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David Casinos: "Vender cupones
es un trabajo de calidad"

ENTREVISTA AL BRONCE PARALÍMPICO. Tenía una vida normal. Trabajaba en una factoría hasta quedarse ciego a los 24 años. Hoy, es un mito de los Juegos Paralímpicos con cinco medallas (cuatro oros y el bronce de Río). “Los sueños cambian a las personas”, dice.

David Casinos en uno de los lanzamientos en la final de disco de los Juegos Paralímpicos. /REUTERS

MADRID.- Hoy podría ser protagonista de la letra de una canción en la que se hable de héroes. Un hombre al que le sobran los motivos, una vida sin cremalleras que explica esta apasionante conversación. David Casinos (Valencia, 1972) se quedó ciego debido a una diabetes a los 24 años. Entre tirar la toalla y luchar, eligió luchar. Hoy, ya es una de las leyes no escritas de los Juegos Paralímpicos. Un vencedor civilizado que, a los 44 años, lo desafía todo, hasta la lógica del deporte.

Acaba de lograr en Río una nueva medalla, la quinta desde los Juegos de Sidney 2000. Un tesoro que explica que se puede ir tan lejos como uno quiere y al que solo le queda echar un último vistazo a su teléfono para comprobar si ha recibido la felicitación de Mariano Rajoy como presidente en funciones. “Nosotros, los paralímpicos, también somos importantes. Nosotros también votamos”, añade a la vez que agradece la voluntad del periodista. “Sois parte de nuestros ojos y de nuestra voz”.

Pregunta. Uno se pasa media vida soñando, a mí me gusta hablar de los sueños

Respuesta. A mí también, me pasa igual.

¿Y qué cambian los sueños?

Algo va a cambiar, porque tiene que cambiar. Los sueños cambian a las personas. Yo ya no puedo seguir soñando con esta medalla porque ya la he logrado después de cuatro años tan intensos en los que nació mi hija Cayetana, que va a cumplir tres años, y en los que he dicho tantas veces a Celia, mi mujer, “cariño, yo quiero traer esa medalla a casa”.

¿Qué hubiera pasado si no la logra?

"Imaginar que volvería sin la medalla me sentaba hasta mal. No me hacia ningún bien"

Ahora lo estaría pasando mal, pero no por mí, sino por la gente que me está esperando en casa…, imaginar que volvería sin ella me sentaba hasta mal. No me hacia ningún bien. Era mi sueño. No quería renunciar a él. No sabía cómo hacerlo.

¿Por qué somos tan ambiciosos?

La clase humana tiene que ser así. Si no tienes una ilusión, si no sabes gestionar esa ilusión, no te puedes levantar de la misma manera: uno ha de perseguir algo, sea lo que sea, pero algo.

¿Y entonces el que se queda vendiendo cupones toda la vida?

"He sido vendedor de cupones durante doce años. Ese trabajo fue muy importante para mí. Me dio la oportunidad de tener un trabajo de calidad"

Me parece bien, ¿por qué no?, porque no todo el mundo quiere ser deportista paralímpico. No todos podemos ser iguales. Pero si me habla de esa profesión no puedo ser neutral. He sido vendedor de cupones durante doce años. Ese trabajo fue muy importante para mí. Me dio la oportunidad de tener un trabajo de calidad, de desarrollarme, en un momento difícil. A los 24 años, me quedé ciego y sentí que lo había perdido todo.

¿Y cómo se siente un hombre que lo ha perdido todo?

Mal, muy mal.

¿Qué queda de eso?

"Cuando me quedé ciego aprendí que la peor derrota es la desilusión"

Aprendí que la peor derrota es la desilusión. No tenía sentido vivir así. Fue duro. No podía seguir haciéndome tanto daño ni a mí ni a mi familia, que hizo todo lo que pudo por mí. Al final, decidí que había llegado el momento y que era yo el que tenía que dar el paso.

Volvió a ver

Mi oscuridad ahora es brillante, efectivamente. He aprendido del tesón, de la paciencia y nunca me olvido de lo que un día le dije a mi madre, ‘mamá, todos los días sale el sol, pero si no sale ya me encargaré yo de sacarlo’ y, después, le dije ‘te quiero, mama’, no pudo ser mejor. Todo eso me animó a volver a a andar.

¿Entonces es usted un afortunado?

Sí, lo soy. Mire donde estoy. He estado en cinco Juegos Paralímpicos. He ganado cinco medallas consecutivas. He convertido un sueño en realidad y ahora en casa me está esperando mi hija, una niña maravillosa… No sé que más le puedo pedir a la vida.

Hoy, está usted radiante

"He convertido un sueño en realidad y ahora en casa me está esperando mi hija, una niña maravillosa… No sé que más le puedo pedir a la vida"

Pero creo que siempre es así. Soy optimista. Si tengo un don especial ese es el optimismo. Por lo tanto, tengo que demostrarlo, porque sé lo que quiero hacer. Sé que el ‘hoy’ me pertenece a mí y para que el ‘mañana’ siga perteneciéndome tendré que ponerme las gafas de ver. Nadie se las puede poner por mí. Ni siquiera mi familia. Tengo que ser yo.

Más que una conversación, está siendo una lección de autoestima por su parte

No tiene por qué. No lo vea así. Sólo son mis evidencias, mis pensamientos…, no hay ningún otro objetivo en esta entrevista.

La felicidad es desinteresada, dicen

"He sacrificado tanto para llegar hasta aquí, he luchado tanto… Tengo que disfrutarlo todos los días. No quiero enfadarme nunca, ya lo hice una vez y fue suficiente"

Sí, pero ¿sabe lo que pasa en mi caso? He sacrificado tanto para llegar hasta aquí, he luchado tanto… Tengo que disfrutarlo todos los días. No quiero enfadarme nunca, ya lo hice una vez y fue suficiente. Así que ahora mis enfados duran un segundo y los 59 segundos restantes los dedico a sonreír… Supongo que ahí estará mi mejor medalla.

¿Qué significa ser un héroe en un país donde abunda la corrupción?

Ser un héroe no es presumir de lo que haces. Para mí, ser un héroe es estar al lado de los demás, tender la mano al que lo necesita. Hay mucha gente que lo necesita y no todo es el dinero. También hay que dar a la gente ratos de buen humor. La mala leche no lleva a ninguna parte.

No sé que más le puedo preguntar

Llevo veinte años persiguiendo un momento así, cinco Juegos Paralímpicos, cinco medallas, se dice y no se cree… Tengo que dar las gracias por lo vivido y por lo que viviré. Al final, siempre sale el sol. No hay nadie que no pueda convencerme de lo contrario.

¿Tanto merece la pena ser deportista profesional?

"Ser deportista es la profesión que más alegrías te da, aunque sea la que te de más trabajo"

Sí, para mí, sí. Es la profesión que más alegrías te da, aunque sea la que te de más trabajo. Somos maquinas, tenemos huesos, no tornillos, estamos hechos de carne, no de materia gris, y nos lesionamos.

¿Qué es un día duro entonces en su vida?

Un día duro es cuando slogan del patio de mi casa con mi perra y encuentro a alguien que pone un obstáculo en mi camino sea un empujón, un coche mal aparcado, una basura que se cae a la acera…, pequeñas cosas en las que a veces la gente se olvida que el mundo es de todos, que no merece la pena vivir tan deprisa y que es preferible pensar también en los demás.

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