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Arda liquida al anfitrión

SUIZA 1- TURQUIA 2. La suerte no ayudó a los suizos ante Turquía. Una de las anfitriones dice ya adiós al torneo

ALFREDO VARONA

Fue un partido orgulloso, muy británico en la segunda parte. Entonces, la pelota pasó sin miedo de un campo a otro. Se puede discrepar del valor del fútbol, pero nunca del corazón de los futbolistas, de la maravillosa pelea. Tiraron con todo hacia arriba, pero en general a estos equipos les cuesta un siglo marcar un gol. Es la historia de toda la vida, lo que tuvo el partido sin propietario hasta el segundo final.

La primera parte fue transoceánica, con más agua que en las cataratas del Niágara. En estos casos, ya se sabe lo que pasa: el balón es como un niño malcriado y hasta la cosa más desobediente del mundo para los futbolistas. No hay más que ver el gol de Yakin, el suspense que originó el charco. A la pelota le dio un ataque de pánico. Pero los defensas turcos no aprovecharon la prórroga. O ellos estaban demasiado lejos o Yakin demasiado cerca, que nunca se sabe. El pase, por cierto, nació desde la banda derecha. Y no fue el primero ni el último que concedió el lateral Balta.

Con el césped más civilizado, el fútbol regresó en la segunda parte. Turquía tiró a degüello con todos los delanteros posibles. Entonces apareció Nihat, que en este equipo es como Napoleón. A balón parado lo tira todo y no se encarga de los saques de banda porque no le apetece. Pero el caso es que esta vez sí desbordó a la defensa y trasladó el balón del empate a Senturk (min. 60). La cabeza del delantero, un gladiador de toda la vida, fue como una metralleta. De ahí al final los porteros vivieron en vilo, cualquiera pudo marcar, pero el que lo hizo fue uno de los mejores: Arda para Turquía.

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