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Cañonazos de Podolski contra la depresión

El goleador, suplente en el Bayern, no levantaba cabeza desde el Mundial de Alemania

LADISLAO JAVIER MOÑINO

El cañón que tiene Podolski en la pierna izquierda volvió a humear ante Polonia vestido con la zamarra de Alemania, que le transforma. Le espanta los fantasmas que le nublan ante la portería cuando juega con el Bayern de Múnich. Allí ha lucido muy poco en las dos temporadas que lleva. Desde que el mánager general, Uli Höeness, se empeñara en pagar 11 millones de euros al Colonia, ha habido pocas noticias de Podolski como jugador del Bayern. Y las que hubo, no fueron buenas.

Elegido Mejor Jugador Joven del Mundial 2006, el goleador de origen polaco no ha logrado adaptarse al glamur y a las exigencias de jugar en el club más grande de Alemania. Tampoco a vivir en la gran ciudad: “Abro la puerta de mi casa y enfrente tengo un lago. Me siento mejor fuera de la ciudad, encerrado entre la naturaleza. La gente es distinta a la de la gran ciudad”.

Nacido en 1985 en la industrial Gliwice de la Silesia polaca, de ahí sus frías y solemnes celebraciones en los dos goles, para un ermitaño como

fue un tormento. Schweinsteiger, amigo íntimo desde que coincidieron en las selecciones inferiores, trató de integrarle en un vestuario que le veía como un chico recién llegado del pueblo.

Sus chistes de juvenil no hacían gracia a los más veteranos. Tampoco los que competían con él por un puesto le hacían la vida fácil. “Tiene que demostrar que es mejor que Pizarro y que yo”, decía el holandés Makaay, que le veía como un enchufado de Höeness.

Sus problemas de adaptación y una lesión en un tobillo degeneraron en una depresión. “Sólo el dinero no da la felicidad”, tituló el Sport Bild en febrero de 2007.

Magath, que luego fue destituido, no le veía como titular. Prefería a Makaay y a Pizarro, dos jugadores que se sabía que tenían los días contados en el club. La llegada de Hitzfeld, sustituto de Magath, le hizo levantar el vuelo en la recta final de su primera temporada como jugador del club bávaro.

El suizo comprendió que se trataba de un jugador que necesitaba sentirse muy arropado por el entrenador. Magath, que era un témpano, le había hundido con su indiferencia. Hitzfeld dedicó muchas horas a hablar con él para recuperar su autoestima. Podolski emergió con unos cuantos goles, pero el Bayern firmó una de sus peores temporadas de la historia.

El terremoto por no lograr siquiera una plaza para la Liga de Campeones provocó los fichajes del italiano Toni y de Klose para la temporada 2007-2008. Dos goleadores reputados que le han relegado al banquillo.

Los números de Podolski esta campaña no serían motivo de convocatoria para la selección. Sólo fue titular en ocho partidos para un total de 25, en los que marcó cinco goles. La presencia de Podolski

ha sido una apuesta personal del seleccionador alemán Low, asistente de Klinsmann en el Mundial 2006, que justificó así su llamada: “Sé el rendimiento que puede darme. En la selección, se encuentra cómodo, se transforma y da lo mejor de sí”. Y tanto, partiendo como extremo izquierdo, el cañón de Podolski volvió a humear, aunque una sensación extraña recorrió su interior: “Nací en Polonia, gran parte de mi familia vive allí y tenía sentimientos mezclados”.

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