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25 años de "À la ville de... Barcelona"

El 17 de octubre de 1986 el COI otorgó los Juegos Olímpicos a la Ciudad Condal. La ciudad y el deporte español cambiaron para siempre

VÍCTOR MUR (EFE)

Hoy hace 25 años que Juan Antonio Samaranch, entonces presidente del COI, pronunció unas palabras que cambiarían la historia y la fisonomía de la ciudad de Barcelona, elegida un 17 de octubre de 1986 en Lausana (Suiza) como sede de los Juegos Olímpicos de 1992.

'À la ville de... Barcelona', las palabras textuales que utilizó Samaranch, hicieron explotar de júbilo a toda una ciudad que había preparado y ansiado profundamente unos Juegos Olímpicos para llevar a cabo toda una remodelación necesaria para crecer y darse a conocer en el mundo.

Con la bandera del olimpismo, Barcelona afrontó cambios de grandes dimensiones en todos los aspectos, mucho más allá del ámbito deportivo, con transformaciones urbanísticas, sociales y culturales.

El aeropuerto de El Prat se amplió con dos nuevas terminales para dar respuesta a la masiva presencia de espectadores que se esperaban, se crearon las rondas para facilitar el tráfico dentro de la ciudad, y por mar se construyó el Puerto Olímpico.

Ésta fue una de las mayores inversiones, puesto que Barcelona no estaba abierta al mar, y con esta infraestructura marítima se pudo conseguir un sueño anhelado por muchos barceloneses.

Y es que después de tres intentos fallidos en 1924, 1936 y 1972, la ciudad por fin tenía los Juegos, y no desaprovechó la oportunidad de metamorfosearse de arriba a abajo.

Instalaciones de primer nivel, como el Estadio Olímpico Lluís Companys, el Palau Sant Jordi o las piscinas Picornell, dieron un nuevo aire a la montaña de Montjuïc, principal feudo del movimiento olímpico.

El Poblenou, uno de los barrios más degradados de la ciudad, vio como albergaba la Villa Olímpica, que alojó a unos 15.000 deportistas y le lavó la imagen, pasando a ser un nuevo barrio dinámico y moderno.

El Poblenou, uno de los barrios más degradados de la ciudad, pasó a ser dinámico y moderno

Toda una reforma estructural de Barcelona con vistas a organizar los mejores Juegos Olímpicos de la historia, si bien el mayor premio fue el legado que dejaron tras de sí.

Las nuevas infraestructuras del urbanismo barcelonés aún perduran en su horizonte, por lo que el olimpismo fue el pretexto ideal para modernizar una ciudad que tan sólo necesitaba un impulso como éste para crecer.

Veinticinco años después, el ex alcalde de Barcelona Pasqual Maragall ha recordado hoy la gran remodelación que sufrió la ciudad, destacando la apertura hacia el mar.

'En el momento en el que se tiene que hacer un evento como éste se tiene que arreglar todo, desde los trenes y los tranvías hasta las rondas', ha explicado el que fuera uno de los máximos artífices de que Barcelona fuera olímpica.

Tras un cuarto de siglo, la ciudad vuelve a moverse con el espíritu olímpico, y ahora es firme candidata a organizar unos nuevos Juegos, esta vez los de invierno, con el proyecto Barcelona-Pirineos 2022.

Pese a la crisis económica, que no permite grandes inversiones, y el hecho de ser mediterránea, Barcelona persigue de nuevo el sueño olímpico con el recuerdo de lo que supusieron los Juegos del 92, un antes y un después en la capital catalana, un auténtico punto de inflexión.

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