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Los Beatles de la grada tomaron el Bernabéu

La hinchada del Liverpool hizo honor a su leyenda y a su coreografía

LADISLAO JAVIER MOÑINO

The Kop, la legendaria grada de Anfield se instaló en una esquina con su rojo pasión, sus aros y brillantes en la oreja y sus patillas picudas. Y sus pancartas. Trozos de tela emocionales que evocan el glorioso pasado del Liverpool. 'Nunca conocí un amor como el suyo', reza una. 'Alta resistencia', se lee en otra. Y jalean a Dudek; la memoria histórica para un portero que les entregó su quinta Copa de Europa. De alguna manera, tocaron los Beatles de los campos de fútbol en el Bernabéu. Tan rojos, tan acompasados, tan sentidos.

Hay veces que la megafonía para autos de choque que retumba en los estadios antes de los partidos y en los intermedios debería ser prohibida. Ni Queen, ni ACDC, ni Guns NRoses, ni nada. Canta The Kop el esperanzador Youll never walk alone; un respeto. Y melodías a ritmo de La Bamba, dedicada a Rafa Benítez, al que veneran. Él les saluda, agradecido. Envuelto en su traje y corbata, con su alopecia landista, da órdenes. El partido es suyo. Sale del banquillo cuando ve un agujero que no le gusta. Suena Fernando Torres, Liverpools number nine, es un red, uno de los suyos.

Hay ambiente de Copa de Europa y el Bernabéu tiene poca melodía blanca, pero sí mucho ruido intimidatorio. Los sonidos guturales de su hinchada corresponden más a las convulsiones del rock que al poperismo de los hinchas del Liverpool. Apenas tienen letras y el estribillo es facilón. Pero encoge. Ese agudo 'Madrid, Madrid' acalla por momentos a los seguidores del Liverpool, que procesan los gritos de guerra contrarios. También es un silencio respetuoso.

Calienta Gerrard, el chico de Huyton. Más pop. El todocampista presume de haber nacido en el mismo barrio que los chicos de Cast y sobre todo The Las; los Beatles malditos de los ochenta. De la esquina encarnada brota el 'Gerrard, Gerrard' con los acordes del qué será, será. Nadie representa como Gerrard el espíritu indómito del Liverpool. Un resistente a la derrota. Por eso el Bernabéu guardó un silencio cuando le vio saltar del banquillo.

Es de esos jugadores que la hinchada madridista le pondría la blanca con los ojos cerrados. Continúa la batalla entre la melodía y los espasmos rotundos del 'Madrid, Madrid'. No hay goles, ni mucho fútbol, pero el partido se juega en los dos fondos. A garganta partida. Cuando imperan en exceso los murmullos como reflejo de lo que sucede en la hierba es que juego no hay mucho.

Torres siente que no está en su casa, aunque juega en su ciudad. Una vez más se le hizo pequeña la portería del fondo sur o es que Casillas se le hace enorme. Tuvo una de esas noches en las que los puristas abogan por un fútbol sin mechas. Se fue cabizbajo y con muchos decibelios atormentándole. En Anfield puede que sea más libre para que el flequillo se le mueva espoleado por la cercana eliminación del Madrid.

Por esa turba roja que estalló con el gol de Benayoun, que entonó el Fields of Anfield Road, una melodía que recuerda a Shankly y a Dalglish los dioses de Anfield. Mientras, Raúl cabizbajo, se iba al centro con el balón bajo el brazo. Caminando sólo en la derrota...

 

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