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Series Jupiter's Legacy enfrenta el código superheroico original a los tiempos modernos

Basada en los cómics de Mark Millar y Frank Quitely, la serie que hoy estrena Netflix aborda la idea de revisar un código que ya no funciona y el peso del legado familiar.

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Instantánea de la serie Jupiter's Legacy. NETFLIX

Ser el 'hijo de' acarrea un nivel de exigencia y responsabilidad intrínseco a la propia fórmula que se eleva unos dígitos cuando el progenitor es alguien de fama mundial como puede ser, en el caso de Jupiter’s Legacy, un superhéroe. O villano, que también los hay. Steven S. DeKnight (Daredevil) recoge la idea y el material de las novelas gráficas de Mark Millar y Frank Quitely y desarrolla esa premisa en una serie de ocho episodios narrados en dos tiempos desigual en su evolución y resolución.

El punto de partida de la ficción de Netflix y los cómics, que en España edita Panini, difieren en algunos puntos, aunque en ambos está presente el Crack del 29 y las consecuencias que este tuvo tanto para quienes vivían por y para Wall Street como para la sociedad estadounidense en general. La serie da importancia al hecho en sí y dedica su tiempo a contarlo en sus primeros compases antes de entrar en harina. Porque de lo que trata Jupiter’s Legacy (va implícito en el título) es del legado y la evolución de los tiempos.

Y lo hace yendo desde los cimientos hasta un tejado a dos aguas. En una de las vertientes coloca la historia de Sheldon (Josh Duhamel) y Walter Sampson (Ben Daniels). Al otro, la de Chloe (Elena Kampouris) y Brandon Sampson (Andrew Horton), hijos de Sheldon y de Grace (Leslie Bibb). Todos ellos tienen poderes y todos ellos batallan contra la herencia vital de sus padres. Sheldon y Walter, con una empresa del metal caída en desgracia y un apellido mancillado. Los segundos, con las habilidades especiales adquiridas por sus progenitores en un viaje a un lugar misterioso que fue consecuencia directa de la bancarrota de su abuelo.

Dos historias de una misma familia que DeKnight organiza en dos líneas temporales: presente y pasado. En el ahora Utopian (Duhamel) y Lady Liberty (Bibb) son dos de los superhéroes con mejor imagen a nivel mundial. Llevan décadas junto a su hermano/cuñado y algunos amigos luchando contra el mal. Siguen un código que se resume básicamente en no significarse políticamente, velar por el bien de la humanidad y no matar. Parece fácil y muy superheroico. Lo es. De hecho, funcionó durante gran parte de sus carreras con capa y mallas. Pero los tiempos han cambiado, es hora de dar el relevo y las nuevas generaciones se enfrentan a peligros muy distintos que requieren métodos diferentes. Nada es sencillo hoy en día. El paralelismo entre lo que era el género en sus comienzos y lo que es ahora (donde abundan los cómics, las películas y las series con una fuerte presencia de la violencia y los grises) resulta bastante obvio.

El mensaje es que lo que funcionó con los padres, no lo hace con los hijos. El guion habla de luchar contra el mal, contra los villanos de la historia, pero es una conclusión que podría encajar en cualquier otro ámbito. Ese es el juicio que sobrevuela una de las dos tramas que recorren la serie, la que transcurre en el presente e involucra a unos chavales con el listón muy alto que hacen lo que pueden para dar la talla. Una lucha contra el legado y la búsqueda de la propia identidad personificada en Chloe y Brandon, hermanos y opuestos. Ella es la rebotada de la familia, la que va por libre y parece hacerlo todo para deshonrar a su familia. Él, el chico bueno deseoso de complacer a su idolatrado padre y convertirse en el nuevo Utopian.

En medio de su drama personal y familiar se cruza el gran misterio de quién está intentando hacer saltar por los aires a La Unión, el concilio de superhéroes que marca las normas y el camino recto a seguir. Todo eso ocurre en el presente, con sus dosis de acción, vuelos, cosas rotas, batallas, coloridos trajes, algún que otro romance y unas cuantas muertes. El detonante es la aparición de un villano llamado Blackstar al que daban por encerrado en una cárcel a buen recaudo y que hace acto de presencia en pantalla para machacar a los héroes y poner su código del revés tras un cuerpo a cuerpo con varios de ellos que acaba como nadie habría imaginado solo unos años atrás.

Aunque lo realmente interesante de Jupiter’s Legacy es lo que ocurrió hace décadas en el pasado. Esa peregrinación oscura a través de las visiones y una mente aparentemente perturbada de quien acabará siendo Utopian. Su descenso a los infiernos está lleno de luces y sombras y goza de una estética muy atractiva visualmente para narrar el arco de alguien que pasa de tener la vida solucionada (rico, guapo y prometido) a una suerte de despojo humano (desequilibrado, zarrapastroso y hasta violento).

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Instantánea de la serie Jupiter's Legacy. netflix

Esa parte de la historia da algo más de alas a Duhamel que el papel de padre frío, controlador y prepotente de después. Dos caras de una misma moneda a la que les falta el relleno. No queda muy claro, después de ocho capítulos, cómo Sheldon Sampson pasa de una personalidad a otra. Y ese problema se repite en una buena parte de los personajes. Da la sensación de haber intentado abarcar demasiado dejando una cantidad considerable de flecos sin unir. Y eso, en el cómputo global, perjudica a una serie con una idea de partida interesante y un nivel de producción importante.

Steven S. DeKnight dirige los dos primeros episodios de Jupiter’s Legacy y el resto, a razón de dos cada uno, Christopher J. Byrne, Charlotte Brändström y Marc Jobst. En cuanto a los cómics, desde Panini recordaron con motivo del estreno de la serie que existen cuatro volúmenes divididos en dos partes. Por un lado, la historia principal de Jupiter’s Legacy 1 y 2 . Y por otro una precuela que transcurre en los años cincuenta de Jupiter’s Circle 1 y 2.

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