La vida ha perdido placer desde 1962-63 cuando el Santos ganó la Copa Intercontinental. 'En la pensión de doña Gorgina convivíamos gente como Pelé, Dorval, Lima o Toninho', recuerda Coutinho, el hombre que se entendía con Pelé antes de abrir los ojos. 'Era una gran vida, íbamos con buen humor del campo a la playa'. Luis Álvaro Riveiro, actual presidente del club, era entonces un fanático de 20 años al que le enorgullecía compartir generación con toda esa gente. Ahora, es un cardiópata que sabe que la vida no es tan romántica. Dos meses, antes de presentarse a las elecciones del Santos, sufrió un paro cardiaco. 'Mi médico me dijo que estaba loco'. Pero se sintió peor en mayo, cuando creyó que era imposible retener a Neymar. 'Florentino Pérez era un hombre arrogante y con mentalidad colonial', explicó.

Riveiro volvió a casa y desar-mó la enfermería. 'Me tomé un tranquilizante y dos copas de vino, porque pensaba que le habíamos perdido'. Su disgusto conoció noches de insomnio. 'La ansiedad me hizo engordar ocho kilos en cuatro meses'. Sin embargo, hoy es un hombre feliz, como lo era en el 62, cuando el Santos de Pelé se enfrentó al Benfica de Eusebio. 'Neymar no se ha ido y no se ha rendido ante un puñado de dólares', dice el presidente, que ha regresado al romanticismo de ayer. 'Neymar volverá a demostrar que uno puede ser el mejor del mundo jugando en Brasil'.

'La presión no nos afectará', dice Ramahlo, el técnico brasileño

El sueño continúa hoy (11.30 horas, Cuatro) ante el Kashiwa Reysol, en el estadio Toyota. 'Tenemos peor equipo avisa Pelé, pero mejores individualidades que el Barça'. Por eso Riveiro, que no deja de ser un hombre ansioso, le ha preguntado a su entrenador, Ramalho, si el triunfo es posible. 'No lo sé, pero creo que la presión no nos afectará'. Y entonces habla de Neymar. 'A su edad, ya tiene mucha experiencia en el fútbol'.

La tentación viaja al mismo nivel de hace 50 años. Pelé, que es ley en Vila Belmiro, habla de lo posible. Por eso recuerda a la gente que los sueños no tienen fecha de nacimiento. Al menos, en su caso, que fue campeón del mundo en Suecia 58 con 17 años. A los 19, la vida de Neymar, sin embargo, es otra cosa. Ha vivido más, ha llorado en público sus errores. Va a ser padre, incluso. Por eso cada día que pasa reduce la impaciencia, aunque, a veces, se desmarque como el tipo más ambicioso del mundo.

Antes de viajar a Japón, en un reportaje en la revista Veja, titulado 'Un Pelé para el siglo XXI', declaró que quiere ser 'el mejor del mundo antes de marchar a Europa'. Y en el Santos se alían a su causa. Ganso, por ejemplo, es el número diez y ya ha imaginado la final frente al Barcelona. Y, naturalmente, en sus sueños aparece Neymar con una influencia masiva. 'Sueño que le doy el pase del último gol en la final'.

'Tenemos mejores individualidades que el Barça', asegura Pelé

Ganso, de 22 años, es el Pelé blanco, dicen. Las lesiones no han desorganizado su ambición, aunque sí la han aplazado. En su interior habita un muchacho con pinta de intelectual, al que le convencen los trabajos difíciles. 'Mi idea es habilitar a mis compañeros para que marquen'. Por eso casi siempre anuncia exigencias que lo hacen más feliz. 'Sé que desde hace algún tiempo no lo hago con regularidad'. En realidad, es el precio de jugar en un equipo como el Santos, cuyo himno baja al campo de fútbol y lo define como 'campeón de la técnica y la disciplina', aunque Neymar prefiera hablar de 'la improvisación' en su vida. Otra cosa es lo que le diga a Dani Alves o Adriano, en sus habituales conversaciones por teléfono, pero, al menos, en público, rehúye compararse con Messi. 'No tengo que demostrar nada a nadie'. Y escapa, por tanto, de la enjundia verbal de Pelé que, 50 años después de ganar la Copa Intercontinental, oposita a adivino. 'Messi será mejor que Pelé'. Aunque siempre hay quien le corrige, como el inolvidable Coutinho. 'Yo esperaría hasta 2014'.