX y principios del XX.
No se trata de los bares actuales donde fueron rodadas algunas escenas, sino de locales reales que han pasado a la historia.
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