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Cesc, el genio fuera de contexto

Para que brille con España como lo hace en el Arsenal, Aragonés debe prescindir de Xavi y darle el mando a Fàbregas

MARCOS LOPEZ

Considerado uno de los mejores centrocampistas de Europa, Cesc Fàbregas es un reserva de lujo en España, una selección que carece de las virtudes que atesora el jugador del Arsenal. Pasan los partidos, su rendimiento no mejora y su ansiedad crece. Le han dado el número 10, pero ni así.

Aragonés ha ejecutado el cambio generacional, pero falta un resorte que provoque el definitivo salto de calidad. El ritmo de juego lo lleva Xavi: fútbol control, juego horizontal, dos toques, blando en la disputa, con más voluntad que eficacia en la recuperación y con escasa intimidación en la finalización.

El rendimiento de Xavi en la selección es muy superior al de Fábregas, pero lo que ofrece el 6 del Barça no basta para ser competitivo con el estilo de juego de Aragonés. El seleccionador debe decidir: o Xavi o Cesc, dejando a Villa jugando por detrás de Torres como indiscutible. Así, si juega, Fábregas no será un mero acompañante de Xavi sino el encargado indiscutible del ritmo, del corte y la destrucción. De transmitir carácter y darle vértigo al fútbol español.

A partir de ahí, Cesc ya sabe con quien tiene que competir por un puesto. Lo importante es sumar pero hay un certeza: Cesc más Xavi no suman, se ahogan. Uno queda como figura decorativa y, de momento, lleva las de perder el del Arsenal.

España morirá o triunfará con la posesión. Las opciones suben como la espuma si aplicamos todas las cualidades de Fàbregas: verticalidad, ritmo, primer toque, recuperación, agresividad y contundencia en el corte. Solvente en el doble pivote defensivo, es capaz de iniciar y acompañar hasta la finalización. Ese es Cesc Fàbregas, un proyecto de Steven Gerrard; personalidad y velocidad para optimizar el fútbol de la selección. Todos le necesitan. Fernando Torres será el del Liverpool cuando Cesc sea el referente, el brazo derecho de Aragonés en el campo.

La ausencia de rendimiento no es casual. El primer lastre es la ansiedad competitiva que le agobia, lo segundo es su ausencia de liderazgo que hace que pierda toda la personalidad competitiva.

La incomodidad de Fàbregas parte de su posición de inicio en el juego ofensivo. En el Arsenal los centrales le buscan para iniciar, comienza el juego en el doble pivote y acaba llegando desde segunda línea al área rival. Su esfuerzo es de 50 metros y se caracteriza porque va ocupando espacios libres generados por los compañeros. En la selección juega por detrás del punta, inicia el juego donde lo acaba en el Arsenal y reduce sus esfuerzos a unos escasos 20 metros. Esto limita su dinamismo y su verticalidad porque su rol cambia, no suele ser el que entrega sino el que recibe.

 

 En la selección juega de espaldas al portero rival, su posición busca el juego entre líneas, entre el mediocentro defensivo y los centrales. Siempre en el ángulo visual del adversario y con poco espacio para pensar. La clave está en que tiene que sincronizar el desmarque con el ritmo de la pelota que marca Xavi. Lo inverso a lo que le encomienda Wenger en el Arsenal: los compañeros se desmarcan y él es el cartero que de primer toque hace que cualquier ruptura sea una amenaza para el rival. Con laselección, de espaldas; con los gunners, de cara. Ver jugar a Fabregas en su club es ver un futbolista siempre con su punto de mira situado en el arco adversario. Uno de los lastres, quizás el más genérico y significativo, para su rol.

 

Quien marca el ritmo del balón siempre juega por detrás de él. Rara vez vemos a Fàbregas por delante del balón en el Arsenal; sólo cuando se juega la superioridad en banda y hay posibilidad de centro y remate, Fàbregas está en línea o por delante del balón. Esto, que parece una minucia, es básico para ver su personalidad.

Cuando pierde el balón en el Arsenal, Cesc siempre está por detrás. Es el Deco o el Essien de su equipo: pressing para recuperar, agresividad y falta táctica. Repliega a toda velocidad y abronca a todos aquellos que se olvidan del esfuerzo colectivo. Con España siempre está por delante y con obligaciones para el desmarque de ruptura, lo que hace que no sea el encargado de recuperar tras pérdida. Además, el abuso del toque hace que el rival siempre juegue fútbol directo tras recuperar. Esto, y la escasa capacidad de Xavi para temporizar o hacer falta táctica, hacen que Cesc no tenga presencia.

 


Pasan las fechas, la ansiedad aumenta y el rendimiento disminuye. La presión sube, el nivel de activación varía y llega el agobio. Las urgencias por demostrar le llevan a la precipitación y de ésta, al fallo. Es un círculo vicioso del que es difícil salir. En el fútbol de Cesc, el mecanismo de decisión es inconsciente: juega fluido y decide a una velocidad superior a la media, sin que eso lleve al fallo. El problema es que con la selección Cesc piensa demasiado y su fútbol no fluye, resultado de su convivencia con la duda.


Conclusión: Cesc Fàbregas es acción y reacción con el Arsenal. Con España no tiene escenario para reaccionar tras una pérdida, y la acción la marcan otros, toda vez que su rol es el de la finalización. Es, en definitiva, un futbolista descontextualizado.

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