Este artículo se publicó hace 16 años.
El único español en Cannes
El polémico director Albert Serra mostrará en el certamen ‘El cant dels Ocells', su personal visión de los Reyes Magos
Fran Gayo
La controversia, en su justa medida y no servida como plato precocinado, resulta una práctica de lo más higiénica. Se traza una línea y por un tiempo limitado nos situamos a izquierda o a derecha. El fragor de la batalla dialéctica sirve para remover cimientos, y cuando los temblores se calman el mapa ya no es el mismo.
El polémico realizador catalán Albert Serra (Banyoles, 1975) será la próxima semana el único director español, con El cant dels Ocells, entre las casi 200 películas que se proyectarán en el Festival de Cannes.Quizás sea el mejor momento para vislumbrar qué se esconde tras su ruidosa figura.
A su aireSerra saltó al ruedo en 2003 con la primeriza Crespiá, una especie de musical payés bajo mínimos, aunque sobrado de cara dura y desparpajo. La película pasaría en el anonimato más absoluto, a pesar de los esfuerzos por parte de un bullicioso sector de la crítica catalana.
En 2006, olvidadas ya las delirantes coreografías de su ópera prima, reaparece de modo inesperado y aupándose a la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes. En aquella edición, promesas como Sofia Coppola, Richard Kelly o Paolo Sorrentino recibían el varapalo despiadado de una crítica que, al mismo tiempo, se mostraba deslumbrada precisamente por Serra y su Honor de Cavalleria, alucinada relectura de El ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, destilada hasta las esencias y hablada en catalán.
La controversia estaba servida: por un lado, una liga de detractores indignados, que veían provocación e impostura en una propuesta formal austera y sin concesiones, -aunque con momentos de un lirismo desarmante-; por otro, la rendición absoluta de un sector crítico menos acomplejado y obtuso.
Incluso la temida Variety, totem del show business, elogiaba la película y su "agradable aire de serenidad". Honor de Cavalleria nos mostraba a un cineasta renacido de una caligrafía refinada hasta los límites y emparentado con ilustres como Pier Paolo Passolinni o Jean Marie Straub. Se mantenía aún así un repentino toque de humorada, una mirada irónica sobre los personajes, que restaba solemnidad, anunciando la posibilidad de un fenómeno sin par en el desvaído panorama del cine español.
Este año, el Festival de Cannes servirá para confirmar la verdadera magnitud de este Poltergeist. Por segunda vez, Albert Serra viajará a la Costa Azul llevando bajo el brazo un artefacto más desconcertante aún que Honor de Cavalleria. Es El cant dels Ocells. Nuevamente la mirada del catalán se posará sobre un mito a revisitar: el nacimiento del Mesías y la travesía de los Reyes Magos hasta arribar al portal de Belén. Repiten los principales rostros de Honor de Cavalleria, actores no profesionales, que sin guión alguno, trazan el itinerario mítico de tres hombres en busca del misterio.
Quien conozca a Serra sabrá bien que no debemos temer un ladrillo histórico a la Zeffirelli. Es probable que en sus maneras únicas y desconcertantes, en un discurso Propio con mayúsculas y en la negación de cualquier libro de estilo aprendido de carrerilla sea donde reside el principal atractivo de su cine para los implacables programadores de Cannes. Sus películas ahuyentan cualquier sensación de déjà vu.
Albert Serra: "El cine español es previsible"¿Cómo es su relación con la prensa española? Nos referimos al respaldo a ‘Honor de Cavalleria’ en Cannes 2006…
En 2006 la prensa española me ninguneó, y me hicieron un favor porque uno no puede mantener contacto con ciertas personas sin acabar embrutecido. No sé qué pasará este año con ‘El Canto dels Ocells’; a lo mejor los grandes medios españoles ni siquiera van a ver mi película.
¿Alguna explicación para el ‘veto’ que el cine español sufre por parte de los grandes festivales?
El cine español es demasiado convencional y previsible. Los festivales importantes tienen obligación de mostrar el verdadero cine, el que perdurará. No me siento cercano a ningún otro realizador en el mundo, y mucho menos español. Yo sólo hago las películas que me apetecería ver.
Son productos prefabricados, sin fuerza autoral. A sus autores les encerraría en una prisión y les obligaría a visonar la filmografía de Edgar Neville.
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