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Buenas noches, tristeza

El Valencia, que entró triste al partido por la muerte de Arturo Tuzón, presidente del club durante siete años, pierde 1-2 ante el Mallorca

SALVA TORRES

 

El Valencia entró al partido triste por el fallecimiento de Arturo Tuzón, presidente del club durante siete años. Y el árbitro agrandó el drama. Pitó un penalti inexistente y animó al Mallorca, que perdonó en la primera parte, aunque se agarró a los dos goles de Castro para que el luto subiera al marcador. Aunque el Valencia mejoró en la segunda mitad, no pudo superar la angustia inicial y a un Mallorca que aprovechó la depresión valencianista. Los ecos de aquel texto de Françoise Sagan, Buenos días, tristeza, se tornaron ayer en amarga noche. No pudo haber homenaje póstumo. En su lugar, caras largas y bronca de la grada, que no entendió el planteamiento de salida de Unai Emery.

Álvarez Izquierdo, puestos a ser sentimentales, debería haber tenido un detalle con el Valencia, triste ayer por la muerte del ex presidente. Y lo tuvo, pero detalle envenenado. Sancionó con penalti una caída de Webó, que se fue al suelo sin que Ricardo Costa llegara a tocarle. Castro lo lanzó penoso por el centro, pero adelantó al Mallorca. El regalo sentó fatal a la afición y al equipo, que se descompuso. El luto cubrió por completo Mestalla. La defensa valencianista, muy renovada con Moyà en la portería y el estreno de Stankevicius, fue un flan. Y el Mallorca lo aprovechó. Castro, de nuevo, aprovechó un rechace de Moyà para arrancar los primeros silbidos de la grada. El Valencia andaba cual boxeador sonado.

Otra jugada tonta, esta vez en el área mallorquinista, alentó al desnortado Valencia. Ratinho derribó a Vicente y Soldado acortó distancias de penalti. El gol, lejos de servir de revulsivo a los valencianistas, espoleó a los de Laudrup, que siguieron hurgando en la herida abierta en la defensa rival. De Guzmán y sobre todo Chori Castro, que se ensañó con Stankevicius, pudieron sentenciar el partido. Arturo Tuzón, que seguro estaba en los cielos, obró el milagro de que su equipo se fuera a los vestuarios con vida.

Emery, desde la banda, se frotó lo ojos durante todo el primer tiempo para reconocer a los suyos. Si la defensa era un coladero, el centro del campo resultó invisible: Joao Víctor, Martí y De Guzmán zarandearon a Albelda, Fernandes y Banega. Sólo Vicente, con sus escarceos por la banda, dio señales de vida. El resto, como sumido en la depresión por luto, anduvo cabizbajo ante un Mallorca eléctrico, de alto voltaje.

La entrada de Bruno, por el desaparecido Stankevicius, y de Aduriz imprimieron carácter y una alineación más reconocible, menos probeta de ensayos. Pablo, a lomos de ese cambio de tercio, falló con toda la portería para él: manos a la cabeza y la grada que se animó tras ver a su equipo recuperar el pulso. El Valencia apretó impulsado por Jordi Alba, que se comió la banda izquierda bien secundado por Vicente, ambos sobresalientes. El Mallorca buscó el contragolpe letal, mientras fue durmiendo el partido, una pesadilla para el Valencia, que perdió su primer encuentro en Mestalla. Triste homenaje a Don Arturo Tuzón.

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