Este artículo se publicó hace 17 años.
Cuando además de fútbol falta el gol
Un Madrid muy mediocre, pero superior, fue incapaz de ganar a un Olympiacos que salió descaradamente a por el 0-0.
Enrique Marín
Fue otro partido para olvidar, en el que resulta complicado entender y por tanto explicar a qué diablos jugaron o pretendieron jugar Olympiacos y Real Madrid. Un incontrolado y continuo ir y venir del balón. Un correcalles sin orden ni pausa. Una pachanga de esas que tanto le gustan a Schuster, en la que el Madrid impuso su calidad individual (que no colectiva) ante un Olympiacos que nunca aspiró a otro resultado que empatar, a cero, por supuesto. Si es cierto aquello (que lo es) de que se juega como se entrena, es evidente que este Madrid tienen una sobredosis de pachangas y, lo que es peor, un importante déficit de trabajo táctico.
La ausencia de Guti obligó a Schuster a reorganizar su centro del campo con Diarra, Gago y Sneijder. No hay nada mejor que no estar para que te echen de menos, pues si había un partido para que Guti hubiera hecho de las suyas ése era el de anoche. Sneijder, el futbolista gaseosa, tuvo una nueva oportunidad para recuperar el crédito y lo cierto es que el holandés dejó detalles. Los griegos se lo pusieron muy fácil, aunque esta vez ni Van Nistelrooy, que falló la ocasión más clara, ni Raúl, desaparecido entre el barullo griego, desnivelaron un partido en el que si alguien mereció ganar evidentemente fue el Madrid, el único equipo que, aunque con poco tino, apuntó a la portería rival.
El Olympiacos es un equipo tremendamente frágil, al que basta un cambio de juego, una triangulación mínimamente bien intencionada o un par de regates para introducirse en las inmediaciones de Nikopolidis como el cuchillo en la mantequilla. Es por ello que al Madrid le valió el toque de Sneijder y la presencia de Diarra para arrinconar a los griegos y poner cerco a la portería de Nikopolidis. Con decir que mientras Casillas vivió uno de los partidos más plácidos que se le recuerdan.
Estilo Capello, o peor
Aunque el objetivo del Madrid era ganar en Atenas para sellar su pase a cuartos, el empate y la derrota del Werder Bremen deja éste encarrilado.
Ahora bien, Ramón Calderón, al que tanto disgustaba el fútbol de Fabio Capello, debería exigir más a Schuster, en lugar de limitarse a darle consejos como que disfrute más. ¿Disfrutar? El alemán está demostrando que el Real Madrid le viene muy grande y que su permanente mal humor es fruto de la impotencia, de la frustración que le debe suponer ver a su Madrid jugar tan mal. Tan mal o peor de como jugaba con Capello. Y, claro, si además de fútbol faltan goles, a ver qué excusas se ponen.
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