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Un vaquero viejo y solitario

Sam Shepard reconoce que fue el guión de Miguel Barros lo que le fascinó de 'Blackthorn'

SARA BRITO

Como una bota de vaquero, la piel de Sam Shepard (Fort Sheridan, Illinois, 1943) se adapta prieta a la carne del viejo y solitario Butch Cassidy, protagonista de Blackthorn y forajido reputado de la iconografía y el cine clásico estadounidense. En el filme, Shepard recorre a caballo las altas llanuras de Bolivia, como lleva haciendo en las del medio oeste norteamericano desde que era un niño.

Huye del sentimentalismo en su interpretación como ha hecho a lo largo de medio siglo en sus textos dramáticos, por los que se le considera el dramaturgo vivo más célebre y más representado de EEUU. Y canta por primera vez en pantalla, con voz ronca y honda, cerrando el círculo de una vida vinculada a la música, que empezó como batería de los psicodélicos Holy Modal Rounders, y que continúa en la intimidad de su casa y con esporádicas colaboraciones, como la que le llevará próximamente con Patti Smith.

Sam Shepard es un nuevo Butch Cassidy, armado de una firme moral y curtido como buen personaje-icono de las películas del Oeste. 'Siempre he estado muy influido por el western, también en mis obras de teatro y en mi manera de pensar. Crecí viendo películas de vaqueros y montando a caballo. Eso marca', dice Shepard desde su casa de Nueva York, donde no tiene ni ordenador ni internet, sólo una máquina de escribir desde la que sigue hablando de la soledad contemporánea.

Todo esto ocurre bajo la mirada de un director español. Mateo Gil, guionista habitual de Alejandro Amenábar, dirige un western ejemplar, que fascinó en el Festival de Tribeca, donde la distribuidora indie estadounidense Magnolia compró los derechos para su estreno norteamericano. La película se estrenará el próximo viernes en España.

El guión firmado por Miguel Barros fue lo que sedujo a Shepard, ganador de un premio Pulitzer en 1979 por Buried Child. 'Es uno de los mejores guiones que he leído en los últimos diez años, y es precisamente una buena escritura lo que me atrae a la hora de elegir un proyecto. No tanto las ideas que se plantean, porque las ideas suelen decepcionar', dice irónico.

Sus creadores dicen que el filme no es una continuación de Dos hombres y un destino'

En la película, JamesBlackthorn es Butch Cassidy, el forajido encarnado por Paul Newman que ya aparecía en Dos hombres y un destino (George Roy Hill, 1969) donde compartía fechorías y libertad con Sundance Kid, que interpretaba Robert Redford.

Blackthorn parte de una pregunta y un deseo: ¿Qué hubiera ocurrido si ButchCassidy no hubiera muerto en aquel tiroteo en Bolivia con el que acababa la célebre película de Roy Hill? ¿Qué habría pasado si aquella moral de ladrón a lo Robin Hood no hubiera desaparecido? Tanto Shepard como Mateo Gil insisten en que Blackthorn no es ninguna continuación del clásico. 'Son como el día y la noche. Una es una película sobre la juventud. La otra, sobre la vejez y la soledad', apunta el actor que debutó en el cine en Días del cielo (Terrence Malick, 1978).

Reconvertido en un ranchero viejo y solitario que cría caballos en un valle remoto de Bolivia, Cassidy, ahora bajo el nombre de James Blackthorn, quiere volver a casa para morir y reencontrarse con un jovencito, hijo de Sundance Kid o de él mismo. Pero en su camino de vuelta se cruzará con un personaje ambiguo, un tal Eduardo Apodaca (Eduardo Noriega), que lo enredará en un golpe y en una huida que le recordará a los viejos tiempos. 'Mateo y Eduardo insistían en forzar la amistad de ambos personajes, pero yo nunca lo vi claro', comenta el actor y escritor de guiones magistrales como el de Paris, Texas (Wim Wenders, 1984). 'Cassidy es un solitario', recalca.

Una persecución que no se acaba nunca recorre la película de cabo a rabo, una fuga digna de un filme de Sam Peckinpah. En este caso, el perseguidor es Stephen Rea, el sabueso irlandés que se ha convertido en la sombra de Cassidy desde sus años mozos. 'Fui yo quien propuse a Rea. Es un viejo amigo de los escenarios, y además es irlandés y borracho. Era perfecto para el papel', ríe Shepard, al otro lado de la línea.

'La persecución eterna tiene que ver con la idea del outsider y del marginal, que es algo de lo que siempre habla el western. Cassidy está fuera de la sociedad. Es alguien incapaz de asumir sus reglas. Y eso tiene que ver con el artista, que debe ser siempre un inadaptado, alguien que vive desplazado de la sociedad. Es la condición del artista underground y es mi condición, porque no hay espacio para el artista en la sociedad', confiesa Shepard.

La película habla de un mundo en el que 'las reglas han cambiado y no necesariamente para bien. Los viejos principios morales por los que se regían bandidos como Cassidy ya no existen', explicaba Mateo Gil a Público. Para Shepard, esta es la clave de cualquier western: 'Una moral que se fragua en la soledad y el enfrentamiento con lo desconocido'. Eso ha tratado de hacer en su vida y en Blackthorn, el primer gran western europeo del nuevo siglo.

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