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'Sombras tenebrosas' o el arte de imitarse a uno mismo, otra vez

Tim Burton adapta un culebrón de culto de los años '60 en su octavo trabajo con Johnny Depp. La película se estrena este viernes

THAÏS MUÑOZ

Nada de reinvenciones. Si algo funciona, ¿para qué cambiarlo? Algo similar es lo que debe de pasársele por la cabeza a Tim Burton cada vez que se dispone a encarrilar un nuevo proyecto. Esta vez se trata de la adaptación de Dark Shadows, la telenovela de culto de la ABC creada por Dan Curtis que, en pleno movimiento hippie (se estrenó en 1966 y aguantó 1.225 episodios en la pequeña pantalla), proponía un culebrón habitado por fantasmas, vampiros, licántropos y brujas, entre otros especímenes fantásticos.

Como de costumbre, el director californiano no defrauda en su habilidad para apropiarse de las obras que adapta y hace suya la soap opera, a la altura de la repercusión que tendría en los noventa la serie de David Lynch, Twin Peaks, por lo adelantada que fue para su tiempo. Aunque, a decir verdad, el reto parece más bien un traje a medida.

Con Sombras Tenebrosas, la historia de una familia de alta alcurnia pero disfuncional, que va cuesta abajo desde que en el siglo XVIII su antepasado Barnabas Collins, ahora convertido en un vampiro al que hospedan sus descendientes, jugó con los sentimientos de una bruja vengativa (lo vampirizó, lo enterró 'vivo' 200 años y se la tiene jurada a toda la estirpe), uno tiene la impresión de estar ante el recopilatorio usado de los elementos característicos del raro de Hollywood. A veces conjugados con mayor fortuna que otras.

El mundo de los muertos y el de los vivos, los personajes inadaptados, el actor fetiche junto a otros habituales como su mujer, Helena Bonham Carter, la ironía, el humor negro y loco, el estilo de musical, el pasado persecutor, la sala de operaciones a lo Caligari, el cuento como base narratológica o las reminiscencias Disney, secuela lógica, por otra parte, de sus años como animador en la compañía, se concentran esta vez en construir una película ligera con las atmósferas escénicas precisas para no afear todos los Oscar que el director ha recibido en la categoría de dirección artística.

Fue Johnny Depp (el fetiche, para los despistados) quien compró los derechos de la serie americana y le propuso a Burton hacer la segunda adaptación cinematográfica del melodrama, siendo rigurosos, y el octavo trabajo que realiza el tándem, seguidor confeso de las intrigas de los Collins. El intérprete vuelve a ocupar el papel protagonista en la cinta de quien le liberó de la explotación de las series adolescentes cuando, siendo uno de los protagonistas de 21 Jump Street, le ofreció enfundarse en Eduardo Manostijeras.

También en ese primer encuentro, Depp encarnaba a un personaje que causaba una fascinación muy contraproducente entre las mujeres: recordemos a las vecinas del barrio de Suburbia. Pero en Sombras Tenebrosas el caso se agrava. Da la sensación de que aquel Eduardo ha crecido y ha perdido la inocencia, convertido en un trasunto de Barnabas al que le pierden las faldas mientras lucha por el amor de Victoria, desencadenante de la tragedia. Don Juan postmoderno con la extravagancia que ya se espera del actor, aunque se tiña de la solemnidad que solicita la revisión de un serial finalmente devenida en una especie de tributo paródico.

Los momentos brillantes del film, que también los tiene, quedan deslucidos por el resto y cuesta acordarse de los aciertos que nacen en los contrastes entre lo hippie y lo gótico. Del Top of the World de The Carpenters, del You're The First, My Last, My Everything de Barry White, del Get It On de T. Rex, del Season Of The Witch de Donovan que con tan buen criterio engarza Danny Elfman, encargado de casi todas las bandas sonoras de Burton. Incluso del cameo de Alice Cooper (no la hechicera que supuestamente murió en el siglo XVII en la caza de brujas de Salem, sino el cantante) y de algunos de los actores de la serie original, entre ellos Jonathan Frid, el verdadero Barnabas Collins.

Con todo, una película prescindible que agudiza la sensación de que al chico apocado de Burbank no le queda nada nuevo que ofrecer. El próximo octubre, puede rebatirlo con el estreno de Frankenweenie, un largo de animación basado en uno de sus primeros cortometrajes. Quién sabe, quizá para reinventarse haya que acudir a los comienzos. Y, si no, siempre puede recurrir a la segunda parte de los Collins. La que se estrena este viernes acaba con un adecuado y televisivo 'To be continued...'.

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