Cabizbajo, Marco Van Basten se subía en el autobús de Holanda que partía hacia Berna. La plaga de lesiones que le han destrozado su plan le han creado la sensación de ir al matadero porque le espera Italia, la campeona del mundo. La selección que parece que nunca hace nada, pero que lo gana todo o casi todo. El fútbol sin piedad, que castiga cada error que comete el contrario.

Pasan los seleccionadores, pasan los siglos y la esencia de Italia se mantiene: el portero es tan importante como el mejor goleador. Roberto Donadoni ha cambiado muy poco la fisonomía del grupo que se coronó en Alemania. Lo intentó al principio, pero las derrotas le hicieron repasar los apuntes de Lippi. “Cómo cargarse en tres semanas todo lo que hizo Lippi”, título el diario La Nazione, y desde entonces, aventuras, las mínimas. “Donadoni heredó un puesto difícil porque Lippi le dejó el techo muy alto. Mantenemos el bloque, aunque el seleccionador ha intentado darnos más flexibilidad táctica, aunque trabajando con la misma base que ganó el Mundial”, afirma Gattuso, que sigue siendo la referencia por definición cuando el subconsciente evoca a Italia.

Van Basten llegaba a esta Eurocopa convencido de que podía hacer algo grande. “Ahora todos somos dos años más mayores que en el Mundial de Alemania”, ha repetido hasta la saciedad. Hasta que las lesiones le han derrumbado. Con todo, tiene jugadores

para romper los partidos por calidad. Le ha entregado gran parte de la responsabilidad a Sneijder. Aunque sabe bien que Italia es Italia. Que te mata mientras parece que duerme recostada en su defensa.