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Campeones con la vista en Wembley

Los jugadores celebran el título a lo grande pero reconocen que la ausencia en la final del Bernabéu es una espina clavada

NOELÍA ROMÁN

Un minuto, dos, tres, un instante eterno. Una sucesión de imágenes de euforia, de jugadores formando una piña, de champán regando cabezas, de abrazos y carreras locas, hasta que por fin se escucha: '¡Campeones, campeones, campeones!'. Atruena el Camp Nou su grito liberador y, entonces, abarrotado como nunca este curso, el estadio se entrega a la fiesta. Rompe las cadenas, canta y espera. A que el equipo, de fiesta en el vestuario, salga de nuevo al césped para compartir. La vigésima Liga ya está aquí.

Complaciendo al gran gurú, la hinchada ha contenido los gritos de '¡campeones!' hasta que Xavi salta del banquillo y corre a abrazarse con sus compañeros para rebozarse luego sobre el césped. Y Piqué descorcha el cava para bañar a sus compañeros. Y Guardiola se abraza con Tito Vilanova, su mano derecha, satisfecho del trabajo realizado. Y Puyol, el capitán, se acerca al técnico para abrazarlo.

'¡Bote, bote, bote, madridista quien no bote', corea entonces la afición. Los jugadores botan. La grada bota. Todo el mundo bota, en un gesto repetido. El partido ha dejado cuatro goles fantásticos, el Málaga ha regalado uno más. Y la parroquia los festeja, sin pronunciar la palabra prohibida, hasta que Messi marca el último tanto y un tibio rumor de '¡campeones!' recorre la grada, mientras el argentino corre a abrazarse con su madre, pura emoción. Tanta como cuando Pedro cede su puesto a Iniesta para el que el manchego despida el curso como futbolista de nuevo.

Es un aperitivo. La auténtica fiesta llegará después. Cuando el Camp Nou oscurece, los flashes se disparan, los cohetes tocan el cielo, la música suena y los jugadores comparecen uno por uno para que la afición los ovacione. Puyol abre los parlamentos con un mensaje contundente. 'Este año nos han atacado de todas partes, pero no han podido con nosotros. Somos campeones porque hemos sido los mejores', proclama el capitán, en un discurso que mimetiza Xavi, voltereta mediante. 'Nos han querido frenar de todas las maneras, pero no han podido con el mejor equipo del mundo. Como dice el presi, ¡qué aprendan!', grita el medio. Guardiola, más comedido, también cita a Joan Laporta para agradecerle 'estos siete años', antes de lanzar una promesa comprometedora: 'Estos jugadores valen un imperio, son irrepetibles, hacen el trabajo muy fácil, pero os debemos una: el sábado que viene teníamos que estar en un lugar y no estaremos, y éstos no fallan'.

La final del Bernabéu, la Liga de Campeones, una espina clavada, que también recuerda Valdés. 'Os debemos una muy importante; esperemos que el año que viene en Wembley podamos celebrar otra Champions', confiesa el meta. Messi no hace 'nada raro' e Iniesta se emociona porque la afición le ha ayudado a 'superar momentos muy complicados'. Piqué, maestro de ceremonias sereno, invita a disfrutar del momento. Con la vista en Wembley, el grupo se despide con una última vuelta triunfal.

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