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"La consigna era no botar el balón"

Recorrido por la selección de baloncesto, que cumple hoy 75 años de historia

MIGUEL ALBA

Había más voluntad que técnica. Poco músculo, menos centímetros y escasas estructuras. Campos de fútbol como escenarios. Canchas de tierra, al aire libre, a donde el escaso público se acercaba a descubrir. Era la prehistoria del baloncesto español. Un periodo de pruebas en el que ya existían el Madrid, el Barça y la polémica. La selección, sin embargo, no apareció hasta un día como hoy de hace 75 años. La formaban tipos enclenques, en comparación con la genética actual. Siete jugadores con una visión rudimentaria del juego. 'La consigna era no botar el balón debido al mal estado del suelo', recordó años después, de aquel primer partido ante Portugal, Emilio Alonso.

España empezó su historia ganando (33-12, 16-6 al descanso). Con tres jugadores del Rayo Madrid, dos del Real Madrid, uno del Patrie y otro del América Madrid. 'Salimos muy nerviosos y cuando nos quisimos dar cuenta, los portugueses nos ganaban por 0-6', contaba Alonso. Ruano (10 puntos) y Ortega (9) encabezaron la remontada que significó la clasificación para el Europeo de Ginebra.

Díaz Miguel modernizó el basket nacional a nivel social y estructural

Allí, España comenzó la carrera por el oro que se cerró el pasado verano en Katowice alrededor de la mejor generación de la historia. Tras aquella plata en blanco y negro (se perdió la final ante Letonia), la Guerra Civil cercenó la evolución de la selección. España perdió su sitio en el orden europeo. El ciclo de partidos se recuperó en 1943 (seis partidos amistosos en siete años). No fue hasta 1950, cuando el combinado nacional entró de nuevo en competición con la clasificación para el primer Mundial FIBA. El objetivo se consiguió en torno a una de las grandes personalidades del combinado nacional: Antonio Díaz Miguel.

Con él se inició el gran ciclo hacia la modernidad. Como jugador participó en la primera anotación de 100 puntos (101-89 a Italia, en los Juegos del Mediterráneo de 1955). Como técnico, a lo largo de sus casi 27 años en el banquillo, descubrió el baloncesto a la sociedad española. Con cada generación que gestionó consiguió un hito. La victoria ante la omnipotente URSS, en las semifinales del Eurobasket 73, obligó a Televisión Española a repetir horas después, por primera vez, un partido de baloncesto. Su gran obra, el gran logro de la selección hasta el desembarco de la generación de los juniors de oro, se cinceló ante aquel Dream Team universitario (Jordan, Ewing o Mullin) en los Juegos de Los Ángeles 84. 'Aquella plata significó mucho para el aficionado', asegura Epi, el jugador con más presencias en el equipo rojo.

La actual generación ha desterrado todos los complejos que le

Cambiaron los hábitos. España comenzó a trasnochar para seguir a un grupo construido en torno a muchas de las virtudes del actual grupo de Scariolo: desparpajo, amistad, compromiso. Más limitados en la técnica que los actuales campeones del Mundo, aquella selección se llenó de estandartes: Corbalán, Solozábal, Llorente, Epi, Iturriaga, Jiménez, Romay, De la Cruz o Fernando Martín, que descubrió la NBA entre los míticos duelos Lakers-Celtics.

El boom mediático y estructural en la ACB que supuso aquella medalla se enfangó con el Angolazo de los Juegos de Barcelona o el Chinazo del Mundial de Toronto, dos años después. Borrones que el talento en estado puro de los Gasol, Navarro, Calderón, Garbajosa, Rudy, Jiménez, Ricky o Llull han desterrado para siempre. Seis medallas en ocho años. Un título mundial, otro europeo y una plata en los Juegos de Pekín. Un palmarés conquistado entre conceptos de baloncesto y convivencia. Porque el carácter ejecutor de Navarro o el respeto hacia el anillo y los movimientos de Pau son tan importantes como las partidas de pocha o las cenas de graduación de los novatos.

Una maquinaria de baloncesto y sentimientos que volverá a juntarse este verano, con la duda de Pau hasta el término de la temporada, para defender el oro mundial de Japón. El éxito en el que se inspiró el fútbol para dar su paso adelante. Algo inimaginable hace 75 años.

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