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Otro equipazo cae en Sevilla

El regreso del fútbol exquisito ha vuelto al Pizjuán y el Arsenal ya sabe lo que es perder en Champions. El Sevilla, a octavos.

ALBERTO CABELLO

Veinte minutos tardó el Sevilla en quitarse el susto, el aroma de calidad del Arsenal embriagó a los andaluces en un monopolístico arranque de partido. El equipo inglés hizo un rondo a todo el campo, sus diez jugadores imantaron la pelota; su contrario siempre llegó un segundo tarde y se situó a un metro de distancia del cauce del balón.

Fue un gustazo ver al Arsenal circular el esférico, cada tres o cuatro toques aparecía Cesc por las proximidades. El centrocampista español es la conexión inalámbrica entre el equipo y Wenger. Unos metros más adelantado que en la selección española, no falta como ingrediente en cada plato que cocinan los londinenses para llevar hasta la portería contraria.

Una hora le mantuvo el entrenador francés en el campo, tiempo más que suficiente para que el público del Sánchez Pizjuán le despidieran con una gran ovación cuando fue sustituido. Antes, en uno de tantos corrillos con el balón, Eduardo aprovechó otro fallo defensivo sevillista para recompensar con un gol el virtuosismo del juego de su equipo.

Errores defensivos

El conjunto inglés se autoinmoló con un error defensivo que acopló a los locales al partido. Por momentos, el Sevilla  recuperó su fútbol. Después de varios partidos de sequía, la riada blanca inundó otra vez el Sánchez Pizjuán. El partido viró de forma brusca y los visitantes se escondieron en su guarida a la espera de que amainara el temporal. Antes de que escampase, hubo tiempo para que Almunia recibiera dos goles.

Luis Fabiano sumó otra diana a su cuenta, la metamorfosis del brasileño es asombrosa, como Midas; convierte una baratija en perla. Bajo la apariencia de delantero torpón, se esconde un goleador salvaje. Desespera, a veces, como aquel Serginho, también carioca, que correteó con Brasil en el Mundial 82 por el césped del Sánchez Pizjuán. El sevillista es capaz en un minuto de enredarse con un balón en los pies, para luego conectar un cabezazo espléndido.

La banda derecha de Manolo Jiménez volvió a funcionar.  Apoyados en el incansable Keita, tanto Alves como Navas fueron los primeros en rebelarse a  la superioridad inicial de los londinenses. La vía de Kanouté estuvo cerrada ayer, nunca recibió una pelota en ventaja para habilitar. El Sevilla ya no le volvió a perder la cara al partido, la pelota seguía en poder del Arsenal, pero fue Almunia el que más cerca oteó el peligro desde su portería.

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