Este artículo se publicó hace 16 años.
El 'esclavo moderno' al que comparan con Deco
Moutinho (Portimao, 8-12-86) es la última perla de la Academia lisboeta
"Quiero salir del Sporting". Terremoto en el club portugués y los radares de los grandes equipos europeos en alerta. Eso es lo que provocó el pasado verano el orgulloso capitán del equipo de Alvalade, la última perla de la Academia (la prolífica cantera del club portugués ), el nuevo Deco del fútbol luso. Joao Moutinho no supera el 1,70 de estatura pero es todo carácter, y de ello hace gala en el campo y también fuera.
Joaozinho no se cortó ni un pelo y tras la Eurocopa reclamó en público y en privado a su presidente, Filipe Soares Franco, que le dejara marchar al Everton. Tensó la cuerda, como Robinho en el Madrid, pero no consiguió su propósito. El Sporting consideró insuficientes los 16 millones de euros que ofrecía por el centrocampista el equipo inglés y Moutinho se quedó en Lisboa como un "esclavo moderno", que es como definió el presidente de la FIFA, Joseph Blatter, a los futbolistas de hoy en día.
Moutinho está enfrentado por la grada por querer irse al EvertonEste episodio ha perjudicado la imagen del jugador del Algarve frente a los aficionados del Sporting, que reclamaron al entrenador Paulo Bento que le quitara la capitanía. Pero Bento ignoró a la grada, pues no en vano Moutinho es la niña de sus ojos. Cuatro meses después, el jugador sigue derrochando su amplio abanico de cualidades partido tras partido en el club que lo acogió con sólo 13 años.
Irrupción en EuropaEl 12 de septiembre de 2006 Moutinho hizo su presentación en sociedad. Recién cumplidos los 20 años -nació el 8 de ese mes- se regaló un partidazo contra el Inter de Milán en su primer enfrentamiento de Liga de Campeones. Ese día, los dos jóvenes interiores del losango (rombo) del Sporting deslumbraron a un mito en su país, Luis Figo, que ya formaba en el conjunto italiano. Esa temporada, hablar del Sporting era hacerlo de Nani y de Moutinho, la sensación del momento. El primero se marchó al Manchester United por 25 millones de euros el verano de 2007.
Su nombre sonó para el Barça y Guardiola le valora positivamenteMoutinho comenzó a despuntar en el equipo de su localidad, Portimao, y con sólo 13 años toda la familia (su padre jugó en las categorías inferiores del Benfica y su madre destacó en el baloncesto) se trasladó a Lisboa para que el niño pudiera seguir su progresión como futbolista en la cantera de uno de los equipos con más tradición en la base.
De la Academia del Sporting Clube salieron Futre, Figo, Simao o Cristiano Ronaldo. El pequeño Joao se fue afianzado hasta que a los 17 años consiguió debutar en el primer equipo. Continuó con la precocidad: a los 19 ya era fijo con los mayores. De hecho, en su segunda temporada profesional no se perdió ni un minuto de la liga portuguesa. En 2007, con 20 primaveras, Moutinho alcanzaba la capitanía del equipo siguiendo la estela de sus admirados Pedro Barbosa, ahora director técnico del Sporting, Joao Pinto o Rui Costa.
Futbolista completoCarácter, polivalencia, espíritu de sacrificio, llegada, visión de juego, precisión en el último pase, capacidad de recuperación. Un compendio de elogios que llegaron a su cénit en la pasada Eurocopa tras partidos como el Portugal-Turquía, en que Moutinho dejó una jugada para el recuerdo: en el minuto 90 sirvió en bandeja y de manera brillante un gol a su compañero Meireles. "Cada día es más maduro", valora Deco, con quien le comparan a menudo. "Es un jugador de altísimo nivel. Por lo que le he visto, puede jugar en las cuatro posiciones de medio campo que dispone el Sporting y en todas lo hace bien, eso quiere decir que es un jugador de altísimo nivel", conviene Guardiola, quien acepta la similitud con Deco.
El verano pasado el nombre de Moutinho también sonó para el Barcelona, donde podría desarrollar su mejor fútbol como interior. Paulo Bento le ha hecho jugar algún partido de mediocentro, cosa que camufla sus mejores virtudes. Lo que parece claro es que a Moutinho en el Sporting le quedan dos teledarios, si no lo evita de nuevo esa envidiada esclavitud a la que hizo referencia Blatter.
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