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El Espanyol hace estallar al Bernabéu

Mourinho acepta que la Liga está casi imposible tras empatar con el penúltimo de la Liga. Tremenda pitada del estadio merengue al finalizar el partido ante el Espanyol

ALFREDO VARONA

Salió Albin en un momento en el que ya no había solución. Pero los futbolistas geniales están destinados a trabajar en esas condiciones. No se oponen a nada y, en un segundo, sacrificó las opciones ligueras del Madrid. Albín fue un invitado inesperado en una segunda parte liviana para el grupo de Mourinho, sin apenas estrés ante un Espanyol, que parecía aceptar su destino. Pero en el área de Casillas a veces también pasan cosas raras, aún más esta temporada en la que Mourinho ve enemigos por todas partes y puede que lleve hasta razón.

El equipo de los 100 puntos ya no existe y la guerra civil ha hecho patria en el Bernabéu. Ha dejado tieso, incluso, a un 'entrenador top' como Mourinho, que en los descuentos se expuso hasta a la derrota. No sucedió, pero da igual, porque Mourinho, por encima del protocolo, declaró que la Liga ya está casi imposible. En diciembre, eso sí.

En realidad, el partido tuvo tantas caras como Robert De Niro en el cine. Sucedió algo casi sobrenatural en el césped del Bernabéu. Marcó Coentrao, y si marca él se supone que ya puede suceder cualquier cosa: el mundo puede acabar el 21-D y Mourinho continuar una década más en el Bernabéu. En realidad, si marca Coentrao, se demuestra que nada es imposible, que los héroes son accidentales y que uno no tiene por qué ser un crack para jugar en el Bernabéu. Quizá es otro de los alucinantes mensajes de una noche en la que, efectivamente, marcó Coentrao. Lo hizo, eso sí, ante un rival como el Espanyol, que parecía una casa de muñecas. Tuvo todo el poder en la primera parte, pero lo utilizó con poca autoestima. Jugó a defender, no a machacar a un Madrid, desganado e insuficiente, que se prestaba a ello.

La noche no engañó a nadie y avisó al Madrid. Desde el principio, le hizo pensar en alguna fatalidad. Más allá de los diez primeros minutos, el ánimo desobedeció a los futbolistas de Mourinho. Sólo la anarquía de Modric, un tipo óptimo cuando pisa área, hizo algo de daño. Tiene esa facilidad para procurar ocasiones que, sin embargo, Mourinho no acaba de valorar y en cuanto el partido se complica lo quita de en medio. Anoche volvió a pasar en el medio tiempo, salió Di María y el partido cambió de manos.

Así que las estadísticas, que ahora son supremas en el fútbol, no juegan a favor de Modric, un tipo sin segundas oportunidades en Chamartín. Vive en el alambre y parece un futbolista que tan solo sale a rodar el anuncio de Freixanet. Al margen de eso, se le invita rápido a desaparecer. Así, naturalmente, no hay quien se apasione.

A la media hora, marcó Sergio García que hace seis años fue campeón de Europa con la selección de Luis Aragonés. También es verdad que le habilitó Verdu, un futbolista que tiene nivel para jugar en el Madrid. Pero en esos casos ya no importa tanto que Mourinho sea un 'entrenador top' ni que haya ganado una legión de Copas de Europa ni que vea enemigos por todas partes. La diferencia está en Cristiano, que vive otro mundo. Tiene el gol que le permite hasta elegir el momento. No se sabe si lo hace adrede, pero casi siempre aparece al final cuando más rabia da al rival. Anoche, lo hizo en el último suspiro de la primera parte y al inicio de la segunda. Primero, jugó al límite frente a Forlín, se expuso a eso y marcó. Después, ayudó a Coentrao a marcar el segundo gol y desnitrificar lo imposible. Así que el Madrid arregló una mala noche que hasta entonces supo a suicidio. Pero lo que no se sabía es que después fuese a ser tan perversa. El suspense es así. No siempre favorece a los mejores.

La reanudación fue otra cosa. Nada más amanecer, marcó Coentrao y el Espanyol regresó al papel de perdedor, al único que, en realidad, imaginaba en el Bernabéu. La realidad es ésa y no otra. Özil despertó al genio que lleva dentro Arbeloa se animó con la pelota. La noche recuperó la bondad. Pero, en medio de ese viaje, sucedió algo que entonces parecía anecdótico y luego fue crucial. El portero Casilla, criado en el Bernabéu, evitó males mayores. Todo eso mantuvo al Espanyol con vida, y ese fue el riesgo del Madrid. Máxime ante un equipo como el Espanyol que, a pesar de vivir días difíciles, tiene gente mayor y talentosa como Simao, Sergio García o Albín. Ninguno de ellos es como Cristiano, pero todavía son capaces de hacer en un segundo lo que no logran en noventa. Y eso pasó. Entre todos fabricaron un empate que deja tocado a l Madrid y, por supuesto, a Mourinho que esta vez no acusó a nadie.

2 - Real Madrid: Casillas; Arbeloa, Pepe, Sergio Ramos, Coentrao; Khedira, Xabi Alonso; Callejón (Morata m. 73), Modric (Di María m. 46), Özil; Cristiano.

2 - Espanyol: Casilla; Javi López, Colotto, Moreno, Víctor Álvarez (Capdevila m. 58); Forlín, Víctor Sánchez; Wakaso (Cristian m. 28), Verdu (Albin m. 70), Simao; Sergio García.

Goles: 1-0 M. 17. Gran pase de Verdu a Sergio García, que gana la posición a Ramos y resuelve con un derechazo. 1-1 M- 46. Cristiano, de puntera, tras un centro largo de Khedira. 2-1 M. 48. Coentrao, con la derecha, habilitado por Cristiano. 2-2 M. 88. Albín, de zurda marca en el área, tras un rechace.

Árbitro: Mateu Lahoz. Amonestó a Wakaso, Xabi Alonso, Albín, Christian, Cristiano y Víctor Sánchez.

Estadio: Santiago Bernabéu. 70.000 espectadores.

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