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Cómo hacer que una buena serie degenere
en un culebrón

Hay producciones que nacen con una idea pero acaban dejándose arrastrar al drama por el drama, lo lacrimógeno y los tópicos facilones más propios de las telenovelas.

Varias series que han terminado en tramas más propias de telenovelas.

MADRID.- Algo que parece tan complicado en realidad no lo es. Basta con unos cuantos giros de guión de libro y las tramas más facilonas y lacrimógenas que se puedan imaginar para hacer que una serie que nació con otra intención acabe convertida en un culebrón de esos que hacen perder la paciencia a sus seguidores.

La queja no es que una serie sea un culebrón –este tipo de ficciones tienen su público y en la variedad está el gusto–. La crítica surge cuando una serie que no lo es muta hasta tal punto que cae en brazos de esos tópicos tan habituales en el horario de sobremesa. Los adopta, los repite y alarga la trama sin necesidad con impedimentos que se suceden de manera que el desenlace (feliz o no) se pospone irremediablemente. Embarazos no planeados, abandonos, infidelidades, desapariciones, amnesia, traiciones, enfermedades terminales, muertes, accidentes, tragedias y más tragedias.

Existen rarezas como Jane the Virgin o The Affair que hacen de esto su éxito y su atractivo. La primera siendo un culebrón sin complejos que se ríe de todos los tópicos del género. La segunda, partiendo de un argumento muy de culebrón (una infidelidad matrimonial a dos bandas con trauma por la pérdida de un hijo de por medio) contado de manera diferente con unos actores de primer nivel. Porque hay culebrones y culebrones.

En España, hay series en las que los protagonistas han de pasar un sinfín de avatares y penurias hasta acabar juntos y felices por siempre jamás

En España somos especialistas en este tipo de historias en las que los protagonistas han de pasar un sinfín de avatares y penurias hasta acabar juntos y felices por siempre jamás. Ejemplos, recientes, pueden ser Velvet, El Príncipe o la longeva Águila Roja, donde las historias de amor sobresalen sobre el resto. Es cierto que todas ellas narran algo más que una historia romántica, pero lo que prima es lo que prima y, aunque con una factura técnica superior, sin abusar de los nombres compuestos, con una buena ambientación, actores de altura y grandes presupuestos, al final son lo que son y cuentan lo que cuentan...

Al otro lado están esas otras series que para mantenerse más tiempo en la parrilla o por agotamiento de sus tramas inicialmente potentes han recurrido a algunos de los tópicos mencionados antes. En Bones, por ejemplo, cuando por fin parecía que Booth y Brennan iban a vivir felices y comer perdices, ella se convierte en una proscrita como su padre. O Becket y Castle. ¿Cuántas temporadas han tardado en ser pareja más allá del trabajo? Los seguidores de True Blood no quedaron muy satisfechos con el final de una serie que era un triángulo amoroso con vampiros y humanos.

No es fácil permanecer en el aire temporada tras temporada y no caer en algunos tópicos. No siempre se pueden escribir obras maestras como The Wire, Breaking Bad y El ala oeste de la Casa Blanca. En todas ellas, aunque había drama y tragedias, nunca pudo utilizarse el término culebrón. No así con otras actuales como Arrow, que repite giros como si al vigilante de verde no le quedasen más flechas en su carcaj. El recurso de hacer creer a todos (a los personajes, que no a los espectadores) que Oliver Queen había muerto es ya viejo. Como lo de hacer que él y Felicity quieran estar juntos pero no lo estén. ‘Te quiero, pero estás mejor sin mí’. Típico de culebrón. Empezó siendo una serie de superhéroes más o menos entretenida y ha acabado convirtiéndose en una suerte de telenovela repetitiva donde los malos no terminan de caer nunca, algunos (no todos) los buenos se pasan de buenos y a los protagonistas románticos de la historia les afloran los ex o nuevos pretendientes para evitar que estén juntos.

'Érase una vez…' ha perdido por completo el norte, la originalidad y se ha convertido en un auténtico culebrón

Si Arrow se ha convertido en todo un culebrón, qué decir de Érase una vez El argumento inicial era bastante atrayente para los amantes de las historias con componentes fantásticos. Una maldición envía a todos los habitantes del bosque encantado al mundo real sin que sepan quienes son en realidad y solo la hija de Blancanieves y el Príncipe, que no sabe de sus orígenes, puede romper el hechizo y devolver a todos la memoria. Hasta ahí, bien. Una primera y una segunda temporada entretenidas. Entonces llegaron las repeticiones. Muertos que no están muertos, malos que van de buenos pero siguen siendo pérfidos, buenos que de buenos son tontos (con perdón), raptos, amnesias… Ahora, en su cuarta temporada y pese a seguir incorporando personajes de cuento o películas animadas para niños, Érase una vez… ha perdido por completo el norte, la originalidad y se ha convertido en un auténtico culebrón en el que el árbol genealógico de Henry merece un esquema explicativo para no perderse su historia familiar.

Trucos para alargar la trama sin remisión

Un mal, este de caer en los tópicos del culebrón como medida facilona para alargar la serie por más y más capítulos, que no aqueja solo a este tipo de series, sino que también ha afectado a otras que nacieron como producciones temáticas de altos vuelos y acabaron cayendo en brazos del dramón por el dramón. En series que se prolongan tanto en el tiempo como Anatomía de Grey, que va por las 15 temporadas, no es de extrañar que al final se repitan tramas, argumentos y que unos personajes y otros acaben liándose entre ellos, sufriendo traiciones, celos, enfermedades terminales, muertes traumáticas…

Aunque no siempre es culpa del tiempo que se prolonga la serie, sino del material del que parte. El caso más reciente es La cúpula. La historia podría haberse contado en una sola temporada. Después de todo se basa en un único libro de Stephen King. Sin embargo, el empeño de alargarla puede convertirla en una auténtico culebrón si nadie lo remedia antes. Justo como le ha pasado a Falling Skies, serie de ciencia ficción con invasión alienígena interesante de inicio que ha acabado por convertirse en un culebrón familiar. Le pasó también a la nueva V, que con un triángulo amoroso con sacerdote incluido acabó por perder el interés del público y fue cancelada.

Los 'grandes' tampoco se salvan

Ni grandes series como 'The Newsroom' y 'Homeland' han sido capaces de escapar a las tramas más propias del culebrón

Nadie está a salvo de caer en el error, ni siquiera uno de los mejores guionistas de la televisión como es Aaron Sorkin. The Newsroom iba a ser una serie que aleccionaría al respetable sobre cómo debe ser el periodismo igual que El ala oeste daba lecciones sobre política. Ya en la primera temporada Will McAvoy y sus reporteros empezaron a dar bandazos. Intentaron arreglarlo en la segunda y entonces llegó la tercera y última. El periodismo, las noticias y la ética quedaron relegadas a un segundo plano para centrarse en si Will y MacKenzie, Jim y Maggie y Don y Sloan daban el siguiente paso en su relación. Un final muy poco periodístico con topicazo de culebrón. Sí, una de las tres acaba embarazada por sorpresa.

Y qué decir de Homeland, de Howard Gordon y Alex Gansa. Al principio, la turbulenta relación entre Carrie Mathison (Claire Danes) y Nicolas Brody (Damian Lewis) era parte de la trama. ¿Dónde está el límite? Con las fronteras entre lo personal y lo profesional desdibujadas se planteaban una serie de cuestiones en las que merecía la pena ahondar. Los problemas comenzaron en la tercera temporada, con Brody huido, Carrie embarazada y Peter Quinn (Rupert Friend) ejerciendo de amigo pagafantas. En la cuarta, ya con Lewis fuera de la ecuación y Quinn recogiendo el testigo, la trama se les fue de las manos dando vueltas sobre sí misma, repitiendo giros y haciendo que lo que empezó siendo una gran serie se haya convertido en un culebrón. De altos vuelos, eso sí. ¿Retomarán el buen camino en la quinta? En Fringe lo consiguieron.

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