Este artículo se publicó hace 13 años.
Fado de Hulk para el Villarreal
El gol del brasileño cercenó de cuajo el intento de remontada
Cani abrió en canal el sendero de la gloria. Su gol pasado el cuarto de hora encendió la grada, cubierta de amarillo. Lo hizo todo bien el Villarreal, siguiendo al pie de la letra el guión establecido: asedio con tres puntas y fe, mucha fe. Hasta que Hulk enganchó un disparo blando que tropezó en Musacchio. Gol afortunado y adiós a la remontada. El Oporto lo había pasado mal durante media hora larga, la misma que echó por tierra en la ida las aspiraciones amarillas. He ahí la diferencia: los dragones calcinaron al Villarreal en aquella segunda parte de triste recuerdo, mientras la presión castellonense apenas dio para el tanto de Cani.
Fue marcar Hulk y despresurizarse el Villarreal, que salió como una bala, o mejor, con una sola bala, para, una vez disparada, enfundar. Las dos otras balas fueron ya de fogueo. Antes de que el potente brasileño sellara el pase del Oporto, ya empezó a dar señales de flaqueza el conjunto de Garrido, cuya presión inicial fue perdiendo fuelle. Siempre quedó la esperanza, sobre todo a raíz del arranque avasallador, pero tanta ocasión desperdiciada en los minutos alegres aventuró la tristeza posterior. La grada, con todo, se divirtió.
Cuando toca épica, y tocaba (5-1 en la ida), no hay respiro y entonces cuenta y mucho la gasolina: saber si el Villarreal aguantaría con la quinta marcha todo el partido. Un agujero en el tanque dio al traste con las ilusiones amarillas. Hulk perforó la meta de Diego López y dejó al Submarino varado. Y eso que salió como un pura sangre, a todo galope, fustigado por Cani y Cazorla, con Matilla y Bruno tomando las riendas. Garrido, en buena lógica, sacó toda su artillería, con Nilmar, Rossi y Marco Ruben asediando a la defensa portuguesa. La presión de salida dio pronto sus frutos: pase de Marco Ruben y Cani al fondo de las mallas. La hinchada enfebreció, aunque sólo era la primera piedra de un largo camino de obstáculos.
Cuando toca remontar no sólo cuenta hacer las cosas bien, muy bien, en ataque, sino cerrar atrás para que no haya la más mínima vía de agua. Y algo más: tener una pizca de suerte. El Villarreal atacó bien, con criterio y ni Falcao ni Hulk lograban abrir brecha, desasistidos por el gran trabajo en medio campo de Matilla y el más atrasado Bruno. Pero el Oporto tuvo suerte y zanjó el asunto de la remontada. Falcao marcó nada más arrancar la segunda parte para que no cupiera duda alguna.
Los castellonenses lucharon por la honra de ganar y ganaron: Capdevila y Rossi maquillaron la decepción. La salida de Senna, tras meses de lesión, fue la nota positiva de un encuentro sin la historia que dejó la anterior semifinal europea disputada al Arsenal. El Villarreal deberá esperar una temporada más. La Liga Europa tiene inequívoco sabor portugués. Los amarillos, cariacontecidos, tuvieron que irse a ritmo de fado.
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