Este artículo se publicó hace 13 años.
"En los tiempos del instituto ya me odiaba mucha gente"
Miranda July filma la crisis sentimental de dos treintañeros
No es fácil decidir por dónde empezar a conversar con una creadora tan infatigable como Miranda July (1974), responsable de numerosas instalaciones en prestigiosos museos, un puñado de proyectos multimedia, tres discos de spoken word, una novela en proceso de escritura y un segundo largometraje que llegó ayer a la cartelera española.
"Siempre he sido muy productiva. Me tomo descansos, pero me aseguro de que sean cortos. Cuantas más cosas hago, más me entran ganas de hacer. No me supone un problema trabajar en varios proyectos a la vez, porque en el fondo no existen grandes diferencias entre uno y otro. Soy consciente de que casi siempre hablo de los mismos temas", cuenta July.
"Soy consciente de que casi siempre hablo de los mismos temas"
Insatisfacción perenneLa cineasta estadounidense se refiere a la insatisfacción crónica, la parálisis provocada por el exceso de opciones y la adusta melancolía de seres que anhelan una conexión imposible con los demás. Todos estos asuntos, aliñados con un sentido del humor cáustico que disimula poco y mal la desesperación de sus personajes, se encuentran en el corazón de El futuro. La película describe la crisis sentimental de Jason y Sophie, una pareja simétrica de treintañeros, de peinados casi idénticos y neuras muy semejantes, como la alergia a la responsabilidad y el terror al paso del tiempo. Dentro de cinco años cumplirán los 40, pero todavía no tienen la menor idea sobre qué hacer con sus vidas. La inminente adopción de un gato moribundo les impulsará a abandonar sus trabajos para dedicarse a cumplir sus sueños durante el mes previo a la llegada del animal.
"He querido hablar del sentimiento de pánico que se experimenta al descubrir que el tiempo no es infinito. Entiendes que no podrás hacer todas las cosas que deseabas y te ves obligado a priorizar", apunta July, que va camino de los 40 y cuyo debut, Tú, yo y todos los demás, ganó la Cámara de Oro en Cannes.
"Me sirvo del arte para entender la soledad", dice la directora
Abuso verbalHay pocos artistas que dividan tanto como July, adorada de forma incondicional por un extenso grupo de irreductibles, pero también odiada visceralmente por una masa de espectadores que parece sufrir agudos ataques de urticaria al entrar en contacto con su trabajo y que no duda en ridiculizarla como una autora para hipsters, enteradillos con gafas de pasta y modernos con peinados desestructurados. "En los tiempos del instituto ya me odiaba mucha gente, pero creía que cuando la escuela terminara todo cambiaría. Por desgracia, luego descubres que un alto porcentaje de la humanidad está formado por ese tipo de personas", sonríe July, que durante una época se dedicó a colgar los insultos en su web para restarles importancia. "Odio todo lo que hace. Odio su pelo", decían de ella. Si no puedes con tu enemigo, únete a él.
Su segunda cinta, algo más oscura que su debut, se sitúa en un terreno similar al de su libro de relatos Nadie es más de aquí que tú (Seix Barral), donde lo excéntrico y lo sobrenatural irrumpía en un paisaje corriente y suburbano. También vuelve a explorar la soledad como carácter innato: "Ahora estoy casada [con el director Mike Mills], tengo un público y ya no soy un alma solitaria. Con todo, lo esencial de ese sentimiento misterioso sigue estando ahí. Si me sirvo del arte es, en gran parte, para entender esa soledad".
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