Público
Público

El Barça golea a la farsa

Al equipo de Guardiola le basta medio partido para retratar a un Atlético que volvió a hacer el ridículo en el Camp Nou (5-2). Xavi, Messi e Ibrahimovic destrozan el erróneo planteamiento de Abel

ENRIQUE MARÍN

Los Barça-Atleti son tradicionalmente una oda al gol, con una media de 3,5 tantos por partido. El espectáculo está garantizado y el enfrentamiento de anoche no fue la excepción: siete goles y un sinfín de ocasiones. La diferencia volvió a estar en que mientras el Barça es un equipo que sabe a lo que juega, el Atlético es un mar de dudas, con islas desiertas y náufragos ilustres, quienes más que ser rescatados suelen rescatar a su equipo. Desde el año del descenso (99-00) el equipo rojiblanco no empezaba tan mal la Liga.

El arranque del Barça fue demoledor. A los 56 segundos, Henry estrelló el balón en el larguero y a los dos minutos Busquets vio el desmarque de Ibrahimovic, quien inauguró el marcador con un gol que tapó más de una boca.

El sueco no es un depredador, sino que aúna marcar goles con ayudar a fabricar los de otros. Que Abel alineara a Pablo por una cuestión de altura (1,92 como Ibrahimovic) sonó a atrocidad táctica en cuanto se conoció el once del Atlético. Y sí, bastaron dos minutos para que Ibracadabra emborronara su pizarra. Pensar a estas alturas que al Barça se le para metiendo centímetros, al tiempo que se le adelanta la defensa, no sólo es una incoherencia, sino una temeridad.

Si Ibrahimovic superó a Pablo por velocidad y no por altura, un pase picado de Xavi a Messi le permitió al argentino celebrar su renovación con un buen gol. Messi marcó justo cuando Valdés batió su propio récord de imbatibilidad, que casi al borde del descanso Agüero pararía en 570 minutos.

Kun, que se fue lesionado, y Forlán maquillan un resultado engañoso

Abel tuvo que echar mano de la cantera para completar su lista. Las bajas (Pernía, Raúl García y Camacho) y el virus FIFA por el Mundial sub 20 (Asenjo, Domínguez y Cabrera) le obligaron a hacerlo. Su once fue presentable, sobre todo por la alineación inicial de Jurado, pero echar un vistazo al banquillo daba vértigo.

Mientras el Barça desplegaba su mejor juego, el único argumento del Atlético era interceptar y buscar a Kun y Forlán. Ahí empezaba y terminaba su fútbol. El resto se trataba de bascular al son que marcaba Xavi y esperar a tirar una contra con Maxi, Jurado y Agüero, pues de Forlán apenas llegaban noticias. En el Atlético no hay pausa. El balón está en su área o en la del rival, y esto fue precisamente lo que desconcertó al Barça, a quien su juego posicional no le permite partirse, pero sí correr el riesgo de que le pillen con la defensa muy adelantada.

Pero justo cuando parecía que aún podía haber partido, llegó el gol de Alves. El brasileño no quiso ser menos que Cristiano Ronaldo y marcó de falta directa. Roberto, que sólo había jugado un partido en Primera, tuvo su bautizo de fuego en el Camp Nou. Cuéllar y Coupet, sus antecesores en la responsabilidad de cuidar la portería del Atlético ante el Barça, se llevaron seis goles cada uno.

El madrileño llevaba tres a la media hora y se fue al descanso con cuatro, pues un jugadón de Messi dentro del área acabó en un gol de Keita. No es difícil imaginar lo que pasaba por la cabeza de Roberto camino del vestuario. Virgencita, Virgencita, que me quede como estoy. El quinto le llegó con el partido casi acabado.

Desde el año del descenso, el equipo rojiblanco no iniciaba peor la Liga

Mas el Atlético es uno de esos equipos al que más hay que temer cuando peor está. Imprevisible en su rendimiento colectivo y ciclotímico en su comportamiento, el equipo rojiblanco lleva demasiado tiempo subsistiendo de la pegada que le proporcionan Agüero y Forlán, quienes anoche volvieron a maquillar un resultado que terminó siendo engañoso. Para colmo, el argentino se marchó lesionado. Pues más vale que no sea nada...

¿Te ha resultado interesante esta noticia?