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"¿Con cuántos testículos escribimos?"

Varios escritores debaten sobre el sexo en la lengua y los tabúes del español en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (México)

Por qué un español coge el avión y un mexicano nunca lo haría, o cómo ha de gemir un hispanohablante para no confundir a su amante, fueron algunos de los apuntes didácticos de la charla 'El sexo en la lengua', celebrada el jueves en la XXII Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL).

'¿Con cuantos testículos escribimos?', preguntó la escritora argentina Luisa Valenzuela al juvenil auditorio (la media de edad rondaba los 20).

La autora dedicó su reflexión a la pérdida del simbolismo de algunas palabras con connotaciones sexuales: para ella, ser 'boludo' (tonto) en Buenos Aires perdió el encanto.

No faltaron en la charla los tabúes del español en los distintos países: así, en Argentina, reseñó Valenzuela, no son aconsejables términos como concha (vagina) o tortillera (lesbiana).

En cambio, en México la primera es hallada en las rocas junto a la orilla del mar, sin posibilidad de goce sexual alguno, y la segunda es una persona que desempeña el noble oficio de fabricar tortillas (tortas) de maíz y harina.

Mexicanos y argentinos comparten algo que les diferencia de los españoles: toman el tren, el taxi y el teléfono, pero no lo cogen. Lo que en España es acción de agarrar o asir, en México y Argentina se entiende como acto sexual.

Según Concepción Company, integrante de la Academia Mexicana de la Lengua, en algunos documentos del final de la Colonia en México ya puede verse el cambio de significado.

'Que más hombres la cogieron, que indios bárbaros murieron cuando conquistó Cortés', rezaba un texto de la Inquisición sobre una prostituta, presentado por la académica como ejemplo.

Company criticó también que haya 'malqueridas' y 'malcogidas', pero que no existan sus antónimos ni sus equivalentes masculinos.

No obstante, halló más tarde algo de justicia poética en el lenguaje castellano: 'Los problemas son masculinos, las soluciones son femeninas'.

 

'El sexo forma parte de la realidad, pero no de la gramática', apuntó por su parte el presidente de la Agencia Efe y vicepresidente de la Fundación del Español Urgente (Fundéu), Alex Grijelmo, quien instó a no confundir género y sexo, conceptos que la gramática no plasma adecuadamente.

Grijelmo se mostró partidario de 'cambiar la realidad en lugar de cambiar la gramática', para que las mismas palabras se refieran a hombres y mujeres.

Las frases 'seis policías detienen a unos atracadores' o 'el personal de limpieza del hotel trabaja muy bien' evocan a hombres, en el primer caso, y a mujeres, en el segundo, sin que haya relación entre género y sexo.

Cuando haya más mujeres policías y más hombres que se dediquen a la limpieza se mantendrá la expresión pero cambiará el significado, explicó.

Consultado por el público sobre la posibilidad de que sus opiniones pudieran molestar a las mujeres, Grijelmo indicó que si así pareció, retiraba inmediatamente esas teorías porque está de acuerdo con la lucha del movimiento feminista.

 

Por su parte, el escritor colombiano Daniel Samper, ofreció un prodigioso y humorístico monólogo, sobre, entre otros puntos, cómo gemir adecuadamente en plena cópula para no causar confusión en el otro amante.

'Si Freud hubiera ido a conquistar colombianas, hubiera tenido problemas cuando le gritaran '¡Ay papito!'', sentó cátedra, en una brillante intervención de cuyo hilo siguió tirando para provocar el momento más divertido de la sesión.

Samper se asombró de que, gracias a la influencia del cine y la televisión en inglés, 'algunas ateas hispanoparlantes' se arranquen en pleno éxtasis con un 'Oh, my God!' (Oh, Dios mío).

La moderadora, la periodista mexicana Lydia Cacho, tampoco se reprimió a la hora de jugar con los dobles sentidos. Cuando pidió al auditorio poner sus teléfonos en modo vibrador, entre otras perlas, también se escucharon risas.

La FIL se celebra en Guadalajara desde el pasado 29 de noviembre y hasta el 7 de diciembre, como mayor cita editorial del mundo hispano, con cerca de 1.600 casas editoriales presentes.

A la cita de las letras iberoamericanas han acudido, en esta ocasión, nombres como el portugués Antonio Lobo Antunes, los españoles Arturo Pérez Reverte y Fernando Savater, y el irlandés John Boyne, entre el total de 500 escritores invitados.

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