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La cantera del Chelsea en España cambia las palabrotas por el inglés

A diferencia del comportamiento que suele exhibir el manager del Chelsea, Jose Mourinho, la Fundación del club londinense en nuestro país ha desterrado los insultos en sus equipos tras instaurar un código de conducta que tanto niños como padres deben respetar. La educación y el inglés son obligatorios para poder vestir la casaca 'blue'.

Los técnicos y los niños de la Fundación del Chelsea hacen piña tras un entrenamiento.

MADRID.- Año 2015 d.C. Los grandes clubes europeos exprimen a sus escuelas de fútbol y ojeadores para formar y encontrar a los futuros talentos que el día de mañana permitan engrosar sus vitrinas. ¿Todos? ¡No! Un equipo inglés, con sede en Málaga y Pozuelo de Alarcón, se resiste a primar el carácter competitivo sobre el formativo de sus jóvenes futbolistas. Y todo ello en un ambiente donde los insultos han quedado desterrados y reina el respeto y el ‘fair play’.

Este prólogo, adaptado del empleado por los geniales René Goscinny y Albert Uderzo para introducir las aventuras de Astérix y Obélix, encaja a la perfección con la carta de presentación de la Fundación de uno de los equipos más poderosos del Viejo Continente: la del Chelsea. Formar personas en un ambiente netamente futbolista, ese es el cometido de la academia del club londinense. En Público.es nos hemos acercado a su sede de Pozuelo de Alarcón para conocer de primera mano este proyecto.

En el municipio madrileño llevan apenas un año instalados, pero ya cuentan con 110 niños y niñas de entre 4 y 11 años inscritos, donde los más mayores compiten en categorías federadas, mientras que los más peques tienen su primer contacto con el balompié en una pequeña escuela. Se da así la paradoja de que a escasos metros de la exclusiva zona residencial de La Finca, donde viven numerosos ases de nuestro fútbol como Cristiano Ronaldo o Fernando Torres, los nombres más comunes que se escuchan son los de las estrellas de los ‘blues’, como John Terry, Cesc Fabregas o Diego Costa.

El uso del inglés, obligatorio

En el campo de césped artificial del Reebok Sports Club La Finca, las únicas palabras en español que se escuchan son la de los padres que han acudido a ver entrenar a sus pequeños. Sobre el verde, niños, niñas y técnicos empleaban la lengua de Shakespeare durante el entrenamiento para explicar y llevar a cabo los ejercicios. El uso del inglés en cada sesión es una de las principales señas de identidad de esta Fundación, pero no la más importante.

Si algo distingue a la academia del Chelsea es su firme compromiso por desterrar las malas praxis en los terrenos de juego. Si bien es cierto que en muchas escuelas de fútbol a lo largo y ancho de toda la geografía española se esfuerzan y han conseguido paliar este tipo de comportamientos, en este club el compromiso se adquiere desde el minuto uno, entregando a los padres unos códigos de conducta que deben firmar si quieren que sus hijos entren en la escuela. Un código que, dicho sea de paso, no le vendría mal firmar al manager del club, José Mourinho en vista de sus constantes salidas de tono –este pasado fin de semana fue expulsado en el descanso del partido ante el West Ham por sus continuas protestas a los árbitros-.

Un código de conducta del que podría aprender Mourinho

Los progenitores, por su parte, entienden perfectamente y valoran positivamente la mentalidad que la Fundación pretende inculcar a sus retoños: “Debería servir de ejemplo para todos los equipos”.

Pero no se queda ahí el trabajo de la escuela por tratar de inculcar buenos hábitos a sus alumnos. En cada entrenamiento, como nos cuenta Pedro Mateo, coordinador de la escuela, y José Díaz, coordinador adjunto, jugadores y técnicos se reúnen para votar en función del trabajo, tanto futbolístico como a nivel de compañerismo, realizado. Al final de cada mes se otorga un premio para el chaval que más votos haya recibido de sus compañeros. Tanto Pedro como José llegaron a la academia de Pozuelo tras su paso por la de Málaga, la primera que el Chelsea instauró en España y donde cuentan con 250 niños.

“Nuestro objetivo no es competir con el Real Madrid, el Atlético o el Málaga, sino ofrecer una alternativa de enseñanza”

Pese a su cercanía con otras importantes canteras, los coordinadores tienen claro que el objetivo no es competir por captar futbolistas y crecer rápidamente, sino preocuparse por ofrecer una buena formación educativa y futbolística a sus chavales: “Nuestro objetivo no es competir con el Real Madrid, el Atlético o el Málaga, sino ofrecer una alternativa de enseñanza”, explica Pedro.

Para llevar a cabo esa educación que se ha convertido en su sello distintivo, tanto Pedro como José explican la importancia de contar con entrenadores se encargue de cada niño de manera individualizada. “No todos los niños con de la misma edad son iguales a nivel técnico o mental. Por eso es bueno que los entrenadores tengan las cualidades de saber qué tipo de niños tiene en su equipo y sean buenos gestores de grupo”, explican.

Prueba del vínculo que ha logrado crear esta academia es que antiguos jugadores que participaron en algunos campus son ahora entrenadores en Pozuelo. Lo cierto es que su método, hasta la fecha, está funcionando, ya que pese a la cercanía de otras canteras “cerca del 90% de los jugadores han renovado”, según confirman los coordinadores. Pequeños y mayores se muestran satisfechos con la labor de la academia, cuyo objetivo no es otro que el de seguir creciendo manteniendo su filosofía.

“Muchos de nuestros niños no se dedicarán profesionalmente al fútbol y acabarán siendo abogados, médicos, maestros… lo que quieran ser. El fútbol es el anzuelo, pero al final aprenderán unos valores que les servirán para toda la vida”

Su director, Andrew Bonich, explica así el por qué es importante priorizar el desarrollo educativo de sus alumnos: “Muchos de nuestros niños no se dedicarán profesionalmente al fútbol y acabarán siendo abogados, médicos, maestros… lo que quieran ser. El fútbol es el anzuelo, pero al final aprenderán unos valores que les servirán para toda la vida”. Bonich destaca la necesidad de fraguar la idea desde pequeños de que en la vida ganar no lo es todo y que cuando vienen mal dadas hay que saber asumirlo y reaccionar. “En la vida se pierde muchas veces y queremos que los niños también aprendan a encarar esas situaciones y a afrontarlas de la mejor forma posible”, asegura.

Usando el balón como catalizador, la Fundación del Chelsea ha conseguido en su breve experiencia en España cambiar las palabrotas por el inglés e inculcar a sus alumnos –y a algunos mayores- valores como el respeto hacia los adversarios y los árbitros y el compañerismo. Ingredientes que permiten crear una sinergia positiva alrededor de los chavales que, como reconocen los propios padres “terminan los entrenamientos siempre con una sonrisa y deseando regresar”.

"En estas categorías se sigue viendo el fútbol como si fuese un duelo de gladiadores"

Así lo destaca a su vez Pedro que considera que, en situaciones donde hay más tensión en la grada que en el campo, “falta educación y cultura. En estas categorías se sigue viendo el fútbol como si fuese un duelo de gladiadores. Intentamos formar a los niños para que disfruten del proceso y queremos que los padres nos apoyen. Al final esto es fútbol y en el fútbol hay que disfrutar”.

El Código de conducta de la Fundación del Chelsea

- Estar de acuerdo con que los niños juegan para divertirse.
- Aplaudir el esfuerzo y el buen juego.
- Respetar las decisiones de los árbitros y entrenadores.
- Permanecer siempre fuera del terreno de juego y dentro de la zona designada para los espectadores.
- Dejar hacer al entrenador su trabajo.
- Respetar al contrario.
- Evitar criticar a los jugadores si cometen un error.
- No participar ni tolerar ofensas, insultos o lenguaje y comportamiento abusivo.

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