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Dulce revancha de Messi

El Barça aprovecha el tropiezo del Madrid para golear al Sevilla y proclamarse campeón de invierno por adelantado (4-0)

NOELÍA ROMÁN

Desolado por la eliminación en la Copa frente al Sevilla, Messi se tomó ayer la revancha más dulce. Dos tantos preciosos que le convierten en goleador centenario -suma ya 101- y un campeonato de invierno que deja al Barcelona a cinco puntos del Madrid, trasquilado en Bilbao, a una jornada para que concluya la primera parte de la Liga. Como solicitó Pep Guardiola, el entristecido Barça de la Copa dio paso al imperial equipo que domina la Liga y no desaprovechó la ocasión de reivindicarse y, en un buen partido, poner más tierra de por medio respecto a su máximo rival.

Sobrevivió el Sevilla al incuestionable dominio azulgrana en la primera parte y su técnico, animado por el cero que lucía en el marcador del Barça, aumentó la exigencia ofensiva de su equipo con la entrada de Duscher y, sobre todo, con la del revolucionario Capel. Pero sin tiempo a que los nuevos le tomaran las medidas al campo, Escudé desmontó la mayor vocación atacante del Sevilla. Un mal despeje del defensa tras un centro-chut de Piqué, en su versión delantero, logró lo que no habían conseguido los muchachos de Guardiola en todos sus intentos: batir al casi infalible Palop.

Cuando menos lo esperaba, el Barça se encontró con el gol que tanto había buscado y la satisfacción de la recompensa a la insistencia. Batido Palop, aunque fuese por uno de los suyos, los azulgrana se animaron a seguir probando al meta sevillano que, como antes había hecho con un chut de Messi con apellido de gol, también blocó otro tiro de Henry, fruto de una gran jugada entre Iniesta e Ibrahimovic.

Cansado de la eficiencia del portero del Sevilla, Guardiola jugó la carta de Pedro, infalible también en esta ocasión. El canario tumbó definitivamente la resistencia de Palop con una jugada de libro, iniciada por Alves, proseguida por Xavi, autor del pase, y rematada por el propio Pedro, que burló la salida del meta sevillano con un suave toque por alto. Con el 2-0, el Camp Nou respiró. Y se dedicó a corear a su equipo. Y a disfrutar del espectáculo que le ofreció Messi.

Con la lección bien aprendida, el Barça no había hecho ni la más mínima concesión al Sevilla y, desde el primer minuto, tejió una telaraña defensiva tan tupida que el equipo de Manuel Jiménez apenas pudo acercarse al área de Valdés, espectador privilegiado de un espectáculo que comenzó ameno pero poco resolutivo. Instalado en dominio sevillista, el Barça se desplegó con soltura, encontró su espacio, pero apenas a Ibrahimovic, ausente y fallón.

Ante la imprecisión del sueco, los azulgrana probaron la vía de Henry, insistente en la izquierda y, sobre todo, la de Messi que, en un par de jugadas personales, enseñó los dientes con gran intención pero sin suerte. Palop, una noche más, se estiró hasta el infinito para frustrar las tímidas ocasiones de los de Guardiola. La revancha azulgrana quedó a merced de una segunda parte que recompensó el esfuerzo del Barça y le proclamó, de nuevo, campeón.

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