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Cinco batallas muy calientes

Historia. De la primera final Barça-Madrid, en 1936, un mes antes de la Guerra Civil, a la última, en 1990, con La Quinta y Cruyff

L. J. MOÑINO / RUT VILAR

La de hoy será la sexta final de la Copa entre Madrid y Barça. Un porcentaje muy bajo teniendo en cuenta las ediciones disputadas. El dato es consecuencia de esas etapas en las que el torneo fue un simple comodín para uno y otro club, que no lo tenían entre sus objetivos prioritarios. Sin embargo, en esas cinco finales la rivalidad entre los dos gigantes del fútbol español quedó patente. Fueron cinco partidos con historias calientes, con polémicas y fútbol. Cinco lecturas de lo que era cada equipo en su momento. En la primera cita de 1936, los seguidores del Barça se quejaban de un trato de favor hacia el Madrid en el reparto de las entradas.

En el duelo de 1968, los madridistas criticaron la designación del colegiado mallorquín Rigo, a la postre protagonista de la famosa final de las botellas. 'Rigo campeón', gritó la hinchada madridista en el momento que Franco entregó el trofeo a los azulgrana.

En la final de 1974, el Madrid llegó picado por el 0-5 del Bernabéu, acontecido unos meses antes bajo el estrellato de Cruyff.

En Zaragoza, en 1983, el Barça representaba el modelo que ahora luce el Madrid: fichajes extranjeros y nacionales millonarios e inestabilidad anual en el banquillo.

La final de 1990, con la Quinta del Buitre en pleno esplendor, supuso la continuidad de Cruyff, pero algo empezaba a cambiar, aunque aún las urgencias eran para el Barça. Una frase de Mendoza, resume la vuelta a la tortilla que se ha producido en los últimos 20 años: 'No tengo la suerte de poder justificar toda una temporada con un solo partido'.

Valencia acogió la primera final de Copa entre Madrid y Barça con un clima en las calles que anticipaba la Guerra Civil que se desataría un mes después. El mismo día de la final hubo huelga de tranvías en Valencia, otra en la hostelería que finalmente fue desconvocada y un mitin del Frente Popular. Con todo, hubo problemas para satisfacer la alta demanda de entradas y la reventa funcionó elevando el precio de cinco pesetas a 20 duros el mismo día del partido. Hubo reventas hasta para lograr billetes en los trenes que desplazaron a ambas aficiones.

La final la ganó el Madrid y dejó una imagen legendaria para la historia, la de la parada de Zamora a un remate de Escolá ajustado y abajo. La instantánea forma parte de la historia del fútbol español. El lance se dio a cuatro minutos del final y hubiera significado el empate que hubiera forzado otro partido. El mítico portero había decidido que ese sería su último encuentro. De hecho, había sido suplente durante la temporada.

En sus memorias, el guardameta madridista relata la parada que le inmortalizó y lo que significó: 'Veinte años de fútbol están ahí, en ese instante. No ven mis ojos más que a Escolá. Lo veo agrandado; en primer plano sus pies y el balón. Inclino el cuerpo hacia la izquierda, marco el sitio. Sin una milésima de retraso coin-ciden el balón y mis manos. Mio, mío, mío. Absoluta posesión de lo que me pertenece, de lo que nadie puede disputarme: el balón. Es el título, es la Copa. Más que aplausos son las exclamaciones que estallan como cohetes. En unos es de júbilo el acento, en otros, de decepción. Voy desvistiéndome lentamente entre el clamor del triunfo. Veinte años de fútbol, en ese instante'.

'Yo estaba pendiente de los delanteros del Madrid y de que no me diera ninguna botella en la cabeza'. Al meta azulgrana Sadurní le toco soportar la lluvia de botellas que empezó a caer sobre su área después de que el colegiado mallorquín Rigo no concediera dos penaltis sobre Amancio y Serena. Cuando el Barça atacaba se dedicaba a retirar la alfombra de vidrios que cubría su área. 'Recuerdo que el árbitro le decía a Serena, después de que se tirara: Eh, levanta, levanta, ni penalti ni nada', señala Sadurní.


El Madrid se presentó en el Bernabéu como campeón de Liga y pretendía el doblete. Amancio había sido elegido para jugar con una selección de la FIFA en Maracaná y acaparaba los focos como la gran estrella del duelo. A los cinco minutos de juego se adelantó el Barça. 'Fue un tanto de Zunzunegui, defensa del Madrid, en propia puerta tras un centro mío desde la izquierda', rememora Rifé, que tampoco olvida la lluvia de botellas: 'Iban contra el árbitro, que a mí me pareció siempre un muy buen colegiado. Recuerdo que el Madrid pidió que nunca más les pitara un partido y que se retiró joven'. Esa misma noche el colegiado tuvo que salir escoltado por la Policía y un agente de paisano le escoltó hasta que embarcó en el avión. Tenía orden de que si sucedía algo sacara un pañuelo para que el agente le socorriera. 'Fue una vergüenza, no pudimos dar ni la vuelta de honor con la Copa. Era el año 68 y ganarles en aquella época y en su casa era muy difícil. El Madrid era el equipo del franquismo', concluye Sadurní.

El Barça, con RinusMichels en el banquillo y Cruyff en plenitud, había arrasado en la Liga. El 0-5 del Bernabéu estaba en la memoria de los madridistas, aunque había un matiz importante en la Copa. 'Los extranjeros no podían jugar, así que nosotros no pudimos alinear ni a Netzer ni a Pinino Mas, y ellos ni a Cruyff ni a Sotil', cuenta Del Bosque. 'Aunque estuviera Michels, no creo que el Barça aún tuviera calada la escuela del Ajax', prosigue el seleccionador español. La Liga había concluido y las selecciones que participaban en el Mundial 74 estaban concentradas. 'No se esperaba a Michels porque estaba con Holanda, pero finalmente estuvo en el palco del Manzanares. La gente dice que fue uno de mis mejores partidos en el Madrid, pero yo no lo creo así. Era mi primera temporada en el equipo y fue un año difícil para nosotros. Muñoz, después de 13 años como entrenador, había sido destituido al inicio de temporada. Esa final lo era todo para nosotros, era salvar el curso y desquitarnos del 0-5', asegura Del Bosque.

Molowny, como luego fue costumbre, llegó para apagar el fuego: 'Nos preparó para que nos olvidáramos el 0-5. Planteó muy bien el partido. Les hicimos mucho daño con nuestros extremos. Aguilar y Macanás les hicieron muchas diagonales y de ahí vinieron varios goles', analiza Del Bosque, para el que otra de las claves estuvo en el centro del campo: 'Velázquez tenía que crear y yo ayudarle, pero también tenía que estar pendiente de Marcial, que era muy técnico, y también de Asensi, que tenía más llegada. Pirri me ayudó mucho y conseguimos parar a un equipo que nos había preocupado mucho en las vísperas'.

Cuando todo parecía indicar que la final iría a la prórroga, Julio Alberto rompió la cintura de Salguero y su centro lo cazó en plancha Marcos. La celebración del tanto por parte de Schuster forma parte de la historia de las finales. 'Con el gol de Marcos, nos volvimos locos: él, que nunca marcaba de cabeza, aunque no sé si le dio con la oreja ¿Los cortes de manga de Shuster? No sé a qué venían, pero al alemán le encantaba el espectáculo', afirma Víctor Muñoz, autor del primer tanto azulgrana, que encuentra comparaciones entre aquel Barça y el Madrid actual.

Por entonces, el Barça fichaba lo mejor del mercado y cambiaba de entrenador cada temporada: 'Llegamos a ese partido con las urgencias históricas que ahora trae el Madrid. Con Menotti en el banquillo, Schuster, Maradona y la Liga recién perdida. Si no llegamos a ganar nada ese año, hubiese sido tremendo'.


Maradona suele recordar una entrada de Camacho recibida en aquella final: 'Si me coge, me retira'. Migueli, por su parte, le hizo una al central madridista Bonet que le fastidó una rodilla. 'Fue un partido durísimo, se jugó a un nivel muy fuerte. Nos adelantamos en el marcador con un gol mío, pero luego empató Santillana tras un grave error de Gerardo, que le dejó el balón a sus pies', dice Víctor, que recuerda el júbilo de la hinchada al final : 'Nuestra gente disfrutó de lo lindo. Y yo más si cabe porque, además, la final fue en Zaragoza, mi ciudad'.

Para el Madrid, con Di Stéfano en el banquillo, la derrota supuso la culminación de un año en el que pudo ganarlo todo y acabó en blanco: también perdió la Liga en la última jornada, la final de la Recopa, la de la Supercopa y la de la Copa de la Liga.

Más allá del título logrado, esta final tuvo una consecuencia trascendental en el futuro del Barça. Cruyff llegaba muy tocado por un campeonato de Liga en el que el Madrid de Toshack arrasó y el vestuario recelaba de él por el caso Milla, al que había postergado por negarse a aceptar las condiciones de renovación que le ofrecía. Núñez dudaba y pesos pesados como Alexanco mostraban su disconformidad con el entrenador holandés. 'Nosotros llegamos como claros favoritos, igual que el Barça ahora. Por eso, no se puede dudar de que el Madrid tenga posibilidades en Mestalla. Nos ganaron y aquello fue un punto de inflexión en su historia porque supuso que Cruyff continuara y eso le permitió establecer las bases de lo que ahora es el Barça', recuerda Martín Vázquez.

El interior madridista había explotado esa temporada. Se había convertido en el mejor centrocampista del continente. Tanto que ese fue uno de sus últimos partidos de blanco porque el Torino le convirtió en el jugador mejor pagado del mundo junto a Maradona. 'Todo el equipo había hecho una temporada excepcional, pero ellos plantearon un partido muy duro. Amor me dio una patada por detrás por la que debió ser expulsado. Las mejores ocasiones fueron nuestras, pero paradójicamente a nosotros nos expulsaron a Hierro'. Terminado el partido, Toshack criticó la actitud de sus jugadores a los que tachó de blandos. 'No sé si dijo eso, pero no creo que ningún jugador del Madrid o del Barça juegue blando en una final, a las pruebas históricas me remito'.

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