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Épico y bravo Estudiantes

Un triple estratosférico de Jasen fuerza la prórroga y otro de Clark voltea el resultado y da la victoria a los colegiales. El Madrid suma su cuarta derrota consecutiva en el derbi

NOELIA ROMÁN

Dicen que la fe mueve montañas y, si no es cierto, Estudiantes insiste y asegura que es verdad. Que así se explica en buena parte el fabuloso triunfo que cosechó ayer ante el Madrid, cuando el derbi se le empinaba, después de llevarlo a la prórroga, tras 35 minutos de dominio.

Incansable durante todo el encuentro, asumía la demencia la sentencia de Bullock (76-79, con 22 segundos por disputar), cuando Estudiantes, imperturbable, se revolvió. Y con la serenidad de un avezado killer, ejecutó los movimientos que supusieron las cuarta derrota consecutiva del Madrid. Oliver anotó sus tiros libres, Jaric falló uno de los suyos, Clark clavó el triple de la sentencia (81-80) y Suárez la completó, después de que Jaric agotase las posibilidades blancas con una falta en ataque. Menos de un minuto de locura para ahondar en la herida por la que sangra el gran rival, el Madrid.

Vapuleados por el Barça el domingo, heridos en su orgullo tras la tercera derrota consecutiva, necesitaban los blancos reconstruirse para acallar las voces que ya hablan de crisis en el equipo. Pero toparon con la épica de Estudiantes y los movimientos de Messina que, con Jaric ya en nómina, repescó al descartado Hervelle para ganar efectivos y minimizar las bajas de Reyes y Van del Spiegel, no acertaron a combatir la frenética propuesta que hicieron los colegiales.

Le resultó el recurso a Jaric, pero no Hervelle, sometido al dominio de los pívots estudiantiles que se manejaron a placer en la zona. Estudiantes marcó la pauta de un encuentro que cogió al Madrid con el paso cambiado desde el inicio. No supo el conjunto blanco cómo responder a la buena defensa colegial que, sin alcanzar los niveles de la del Barça, le permitió maniatar la ofensiva del equipo de Messina y pescar el doble de rebotes que su rival (20 frente a 10 en los primeros 20 minutos), circunstancia decisiva para explicar el dominio estudiantil.

El equipo de Casimiro dominó el encuentro y no perdió nunca la fe

Mientras fue dueño del rebote, Estudiantes se lanzó al contrataque en tromba e imprimió tantas revoluciones al juego que el Madrid se agarró a Bullock como a un madero flotando. Los triples del escolta estadounidense permitieron a los madridistas capear el temporal y replicar a Jasen y Popovic, hiperactivos y omnipresentes. Pero Bullock no le alcanzó al Madrid para contrarrestar la alegría estudiantil, que llegó a traducirse en nueve puntos de ventaja (39-30).

Apretó Messina las tuercas a su defensa, superada y demasiado blanda hasta entonces, planteó una zona disuasoria y Estudiantes, que había asistido, orgulloso, al homenaje de Gonzalo Martínez, excelente base, unos de sus grandes, se atontó por minutos. El Madrid había abortado sus carreras y le había copiado la fórmula: cerrar el rebote y salir pitando. Puntito a puntito, con Velickovic exhibiéndose bajo el aro, Bullock manteniendo con dificultades su línea y un ataque mucho más coral, el Madrid logró atrapar a los colegiales, ya en el último acto.

Falto de recursos, el Madrid se agarró a la mano de Bullock y a Velickovic

Prigioni se elevó en la línea de triple y sus tres puntos cambiaron el decorado del partido, que ya se movió en un pañuelo (58-58). El Madrid tomó el mando por vez primera y, a cada acción de Velickovic, que apenas cedió protagonismo ofensivo a Jaric, respondió Estudiantes con un ataque mucho más diversificado. Y así estuvieron dándose, hasta que, a 13 segundos para la conclusión, los colegiales se quedaron a golpe de triple. Lo erró Oliver y lo coló Jasen, de manera genial, desde más de diez metros, cuando al Madrid ya no le quedaba tiempo de respuesta (69-69).

La prórroga fue un partido dentro del partido. Una montaña rusa de alternativas en la que el Madrid fue capaz firmar un parcial de 0-8, antes de sucumbir. Porque Estudiantes nunca perdió la fe en sí mismo y en socavar el hoyo en el que se han metido los blancos.

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