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La calma dispara la carrera de Melo

El ex jugador de Mallorca, Racing y Almería se convierte en indiscutible para Dunga tras atemperar su carácter

L. J. MOÑINO

Soy pivote, no jugador de banda derecha. Dunga me ha dicho que, si juego de mediocentro, me lleva a la selección'. Aquellas palabras, repetidas en más de una ocasión por Felipe Melo sonaban a chufla y bravata en la sala de prensa del Racing. Nadie le creía. Igual que cuando al llegar al Mallorca en el mercado de invierno de 2005 dijo: 'Soy como Baptista'.

Ha tardado, pero el chico que debutó a los 17 años en Maracaná con la camiseta del Flamengo, el pupilo de Luxemburgo en el Cruzeiro, ha explotado futbolísticamente. Temperamentamente, vivía en eterna ignición hasta que Emery le reeducó y le amansó en el Almería. 'Fue el primer entrenador que le comprendió. Le centró en el campo y fuera de él. Quería irse con el al equipo que fuera', recuerdan en el club andaluz.

Una bomba en el campo para el rival y en los entrenamientos para los compañeros. Un temperamento de nitroglicerina. Un potencial futbolístico, que le ha puesto en primer el primer escaparate del mundo, Brasil, y un carácter que le frenaba su carrera. No había un informe en la Liga española sobre Melo que no hablara por igual de sus magníficas condiciones y de sus volcánicas reacciones. En Mallorca y en Santander dan fe de ello. 'Era especial. Se encendía muy rápido.

No era mal compañero, pero en los entrenamientos saltaba a la mínima. Se le ve que ha madurado. Antes quería hacer la jugadita, como todos los brasileños, pero ahora se ha dado cuenta de sus limitaciones y no se complica', recuerda uno de los pocos jugadores del Mallorca que entabló relación con el recién bautizado como el Dunga del siglo XXI.

Su propia llegada al Mallorca estuvo rodeada de una siniestra polémica. Su presentación se retrasó al tener que declarar en un juicio por una reyerta con armas blancas en la Barra de Tijuca (Río de Janeiro). En la Isla sólo disputó ocho partidos, pero se le recuerda una rabona monumental y que Cúper le sacó del campo en un partido con el Sevilla a los 36 minutos.

De 183 centímetros, Melo siempre desprendió aroma de buen pelotero. Buena zancada, toque más que correcto e imponente en el juego aéreo en los saques largos del portero y las jugadas a balón parado. En Santander más de lo mismo. Allí estuvo dos meses lesionado y en el entrenamiento de su regreso le hizo una dura entrada a Óscar Serrano.

'Felipe, llevamos dos meses sin ti y hemos estado muy tranquilos', le dijo Portugal, por entonces entrenador racinguista. 48 partidos, 6 goles y unas cuantas multas del club fueron su legado en dos años en el Racing. El Almería hizo negocio con él.

Lo compró por algo menos de dos millones de euros y lo vendió a la Fiorentina por 13. Allí se ha confirmado como uno de los mejores mediocentros del calcio. Está más calmado, aunque no pudo evitar liarse a puñetazos con su ex compañero en el Racing, el central Diego López. Dicen que Valdano le sigue y que a Falcao le ha conquistado: 'Me entusiasma cuando arranca con el balón en el pie'.

 

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