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El Espanyol ve la luz

El equipo catalán vence al asturiano por 0-3 y se queda a un punto de la salvación

ANGEL GARCÍA

A estas alturas de la temporada, sufrir exige costumbre, y el Sporting, como novato, adolece de ciertas virtudes exigibles para jugar en el filo. No basta tocar, mover con rapidez, apurar al rival en punta si hay fallas enormes con su equilibrio defensivo. Los asturianos, cuando atisban el área rival, se ponen el traje de domingo, se atusan el pelo y muerden. Su falta de retórica en la zaga les hace volver al tajo. Su cada, entonces, resulta desoladora con las heridas propias del que se desangra. Pochettino lo sabía. Estudiar las lecciones de Preciado no fue un trabajo costoso cuando su defensa traza caricaturas con brocha gorda. Por eso, la inyección de goles va más allá de la victoria, se asocia a valores morales, a criterios de autoestima. Tamudo o Iván Alonso, con sus ocasiones, lo intuían desde el inicio.

Con los nervios, el Sporting seguía plano. Su fútbol, últimamente austero, ha perdido la constancia y su carácter indmito. Durante el empate aún existía el lustre que conjugaban en ataque en la primera vuelta. Pero su actitud actual se aleja mucho del descaro. Ya no miran al rival a la cara, se esconden. Aliados con el caos, afilaban sus armas con el beneplácito de Kameni, el motor de la inconsistencia periquita. Solamente el camerunés fue capaz de elevar el ritmo cardiaco de los suyos. Y es que vive el meta en el error, multiplica los nervios con insolencia a una velocidad fugaz.

Con todo, el Espanyol, a fuego lento, fue sintiéndose capaz de ganar. Y De la Peña fue clave. Despertó al cuarto de hora tras un exilio en el banco de dos partidos y una reflexión meridiana. Se merendó el cántabro a los mediocentros locales con toque y precisión. Rebelados los catalanes a su ritmo, su intuición cerró las puertas a la incertidumbre que se asomaba en su juego. Nené, en el ecuador de la primera mitad, suprimió con suficiencia las expectativas locales. Acodados en el centro del campo, los de Pochettino les bastó con orden para dar inicio a su festival de contras. Los asturianos imploraban por el descanso para salir del calabozo. Optaba el Sporting por irse antes de llegar.

Exquisito tampoco fue el comienzo en la segunda parte. Reducida la brecha anímica, el Sporting fue sumando en su debe paradojas: ganaba fortaleza atrás pero se encogía cuando pasaban del centro del campo. Sin referencias sobre el campo tras los cambios del Espanyol, al Sporting multiplicarse le resultó sencillo. Doblaron el campo y lo redujeron al mínnimo, siempre cerca de Kameni, pero los catalanes, sin fisuras, alardeaban de una actitud casi despótica, por superioridad, en su defensa. La brecha se manteía, tanto como para no enquistarse atrás. Un desheredado hasta hace poco, Luis Garca, desniveló, a la contra, el partido. Dos generosas acciones del punta ampliaron un marcador justo y, para nada, excesivo que pone al Sporting al borde del abismo.


Sporting (0): Lafuente; Sastre (Raúl Cámara, m. 46), Gerard, Neru, Canella; Lora, Diego Camacho; Luis Morán (Barral, m. 46), Carmelo (Pedro, m. 74), Diego Castro; y Bilic.

Espanyol (3): Kameni; Sergio Sánchez, Pareja (Torrejón, m. 84), Jarque, David García; De la Peña (Román Martínez, m. 51), Moisés; Luis García, Tamudo (Callejón, m. 66), Nené; e Iván Alonso.

Goles: 0-1. M. 24: Nené marca de volea desde el vértice del área. 0-2. M. 73: Román Martínez tras jugada de Luis García. 0-3. M. 75: Callejón, a la contra.

Árbitro: Ayza. Expulsó a Barral (m. 76) por una patada a Pareja. Amarilla a Raúl Cámara, Camacho.

El Molinón: 24.000 espectadores

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