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El silencio de un Dios que aprieta y ahoga

‘Silencio’, la nueva película de Martin Scorsese, enfrenta al hombre con el Dios impasible ante el sufrimiento humano. El cineasta revela la necedad de los extremismos religiosos y plantea dudas sobre la fe, al tiempo que deja muy clara la suya inquebrantable por el cine.

'Silencio' es el último filme de Martin Scorsese

BEGOÑA PIÑA

@begonapina

MADRID.- MADRID.- ¿Puede haber mayor castigo para un creyente en el Dios cristiano que asumir la despiadada pasividad de éste ante el dolor y el sufrimiento humano? ¿Es posible que haya algún auténtico cristiano que no se haya torturado pensando en la verdadera naturaleza de un Dios que observa impasible todo el horror que padecen los hombres, muchas veces en su nombre? Atormentado durante años por estas preguntas, Martin Scorsese ha quedado en paz consigo mismo al rodar Silencio’, la película de un cristiano al que ya no martirizan las dudas, porque reconoce dolorosamente ese atroz silencio del Dios al que lleva cuestionando desde la infancia.

Cierre de lo que algunos llaman su trilogía religiosa –‘La última tentación de Cristo’ y ‘Kundun’-, esta película es una sacudida para cualquier espectador, creyente o no, y una nueva obra maestra de este gigante –a pesar de su 1,63 metros de estatura- del cine. Confundido y obsesionado durante años por las ‘cuestiones de fe’, el cineasta de Queens, generoso, regala al público una certeza: su, esta sí, inquebrantable fe en el cine, su amor por él, su entusiasmo con cada proyecto y su contagiosa pasión.

Scorsese con Andrew Garfield, en el rodaje

Incluida entre las 10 mejores películas del año por la centenaria National Board of Review (NBR) y por el American Film Institute (AFI), Silencio es una historia que encara al hombre con la divinidad, lo mismo da de dónde proceda ésta, y que propone con inteligencia y con aflicción preguntas que todos, ateos, agnósticos y creyentes, nos planteamos en nuestras vidas. Calculada plano a plano, trabajada minuciosamente, interpretada maravillosamente y hermosa desde principio a fin, también bárbara y amarga, la película recurre a un personaje real y a un episodio histórico para proclamar lo absurdo de algunos gestos, lo ridículamente vacíos que muchas veces están los símbolos –cruces o banderas- y lo oportunistas que pueden resultar en ocasiones los mensajes de predicadores o activistas aun sin que ellos se den cuenta.

La aventura real del padre Christavao Ferreira, un jesuita que apostató en Japón, se convirtió al budismo y se casó con una japonesa, fue la inspiración para una de las novelas más elogiadas de Shusaku Endo, Chinmoku (Silencio), publicada en 1966. Y este libro, en el que se basa la película, es el que ha obsesionado a Scorsese desde que el arzobispo Paul Moore se lo regaló en Nueva York, durante un pase especial de La última tentación de Cristo con los líderes religiosos de la ciudad.

"Una profunda belleza de grandioso significado"

Silencio está ambientada en el siglo XVII y cuenta el viaje, físico y espiritual, que realizan a Japón dos jóvenes misioneros jesuitas para buscar a su mentor, el padre Ferreira, y predicar el evangelio cristiano en Oriente. Señores feudales y samuráis perseguían entonces, en la época de los Kakase Kirishitan (cristianos ocultos), a los cristianos y empleaban con ellos la tortura y las ejecuciones tras obligarles a elegir entre la apostasía o la muerte.

¿Qué importancia tiene un gesto como el de apostatar si con él se salvan vidas? ¿De verdad es imperdonable pisar una imagen si con ese simple movimiento se va a librar del suplicio a otras personas? Y, sobre todo, ¿dónde está Dios cuando se le está suplicando desesperadamente ayuda? Scorsese responde contundente en esta película, donde cuenta con la entrega de sus actores, con Liam Neeson, con su impresionante voz y su serenidad; con la entusiasta complicidad de Andrew Garfield y Adam Driver; con el rigor y el talento de Yosuke Kubozuka e Issey Ogata, y con la absoluta devoción del director Shin’ya Tsukamoto, que interpreta a uno de los personajes del filme y que, en sus propias palabras, “hubiera sido extra en una película de Scorsese”.

“Durante el rodaje, la gente hablaba conmigo sobre la fe, porque la naturaleza de ésta es uno de los principales temas del filme –dice Tsukamoto-. Cuando me preguntan si tengo fe, respondo que mi fe es Martin Scorsese. Y no lo digo por decir. La seriedad de esta película, el rigor al que nos hemos sometido todos, en especial el señor Scorsese, le envuelven a él y a todo el proyecto en una especie de santidad, en una profunda belleza de grandioso significado”.

‘Silencio’, la nueva película de Martin Scorsese, enfrenta al hombre con el Dios impasible ante el sufrimiento humano.

‘Silencio’, la nueva película de Martin Scorsese, enfrenta al hombre con el Dios impasible ante el sufrimiento humano.

Una prueba de fe o una vileza

Scorsese, frente al silencio del Dios de los cristianos, llena de profundidad y de contenido esta obra. Unos padres japoneses bautizan en secreto a su bebé y preguntan con una sonrisa radiante: “¿Ahora ya iremos los tres al paraíso?”, de inmediato les asalta una casi insoportable decepción cuando el padre Garrpe (Adam Driver) les dice que no. Se han convertido a su religión, como Ferreira explica más tarde a Rodrigues (Andrew Gardfield), por esa dulce promesa del paraíso, en realidad ellos no creen en Dios, creen en Rodrigues y en sus palabras. Y por ellas se dejan matar. Y Scorsese, padre en el cine de algunos momentos espeluznantes protagonizados por la mafia, rueda una de sus secuencias más aterradoras, una crucifixión en el mar, con la que obliga al espectador a mirar sin pestañear la crueldad y el sufrimiento y a decidir si ese silencio de Dios es una prueba de fe o una vileza.

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