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Ayón acribilla al Fenerbahce; el Madrid tendrá su revancha

El mexicano se sale con un partidazo (18 puntos) para llevar a los blancos a su tercera final consecutiva de la Euroliga contra el Olympiacos, el equipo que le ganó la de 2013.

Los jugadores del Real Madrid celebran el triunfo sobre el Fenerbahce Ülker tras la segunda semifinal de la Final a cuatro de la Euroliga. EFE/Juan Carlos Hidalgo

EDUARDO ORTEGA

MADRID.- Estamos en Estambul, en el Ülker Sports Arena, ante 14.000 gargantas turcas que jalean hasta quedarse sin voz al Fenerbahce, el equipo que hoy se juega en casa el pase a la final de la Final Four. O no. Eran unos 5.000, o más, pero parecía que el pabellón era suyo, que la capital era la turca y no Madrid. Una olla a presión devoró el comienzo. Una tremenda pitada a los jugadores del Madrid en su presentación, que demostraba que los blancos no jugaban en casa, como ya habían avisado el jueves.

La presión de los turcos y unos primeros minutos vibrantes igualó el duelo más de lo que a priori se pensaba. Aunque el Fenerbahce, con el segundo presupuesto más alto de Europa, no es una cenicienta. Por su trío bestial: Goudelock (26 puntos, 4 rebotes y seis asistencias), Vesely (20 puntos, 6 rebotes y 2 asistencias) y el MVP Bjelica, que no dio la talla. Y, sobre todo, con Obradovic. El legendario técnico serbio, con tantas Copas de Europa como el Madrid, dio en el Barclaycard Center otro show.

No le fue a la zaga en ello Ayón (18 puntos, 7 rebotes y 6 asistencias). El mexicano se marcó un partido inolvidable, el mejor de la temporada. Le entraba todo en un primer tiempo de ensueño con el que igualó las fuerzas de los turcos en la pista y en las gradas. Dieciséis puntos, 5 rebotes y 4 asistencias para, junto a un espectacular KC Rivers, hacer la mitad de la paliza del Madrid al descanso. Un 55-35 tras el rodillo de los blancos en el segundo cuarto, como ya tienen costumbre. Uno de los partidos más completos de los blancos en toda la campaña.

Obradovic pasó por varias fases en su show. De las broncas y aspavientos varios en el igualado primer cuarto a su impasibilidad y su mirada gacha en el hundimiento del segundo. Tras el descanso, llegó la siguiente etapa en el genio serbio: arquear las piernas, pasarse la mano por la frente, después por el pelo y meterse las manos en los bolsillos como señal de que ya poco puede hacer o gritar. Ahí llegó la máxima del Madrid (64-37). Era un triple tras otro de los merengues, que jugaban como más les gusta: corriendo y con una defensa asfixiante. Los turcos se vieron totalmente sobrepasados por Rudy (12 puntos), Sergio Rodríguez (12 puntos) y Llull (13 puntos).

Pero el Fenerbahce tenía tres vidas. La segunda con un parcial de 1-8 al final del tercer cuarto que espabiló a Obradovic -regresó a los aspavientos- y a sus aficionados, que, por momentos, aunque en turco, parecía que gritaban "¡Sí se puede!" hoy que es el aniversario del 15-M. Con Vesely, Bogdanovic y la reaparición de Goudelock se llegaron a poner a 14 puntos, tras reducir casi a la mitad la ventaja. Pero volvieron a estirarse los blancos y se fueron a 17 de ventaja (76-59).

Los de Laso aumentaron aún más la renta al comienzo del último cuarto (79-59, minuto 31), pero les entró la habitual pájara y el Fenerbahce tiró de su tercera vida agarrado a un espectacular Goudelock, que se echó el equipo a la espalda. Se llegó a poner a 12 el cuadro otomano, pero no llegó a meter el miedo en el cuerpo a los blancos. Obradovic ya zapateaba en la banda y la tomaba con algo que se hallaba en el suelo. El serbio sabía que se estrellaba por segundo año con el Fenerbahce. Los blancos, pese al acercamiento de última hora de los turcos (96-87), que tendrán la revancha de la final de 2013 ante el infinito Olympiacos de Spanoulis.

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