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Antón gana en la vuelta al País Vasco

Cobo resiste los latigazos de Froome en El Vivero y conserva el liderato

LADISLAO MOÑINO

El ciclismo siempre tuvo un punto importante de paisanaje. Sus héroes, que no siempre fueron ganadores, son locales. Deportistas, en su mayoría, nacidos en núcleos rurales. El chico más fuerte del pueblo, sobre una bicicleta. El chico más rápido, en una carrera de juveniles. El chico más rápido, en una etapa de profesionales. El chico era Igor Antón, de Galdakao. Vizcaíno. Corriendo en casa 33 años después de que la Vuelta atravesara el País Vasco. Al chico Antón le esperaba su novia en la meta de su tierra; otra fotografía costumbrista del ciclismo. Como el alto de El Vivero, teñido de naranja; la afición local con su corredor y su equipo. Dos ascensiones. La primera de Antón, con Verdugo marcándole el ritmo para conservar la ventaja sobre los 30 lobos que venían por detrás, con Cobo y Froome a la cabeza, con su penúltimo asalto para decidir el ganador final de esta Vuelta.

La segunda escalada de Antón a El Vivero ya fue en solitario. En bailón. Envalentonado ante su gente. 'Una bilbaínada', que dijo cuando ya había subido orgulloso al podio como vencedor de la etapa. Cuando ganó su contrarreloj particular con Bruseghin en la bajada. 'He tenido que regularme, esto no entraba en mis planes, quería dejarme ver. Nunca la afición ha estado tan encima. He roto ese respeto que tengo a coger una fuga o pensar que no puedo ganar para abajo. He ganado en la capital del mundo', concluyó muy abilbainado Antón.

La etapa se inició marcada por ese sprint intermedio que estaba a sólo 19 kilómetros de la salida. Territorio para el Sky, para intentar lanzar un sprint. Y fue suyo el control, pese a que hubo varios intentos de fuga. No consiguió nada Froome en este primer intento de darle una dentellada a los 13 segundos que le saca Cobo. Estuvo listo el Geox, que hasta logró colar a De la Fuente entre Purito y Mollema. Tiene el líder la suerte de contar con De la Fuente y también con tres veteranos como Menchov, Sastre y David Blanco; sabiduría con piernas para hacerle la defensa del jersey rojo más llevadera. Tipos que tiene en su disco duro multitud de situaciones de carrera y sus correspondientes soluciones.

Pasado ese primer punto bonificado, se formó la previsible escapada del día. Todo estaba marcado ya para que la batalla entre Cobo y Froome se desatara en El Vivero. Para el Sky, o para cualquier equipo en su situación sería difícil controlar en solitario todos los intentos de fuga con más de 140 kilómetros por delante. Primero porque hay muchos corredores y equipos que aún no han catado lo más alto del podio. Segundo, porque el pastel se entregaba en Euskadi y el Euskaltel iba a incendiar la carrera sí o sí. Así que está quedó dividida en dos. Por un lado, el grupo de Verdugo, Antón, Bruseghin y Dyachenko. Por otro, la batalla por el triunfo final en la general.

El primer paso del grupo del líder por El Vivero, reducido a 30 corredores por el ritmo del Sky, ya anunciaba revuelta. En el segundo, Wiggins escuchó el pinganillo y puso la locomotora durante los dos primeros kilómetros de subida. La rampa de lanzamiento de Froome, que no defraudó. Lanzó otro ataque a todo plato como en Peña Cabarga al que respondió Cobo. No le dejó ni un metro. Tampoco en la segunda intentona. Otro arranque explosivo que no fue a ninguna parte. 'Tenía que pegarme como una lapa', dijo Cobo metamorfoseado. De Bisonte a gasterópodo. Ciclismo...

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