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Tacones con números rojos

La crísis se ha puesto tacones para subirse a la pasarela y las firmas se visten de números rojos

ÁLEX CARRASCO

Cibeles es como un gran déjà vu, tanto el continente como por su contenido. Tenemos seis días de desfiles y más de 40 diseñadores para descubrir la nueva edición. La crísis se ha puesto tacones para subirse a la pasarela, se augura el final de varias firmas perennes del calendario de desfiles madrileño, sus cuentas se han vestido de números rojos. Algunas, como Antonio Miró, aunque no han cerrado del todo, ya han sufrido los estragos de este fatídico color tan de moda. Otras, como Carmen March, heredera del imperio bancario, se arrimaron a la tendencia para justificar el abrupto final de su firma. Buen intento, pero no cuela.

No lo ha comunicado oficialmente, pero ya es vox populi: Elio Berhanyer cierra el miércoles la pasarela madrileña y, de paso, pondrá punto y final a su trayectoria profesional y a toda una generación de modistos (la que marcó la Edad de Oro de la alta costura española).

En su despedida de la moda, Berhanyer tirará de archivo para hacer un repaso de aquellos años en los que el diseño patrio traspasaba fronteras, lástima que no lo haya hecho antes, con la fiebre vintage que en la actualidad acalora la moda habría rejuvenecido y mucho su mitológica clientela.

Amaya Arzuaga también ha hecho el petate, pero en su caso para irse a desfilar a París. Después de probar suerte en Londres y en Milán, la burgalesa maduró en Cibeles su estilo, hallando el sello personal que la hará inconfundible en el Olimpo del diseño mundial. Nos deja un pañuelo donde secar nuestras lágrimas, su nueva línea AA Amaya Arzuaga, una versión más comercial y juvenil de sus propuestas. Algo es algo...

Elisa Palomino, quien el sábado debutará en la Cibeles Madrid Fashion Week (CMFW), es una rara avis de nuestra moda, aunque sólo sea porque su biografía le da la vuelta a la tortilla. Tras pasar por firmas como Christian Dior Haute Couture, Moschino, Roberto Cavalli y Diane von Furstemberg, la creadora afincada en Nueva York ha decidido que ya era hora de ser profeta en su tierra. Esperemos que el mensaje llegue: promete maneras a la francesa y espíritu comercial de indudable factura yanqui.

Lo que no es una excepción en Cibeles es el proceso migratorio que iniciaron los diseñadores catalanes tras la decapitación de la Pasarela Gaudi (aún hoy chorrea la sangre). Nuevos en la CMFW serán esta temporada las firmas barcelonesas Martin Lamothe y Gori de Palma, inmejorables antídotos para el previsible sopor cibelino. Lo suyo es, respectivamente, amor por el frikismo y debilidad por el sadomasoquismo. Un poco de caña no nos vendrá nada mal.

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