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El fútbol español ya tiene color

La selección de Aragonés emula a los campeones del 64

C. ORNERLAS Y R. GARCÍA

Tuvieron que pasar 44 años para que la selección española volviera a reinar en Europa. De aquella final que se vivió en el Bernabéu, con el dictador Francisco Franco en el palco, al Práter de Viena con el rey Juan Carlos, como invitados de honor. Ambos presenciando la coronación del equipo nacional, como el mejor del continente. Más de cuatro décadas en las que se ha podido comprobar la evolución social, política y económica del país. Aquella España de blanco y negro, se ha convertido en una España colorista y despierta.

La fase final de la Eurocopa de 1964 presentó como contendientes sólo a cuatro equipos: España, URSS, Hungría y Dinamarca. En semifinales, España se enfrentó a la Hungría de Albert y Tichy, en un encuentro disputado y equilibrado, que se resolvió en la prórroga, a favor de los hombres de José Villalonga, gracias a un gol del español Amancio.

En la final, se ponía en juego no sólo la hegemonía deportiva, sino la lucha entre dos modelos políticos dispares. España comenzó el choque con ventaja, gracias a un gol de Pereda. Chusanov empató el encuentro pero en los últimos minutos, Marcelino consiguió una victoria histórica.

Aquella selección le debió buena parte de su éxito a su seleccionador, José Villalonga, quien trajo aires de renovación al combinado nacional. El técnico renunció a figuras como Puskas, Di Stéfano y Gento, un paralelismo que se estableció en los últimos meses con la selección campeona de Luis Aragonés, al no convocar éste a Raúl, seña y santo de la selección en los últimos tiempos; sin importarle que esto le valiera al sabio de Hortaleza críticas y reproches previos a la disputa de la Eurocopa.

Villalonga, en 1964, abrió paso a una nueva hornada de futbolistas. Dio la responsabilidad de la portería a un joven Iribar, los galones a un Amancio rápido y peligroso y confió en el talento de un genial Luis Suárez. La Furia Roja mostró una línea defensiva segura y destacó por el desparpajo y la improvisación de su delantera.

Parece que Luis Aragonés tomó ejemplo y llevó a cabo la misma técnica que su homólogo. Apostó por la juventud y la savia nueva; la jugada le salió bien. Llevó a Austria a un equipo en donde la humildad y la unión fueron una máxima. Los Casillas, Cesc, Villa y Torres, llevaron a la gloria a una selección lastrada por el pesimismo en las últimas citas internacionales.

El toque exquisito de balón de España ha asombrado a Europa. El resultado ante Alemania ha permitido traer a casa esta segunda copa. Luis prometió hacer el camino de Santiago. Con buen paso, como en Austria.

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