Guardiola tenía el sábado más motivos que ningún otro día en lo que va de temporada para degustar satisfecho jamón y vino en el vestuario. Ante el Sevilla, el Barça escribió el guión que necesitaba para acabar con ciertos aires de duda que los números desmentían. Goleó, Villa acabó con su ansiedad y el equipo recuperó el ritmo y la presión que le caracterizan. 'Hicimos un partido muy completo, con un ritmo bestial. Necesitábamos un partido así para demostrar que estamos al nivel de años anteriores', aseguraba Xavi ayer. Con la mayor parte del equipo fresco de piernas y cabeza después de descansar en la Copa, el Barça asfixió al rival con una presión frenética, las líneas pegadas y con una defensa adelantada que apenas dio lugar a que le ganaran la espalda un par de ocasiones. 'Es imposible hacer esta presión si no has hecho diez pases', aseguró Guardiola, que no limitó al esfuerzo el gran papel defensivo de su equipo. 'Cuando jugamos bien la pelota, es cuando defendemos bien. Si atacamos sin orden, sufrimos. No somos un equipo físico, salvo algunos jugadores, y es el balón el que hace que estemos juntos para la presión', añadió.

El Sevilla no supo reaccionar ante las constantes exigencias planteadas por el Barça. 'Es imposible ganar si no somos capaces de dar cinco pases seguidos', sentenció un resignado Romaric. El trabajo de Villa, Pedro y Messi recordó por momentos la presión sofocante que caracterizaba al equipo con Etoo y que se perdió con la marcha del camerunés al Inter.

La entrega de los tres puntas obligó al conjunto de Manzano a rifar balones largos que prácticamente siempre caían en los pies de los centrocampistas azulgranas. Iniesta recuperó siete balones, más, por ejemplo, que Puyol (5) o Busquets (4). Alves, que prácticamente actuó de interior y dejó el equipo con tres atrás, terminó con nueve recuperaciones, mientras que a Piqué le cayó el esférico en 18 ocasiones