Este artículo se publicó hace 13 años.
Adrián hace bailar al Atlético
El excelente primer tiempo del asturiano, bigoleador, destroza al Udinese y sitúa líderes a los rojiblancos
De barba dura, corazón blando y pose tranquilona, Adrián está acostumbrado a luchar en silencio. Natural de Teverga, concejo de la Asturias interior donde aún se avistan osos, el delantero del Atlético siempre ha poseído esa fuerza imprevisible y poderosa de los plantígrados. Parecen lentos, torpes y despistados, pero son capaces de pescar truchas al vuelo o de fabricar goles de ensueño. En tres zarpazos, todos primorosos, Adrián destrozó al Udinese, situó al Atletico como líder de grupo y, sobre todo, le dio aire a Manzano, un entrenador que no creyó lo suficiente en un futbolista le dio en pretemporada razones indiscutibles para la fe ciega.
El atacante rojiblanco, sosegado y noble, ha calentado banquillo sin un reproche, se ha visto obligado a regalarle el 9 a Falcao con generosidad pública y ha esperado paciente su segunda oportunidad afilando sin prisa las garras. El domingo pegó dos veces al Zaragoza, y decidió pintar de colores la negra y desapacible noche madrileña.
Manzano está obligado a olvidar las rotaciones y fiarse de los que se
Ya se conocía su descomunal capacidad para abrir huecos, su gracia para moverse y su solidaridad a la hora de servir balones de gol a los compañeros. Exhibió una cintura de avispa en su cuerpo de oso. Tanto en el primero como en el tercer gol sentó a sendos defensas mediante dos amagos estelares que iluminaron el desangelado Calderón. El 1-0 lo remató él mismo; el 3-0 se lo regaló a Diego. Y entre ambos, conectó un cabezazo certero e intencionado que valió el segundo tanto.
Todo giró en torno a la espectacular primera parte del asturiano, cuya actuación fue secundada por Diego y Arda, los dos encargados de crear fútbol. A Falcao le costó más. Es cierto que de su tacón nacieron las jugadas del segundo y el tercer gol, pero al colombiano le faltaba alegría. Más alejado que de costumbre de la portería, pareció más útil, pero esa funcionalidad sin gol no sacia a los depredadores. Así que en el segundo tiempo, con el partido descerrajado, la defensa italiana le hizo un pasillo y Falcao no vaciló. Dibujó una veloz y prolongada diagonal de izquierda a derecha, de fuera hacia adentro del área rival, y mediante un enrrabietado derechazo certificó que aún huele la sangre.
Ni siquiera un par de pifias de Godín aguaron la fiesta
Ni siquiera un par de pifias de Godín aguaron la fiesta. El Atlético se encontró con una ventaja temprana y holgada, ideal para asentar por fin una alineación. Las rotaciones son algo superior a Manzano -prescindió de Filipe para colocar como lateral zurdo a Antonio López-, pero todo indica que se ha encontrado por fin con el mejor once posible y sería un suicidio no insistir en un grupo que se ha ganado la confianza.
El técnico está obligado a enviar a la plantilla y, sobre todo, a la grada un mensaje de normalidad. Un guiño de naturalidad alejado de veleidades. Cometió una injusticia con Adrián, y este, lejos de guardársela, le ha respondido con humildad, cintura y goles. Agarrado a su talle, el Atlético bailó al Udinese y suena a esperanza.
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