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Una vida en 1.500 páginas

Geoffrey Parker publica la biografía definitiva de Felipe II

EFE

Felipe II es 'un personaje de novela al que en una página quieres y en la siguiente, odias', asegura el historiador británico Geoffrey Parker, que acaba de publicar La biografía definitiva del rey en 1.500 páginas.

La pasión de Parker por el monarca en cuyo imperio 'nunca se ponía el sol' se originó por casualidad, explica en una entrevista con Efe, en una clase magistral en la que el historiador John H. Elliot planteó una pregunta aún sin respuesta: '¿Cómo logró España, durante la revuelta de los Países Bajos, luchar, mantener y aprovisionar durante 80 años a un Ejército y a tanta distancia?'. 'Decidí entonces buscar las respuestas y eso me condujo a Felipe II', refiere.

Pero la obra de Parker va más allá del rey como estratega y se adentra también en la intimidad de este monarca de religiosidad exacerbada, presionado por estar a la altura de la figura paterna (Carlos I de España y V de Alemania) y meticuloso hasta lo indecible. Tanto, que dejó millones de manuscritos, incluso con fecha y hora, en su empeño por supervisar el más mínimo detalle.

Puede decirse que este fue precisamente uno de sus fallos, como ilustra Parker con la siguiente anécdota: 'cuando diseñó El Escorial, Felipe II decidió incluso la ubicación de los 'necesarios' (servicios), que según un escrito suyo debían estar 'donde el olor no molestara a las cocinas''.

'Un rey que tenía tiempo para estas cosas no estaba metido en las cosas de Estado. Felipe era un maestro de obras magnífico, pero éstos no son los mejores estadistas', señala el hispanista sobre este mandatario que odiaba las audiencias y que, enseñado por su padre, 'no se fiaba de nadie y de todos sospechaba'.

Felipe II: la biografía definitiva (Planeta) se ha beneficiado también de los avances tecnológicos con los que Parker no contaba cuando en 1988 publicó la versión inicial de esta obra.

La reapertura y digitalización de la madrileña Biblioteca Zabalburu le ha permitido consultar más de 10.000 documentos autógrafos del rey, y gracias a internet ha podido acceder desde su despacho en Columbus (Estados Unidos) a 50 millones de documentos 'desde el maldito ordenador', cuenta riendo.

Incluso ha contado con algo impensable hace 20 años, ya que los avances en arqueología marina le han posibilitado trabajar con datos obtenidos de cuatro pecios de la Gran Armada naufragados en Irlanda y Escocia 'que aclaran -dice- lo que pasó en 1588'.

'Lo que nos faltaba era una obra de síntesis, y esto es lo que ofrezco'

Aunque se ha servido de la tecnología, apostilla que 'la cualidad más importante del historiador es la imaginación para llenar esos tramos oscuros...'. 'Lo que nos faltaba era una obra de síntesis, y esto es lo que ofrezco', indica.

La extrema religiosidad de Felipe II y su obsesión por mantener la fe católica en sus dominios es otra de sus facetas que analiza el libro. Pero 'decir que la religiosidad fue un lastre para su reinado depende del punto de vista', comenta.

'Para nosotros, más seculares, sí era un desastre pero para él como rey católico, fue un éxito porque en 1567 no había ni siquiera una provincia católica y a su muerte había diez, redimió del protestantismo a muchos millones de flamencos y para él era un éxito', recuerda el hispanista.

Aunque quizá el mayor éxito de su reinado fue la extensión y consolidación del poder español en América, '¡un continente!', exclamó.

Parker insiste en que cuando Felipe II llegó al trono, se encontró la rebelión de los hermanos Pizarro en Perú, la conjura mexicana del hijo de Hernán Cortés y el 'famoso' desafío al rey de Lope de Aguirre. Al final de su reinado, ni una insurrección: 'España mandaba, y punto'.

Por eso, el autor considera que el logro más grande de Felipe II fue América, mientras que los Países Bajos y la conquista de Portugal fueron un 'fracaso y un logro a un tiempo', porque aunque ensambló el primer imperio global, también desestabilizó la política europea.

Un rey, en fin, que se sentía más cerca de Dios que de los hombres, y por eso tenía tanta querencia por el Monasterio del Escorial, donde el único que tenía audiencia era el Papa.

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