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Zombi Child "Escucha, mundo blanco, mi voz de zombi"

El cineasta Bertrand Bonello rescata en 'Zombi Child' el significado original de esta figura de la historia y tradición haitianas y la dota de un profundo contenido político. Película de terror política, en la que la esclavitud y el vudú se dan la mano.

El escritor Néhemy Pierre-Dahomey interpreta al barón Samedi. /Flamingo Films
El escritor Néhemy Pierre-Dahomey interpreta al barón Samedi. /Flamingo Films

¿Qué es un zombi? "Es un hombre que ha sido borrado del mundo". Un hombre suspendido entre la vida y la muerte, transformado y mantenido en estado de esclavitud para que trabaje en las plantaciones. Pero si come sal, carne o cacahuetes, saldrá de ese trance y podrá volver con su familia a su vida de antes. El cineasta Bertrand Bonello ha rescatado en 'Zombi Child', su nueva película, el significado genuino de esta figura de la historia ya haitiana, liberándola de la adulteración a la que lo ha sometió el cine americano y dotándole de una profunda esencia política.

Con la audacia habitual de su cine, arropado por tres mujeres productoras –Judith Lou Lévy, Éve Robin y la productora ejecutiva en Haití Guetty Félin- y tras una minuciosa investigación, Bonello borra con esta película la 'e' del género 'zombie' americano que nació con 'La legión de los hombres sin alma' (Victor Halperin, 1932), protagonizada por Bela Lugosi, y que transformó la función de esta figura y su significado político. "La conexión con la esclavitud desapareció, y reapareció, aunque alterada, en el cine de George Romero", puntualiza el cineasta.

El zombi clairivius narcisse

'Zombi Child' es una historia narrada en dos tiempos: Haití 1962 y Francia en la actualidad. En el país caribeño un hombre vuelve de entre los muertos para trabajar en las infernales plantaciones de azúcar. 55 años después, en un colegio femenino exclusivo para descendientes de personas condecoradas por el gobierno francés, una joven haitiana cuenta a sus amigas su secreto familiar y su relación con el vudú.

"Escucha, mundo blanco, los gritos de los difuntos. Escucha mi voz de zombi honrando a los muertos (...) Escucha, mundo blanco, la sangre del negro fluye. Los barcos negreros se adentran en el mar. La espuma de nuestras desgracias. Los campos de algodón, de café, de caña de azúcar. Los mataderos de Chicago, los campos de maíz añiles…" La estudiante haitiana recita una noche a sus compañeras de hermandad el hermoso poema 'Cap'tain Zombi', de René Depestre.

Y en la película comienza a crecer la tensión alrededor de ese mundo interrumpido entre la vida y la muerte. Un universo que entonces se aprovecha de la figura real de Clairivius Narcisse, un ciudadano haitiano que después de ser enterrado en 1962, regresó a su casa casi veinte años más tarde. La leyenda cuenta que volvió a morir en 1994. Lo excepcional de esta historia es el interés que despertó en la comunidad científica y dio origen a unas cuantas investigaciones.

Entre la vida y la muerte

El director Bertrand Bonello. /Flamingo Films
El director Bertrand Bonello. /Flamingo Films

"La película parte de una reflexión subyacente sobre la esclavitud. No se trata de folklore, sino de reflexión política e histórica. Y todo, a través de una figura tan conocida en todo el mundo: el zombi", afirma Bertrand Bonello, que sitúa a las jóvenes protagonistas en ese colegio concebido por Napoléon en 1804 y que se inspira en un lema de aquel: "Educad creyentes, no pensadores".

Un ambiente para chicas privilegiadas al que la joven haitiana Melissa ha llegado tras recibir su madre muerta la Legión de Honor. Dedicada a evaluar los crímenes contra la humanidad cometidos por Duvalier, falleció en el terremoto de 2010. "Esa conexión entre la vida y la muerte todavía la podemos encontrar ahí. En el vudú, no hay una separación entre la vida y la muerte. No es simplemente una creencia, es un hecho. El terremoto de 2010, con sus casi 300.000 muertos, fue un terrible recordatorio de esta realidad. Los vivos y los muertos tuvieron que convivir durante meses".

"Hay que completar la revolución"

Bonello subraya, además, la carga política de la película mostrando una clase de Historia en el colegio, en la que el maestro es el historiador Patrick Boucheron, profesor del Collège de France, y que habla a las alumnas de la naturaleza discontinua y subterránea de la historia, sus resurgimientos, los interrogantes provocados por la experiencia... "Hay que continuar y completar la revolución… El liberalismo silencia la libertad".

Otro personaje importante de la cultura haitina, el escritor Néhemy Pierre-Dahomey, autor de la premiadísima novela 'Rapatriés' ('Repatriados'), aparece en la película, nada menos que interpretando al barón Samedi, el jefe de los guedés, el barón de la muerte, un dios y un diablo. Otra figura presente en la tradición del vudú haitiano sobre la que el cineasta se documentó a fondo.

Buscó imágenes en libros de fotografía, en novelas y en publicaciones antropológicas. Se inspiró en la descripción que el autor suizo Alfred Métraux hace en 'Voodoo in Haiti' sobre la forma de andar, la voz nasal y el comportamiento de los zombis, "el polvo que provoca la pérdida de pigmentación alrededor de los ojos...", exprimió el poema de Depestre y se empapó con la historia de una mujer zombi blanca del mismo autor, 'Hadriana en todos mis sueño'. Y, de alguna forma, se dejó guiar por Jacques Tourneur y su película 'Yo anduve con un zombi', convencido, como dice uno de sus personajes, de que "el vudú es bello, es poderoso, demuestra que la vida y la muerte son inseparables".

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