El pasado lunes, Andrés Lima (Madrid, 1961) consiguió su tercer premio Max como mejor director de escena por la obra Argelino, servidor de dos amos, estrenada el año pasado en una producción del Teatro de la Abadía y la compañía Animalario de la que forma parte. Antes, Hamelín, en la edición de 2006 y Marat-Sade, en la de 2008, habían sido las causantes de que la profesión teatral premiara a este madrileño enamorado de Chapliny Orson Welles que cayó en la direcciónescénica casi por casualidad.

'Sí, fue por un accidente de moto. Me rompí las manos y no pude actuar', rememora en una conversación telefónica. Ahora, tras dirigir Baile. Sólo parejas estos días en el Teatro Arenal de Madrid está embarcado en los ensayos de Tito Andrónico, que Animalario estrenará el 8 de julio dentro del Festival de Teatro de Mérida.

Ha recibido el Max al mejor director por tercera vez. ¿Lo esperaba?

Cuando estaba allí pensaba que no me lo iban a dar, porque entre los finalistas también estaba Álex (Rigola) y porque sería la tercera vez Hay algo bonito en que alguien valore tu trabajo, y sobre todo una forma de hacer tu trabajo. En lo que se refiere a mí, yo tampoco soy mucho de analizarme, eso es más algo que se ve desde fuera; pero lo que sí creo es que en todo este trabajo es muy importante el equipo. Cuando no trabajo con mi propio equipo, las cosas no salen igual. Por otro lado, en el equipo la relación más directa es con Beatriz San Juan, que es la mejor traductora de todo lo que yo opino. Ella es responsable del 45% de lo que hacemos en Animalario, el 50% es de los actores, y la verdad es que a mí me queda muy poquito.

¿Qué busca en un texto?

Que me conmueva. Después intento averiguar de dónde parte esa conmoción. Por eso suelo hacerme tantas preguntas, y las suelo hacer también al equipo.

Sigue el método socrático.

Sí, si. De hecho, hablamos mucho de eso porque lo que buscamos es llegar a lo esencial. Y luego, por supuesto, para mí es muy importante el amor al teatro.

¿Y qué les pide a los actores?

Que jueguen. Lo más importante es jugar, pero en serio. Hay actores que cuando trabajan conmigo por primera vez, piensan que esto de jugar es un cachondeo, pero no es así. El juego es un método filosófico con el que puedes retratar la tortura, como hacemos ahora en Tito Andrónico, o la violencia, como hicimos en Urtain.

Usted también es actor, pero desde hace unos años se ha centrado más en la dirección. ¿Por qué?

Yo llegué a la dirección por un percance (risas). En serio, ya desde que estaba en (la escuela) Zascandil me inspiraba mucho el trabajo de dirección que hacía Roberto Cerdá. Me fijaba en que tenía un punto de vista, que en realidad es lo único importante para un director. En cualquier caso, un día tuve un accidente de moto y me rompí las manos, con lo que no pude actuar. En esos momentos me llegó el texto de Las siamesas del puerto, que dirigí y así empezó un poco todo. Pero todo, actuar, dirigir, sale del mismo impulso: las ganas de contar una historia.

¿Hay algún trabajo del que se sienta particularmente orgulloso?

Me siento orgulloso de todo, aunque por ejemplo a Pornografía barata le tengo mucho cariño porque para mí fue algo especial. Creo que también significó un cambio importante para la compañía, ya que nos quitamos ciertos miedos que teníamos. Desde entonces hemos avanzado mucho en la investigación teatral, pero tomando como referencia un teatro popular, que es el que me interesa.

En cuanto a los espectadores, Animalario ha conseguido hacerse con un público fiel.

Yo no estoy tan de acuerdo. No creo que tengamos un público especial. Creo que es muy amplio. Dicen que es gente joven, pero, por ejemplo, de la gente que acude a nuestra última obra, Baile. Sólo parejas, el 50% supera los 50 años y llega hasta los 80. Además, creo que viene un público al que le gusta el teatro y otro que nunca ha ido, pero que tiene curiosidad por saber qué hace Animalario.

Esta obra, Baile. Sólo parejas, se representa en el Teatro Arenal de Madrid, donde desde hace un mes os encargáis de la programación artística.

No, no, no llevamos exactamente la programación artística. Lo que tenemos es un acuerdo con ellos para poder llevar allí nuestros espectáculos y, bueno, hay una voluntad de crear equipo, pero de momento son ellos los que programan. Es verdad que el Arenal puede llegar a convertirse en nuestra casa, lo que sería bonito porque ahora no tenemos nada, ni siquiera local de ensayo. Si eres una compañía independiente es difícil sobrevivir en Madrid.

Bueno, no creo que Animalario tenga muchos problemas. Estrenan en el CDN, giran, tienen espectadores y desde 2004 les caen casi todos los premios de teatro.

Es verdad que hemos tenido suerte, aunque también nos dejamos el lomo trabajando. Pero es cierto, somos conscientes de que existe gente de mucha valía que tiene más dificultades para estrenar.

Tito Andrónico, de Shakespeare, la estrenáis en el Festival de Mérida en julio. ¿Es un texto contemporaneizado?

Es una traducción nueva de SalvadorOliva, pero muy respetuosa con el original. Lo que cambia es nuestra manera de verlo. En cuanto a lo contemporáneo, creo que el texto de Shakespeare siempre es contemporáneo. Es una obra que habla de la crueldad, la violencia, el ojo por ojo, y eso es algo que sigue ocurriendo. Nuestro punto de vista ha sido ir a la esencia de esos conflictos. Pero bueno, si se refiere a si habrá una actualización, le digo que habrá togas romanas, pero también corbatas.

Es la primera vez que se atreven con un texto clásico.

Es uno de los textos de Shakespeare más clásicos, aunque nuestra puesta en escena será de las menos clásicas que hemos hecho. No será una traslación del texto, como en Argelino.

¿Y después qué?

Bueno, no hay nada concreto, aunque queremos hacer algo sobre Mundo Obrero, que toque el tema de la revista y también el del obrero. Pero de esto no tenemos casi nada.