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La seducción de una luz fácil de entender

El impresionismo es la única moda que se repite anualmente, un fenómeno eterno para el que siempre hay una nueva mirada

PEIO H. RIAÑO

La semana pasada fue Monet; esta, Gauguin; en breve, los jardines en los que se retiraban a pintar y, al poco, Renoir. La pasada temporada estuvieron en la Fundación Mapfre (Impresionismo. El nuevo Renacimiento), en El Prado (Sorolla) y en el Museo Thyssen (Matisse), y fueron las exposiciones más vistas del año. El impresionismo es la única moda que se repite anualmente, un fenómeno eterno para el que siempre hay una nueva mirada con la que montar una exposición que bata un nuevo récord y alegre las cifras de cualquier museo.

'Todo se puede banalizar, es cierto, pero la pintura impresionista como objeto de estudio y exposición es inagotable. Otra cosa es que se piense que la mayor virtud de un artista radica en desbordar cifras de visitantes o en que lleve su nombre un aeropuerto', asegura convencido Javier Arnaldo, conservador para investigación y extensión educativa del Museo Thyssen-Bornemisza.

El movimiento que puso punto final a la pintura de academia y arrancó los primeros gestos de la modernidad, que se fijó en temas mundanos y se olvidó de la pompa del retrato de salón, que se preocupó por el reflejo inmediato de la realidad más alegre, que convierte a la naturaleza en la gran protagonista de sus temas, que rechaza la mitología y se recrea en el pequeño instante de los efectos atmosféricos ese movimiento ha terminado por comerse al resto entre el gusto del gran público.

'Es una pintura bonita que habla de temas agradables. Son los primeros pintores en tratar la cultura del ocio, algo muy contemporáneo', explica Estrella de Diego, catedrática de Historia del Arte en la Universidad Complutense, para confirmar que es un mundo el de los impresionistas y sus caballetes al aire libre que no nos es ajeno en nada. 'Es un arte conservador y figurativo, y cuenta cosas que entendemos'.

'Fueron los primeros en tratar la cultura del ocio, algo muy contemporáneo'

'Es el primer arte difícil que es fácil, en el que la realidad todavía no ha desaparecido. Es acogedor, sensual y agradable de ver', cuenta Aurora Fernández, profesora de Historia del Arte de la Complutense. Su compañero de facultad, Antonio González, entiende que el atractivo de estos pintores hoy tiene que ver con el hartazgo de una luz demasiado lóbrega: 'En estos últimos años, hemos tenido demasiada oscuridad, demasiada ausencia de esa luz. Por eso volvemos a recuperarla ahora. El impresionismo cala porque hemos padecido las experiencias radicales de la abstracción y el público está agotado. Esto es la vuelta al universo de lo inmediato, al placer del pintar'.

Para Javier Arnaldo, los impresionistas caen tan bien entre el gran público porque 'nos colocan donde todos deseamos estar', cerca de un mundo sin problemas. 'Artistas como Monet, Renoir o Sisley no juzgan los paisajes o las escenas que pintan, sino que se esfuerzan por verlas con un ojo inocente, que mira las cosas como se miran por primera vez. Ahí domina la alegría', cuenta.

Entre los pintores del grupo, Monet es el gran artista popular, el preferido por la familia. 'Es comprensible por todos porque no hay una búsqueda intelectual', explica el galerista Guillermo de Osma. En ese sentido, Belinda Thomson, comisaria de la exposición de Gauguin en la Tate Modern, añade que, con los impresionistas, 'el público no tiene que leer ni someter su conocimiento a examen'. Gauguin conecta con el público porque 'viajó por muchos países y su arte se ocupa de muchas culturas; hoy todo el mundo viaja mucho y nos es familiar'.

'El público no sale con la impresión de que le han tomado el pelo', resume el profesor González, para quien los maestros impresionistas supusieron la renovación de la sensación, la vuelta a la amabilidad, la técnica y la estructura, la relación con la vida cotidiana 'tan cercana al público actual'. 'El impresionismo representa el mundo a partir de la generalidad, no es un arte exclusivo. Por eso Miró no puede ser popular, aunque se dedique a indagar nuestro inconsciente infantil'.

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